Para que tomes una decisión, te compartimos las 10 razones que tenemos para que elijas algunos de nuestros cursos de formación en la fe para jóvenes y adultos

 

 

Agentes de pastoral y catequistas que están interesados en iniciar o dar continuidad a la educación religiosa de jóvenes y adultos, en Dabar tenemos dos opciones de iniciación cristiana para mayores de edad que se adaptan muy bien a la realidad de las comunidades católicas de nuestro país y continente.

 

 

Lo que buscamos para los catecúmenos

Si estás leyendo este artículo es porque evidentemente lo que tú y tu comunidad parroquial necesitan es un subsidio para impulsar o instaurar en tu Iglesia un proceso formativo de iniciación cristiana para los jóvenes y adultos, que quizá por omisión de nosotros mismos y de toda la comunidad viven alejados de la vida cristiana. Un itinerario formativo que de veras sirva y que, de ser posible, sea el mejor.

Con anterioridad, ya hemos presentado las dos opciones de Dabar y las hemos planteado como las mejores del mercado, pero, por si hace falta, vamos a dar las razones de nuestra seguridad.

Las razones de Dabar para la iniciación cristiana de jóvenes y adultos

En Dabar hemos desarrollado dos cursos de formación para catecúmenos de las comunidades católicas. Estos se llaman “Camino de fe” e “Iniciación cristiana de adultos”. Las razones que aquí te exponemos para que optes por alguno de estos dos cursos te darán claridad para no seguir buscando.

  1. Una descripción básica y clara del curso. Nuestros obispos, en Aparecida, nos recomiendan una “modalidad operativa de iniciación cristiana que, además de marcar el qué, también dé elementos para el quién, el cómo y el dónde se realiza”. O sea, un itinerario formativo que realmente forme, que declare en qué va a formar, cómo lo va a hacer y dónde conviene hacerlo. Las dos modalidades de Dabar son exactamente así.
  2. Cada una es un proceso de iniciación inspirado en el RICA. Es decir, desarrollan progresivamente las cuatro etapas o tiempos marcados por el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos: precatecumenado, catecumenado, purificación e iluminación, la celebración de los sacramentos de iniciación y la iniciación en los misterios de la fe o mistagogía. De acuerdo con el mismo ritual, sellan las tres últimas etapas con los tres ritos litúrgicos: la segunda etapa con el rito de admisión al catecumenado, la tercera con el rito de la elección o inscripción del nombre y la cuarta con los ritos propios de los tres sacramentos de iniciación. Con el seguimiento puntual de estas etapas y ritos, manifiestan la gradualidad que debe tener todo itinerario de iniciación. (Cfr. Directorio para la catequesis, 63).
  3. Tienen una metodología definida. Es decir, están elaborados con una excelente metodología de desarrollo, que determina con precisión el camino a seguir, y, cuidando meticulosamente los tiempos, espacios, procesos y contenidos, facilita el indispensable acompañamiento a los catequizandos, en cada etapa del proceso y propicia en los acompañados la vivencia plena de su fe cristiana experimentada en comunidad. El involucramiento en el acompañamiento y apoyo a los adultos por parte de la comunidad eclesial en su totalidad, es característica de esta metodología.
  4. Exponen una temática secuencial y progresiva. Los contenidos de ambos itinerarios de iniciación cristiana de jóvenes adultos y de adultos jóvenes son integrales, y son entregados paulatinamente a través de las diversas etapas o tiempos del proceso: En el precatecumenado, se da la evangelización inicial, a través del primer anuncio o kerigma, en orden a la conversión. En el catecumenado, se da una catequesis más integral que va desde el descubrimiento del amor creador del Padre, la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, hasta la presencia del Espíritu Santo en el misterio de la Iglesia. En la iluminación y purificación se da la doctrina y sentido de los sacramentos de la iniciación cristiana, como preparación inmediata a su recepción que tiene lugar en esta etapa. Y en la cuarta etapa se profundiza en los signos y símbolos de los sacramentos de iniciación y la introducción a los misterios de la fe (Mistagogía) (Cfr. Directorio para la catequesis, n. 63).
  5. Transmiten una catequesis de iniciación mistagógica. Es decir, cubren los dos elementos básicos que plantea el papa Francisco (La alegría del Evangelio, n. 166): “la necesaria progresividad de la experiencia formativa donde interviene toda la comunidad, y una renovada valoración de los signos litúrgicos de la iniciación cristiana”. Se trata de una experiencia que introduce a los catequizandos en una profunda y feliz celebración de los sacramentos con toda la riqueza de sus signos, y de ese modo la vida se va transformando progresivamente por los santos misterios que se celebran.
  6. Son esencialmente bíblicas. Todos los encuentros y catequesis de ambas opciones son un anuncio de la Palabra de Dios y están centrados en ella. Estos itinerarios de iniciación cristiana, en todas sus etapas, dan la debida y fundamental importancia a la Sagrada Escritura y propician su lectura, estudio, reflexión y vivencia.
  7. Son aplicables a personas situadas en diversas posiciones respecto a la fe. Los jóvenes y adultos a los que estas modalidades se orientan pueden ser: no bautizados; bautizados que no completaron sus sacramentos de iniciación; bautizados que recibieron todos sus sacramentos de iniciación, pero se alejaron de la práctica y vivencia cristianas; bautizados, con todos sus sacramentos, pero que nunca fueron evangelizados suficientemente; y, sin embargo, expresan la voluntad de querer iniciar o reanudar su camino de fe (Cfr. Directorio para la catequesis, 62).
  8. Tienen las características propias de toda catequesis. Estos dos itinerarios para la iniciación cristiana de jóvenes y adultos, como toda catequesis, transmiten un anuncio que resuena constantemente en todo el proceso formativo, con las siguientes características: expresan el amor salvífico de Dios, previo a la obligación moral y religiosa; no imponen la verdad sino que apelan a la libertad; todos los encuentros que se dan en los diversos pasos del proceso están salpicados con muchas notas de alegría, estímulo, vitalidad y una integralidad en armonía con el Evangelio (Cfr. La alegría del Evangelio, n. 165). Es, además, profundamente experiencial, porque no consiste solo en una exposición de dogmas y preceptos, sino que todo el proceso se desarrolla con carácter de experiencia, en la cual es “determinante el encuentro vivo y persuasivo con Cristo, anunciado por auténticos testigos” (Cfr. Documento de Aparecida, 290). A través de todo el anuncio y el proceso persiste un clima de proximidad, cercanía, acogida, aceptación y apertura a la escucha y al diálogo.
  9. Proponen un perfil de egreso de los participantes. Estas dos modalidades de iniciación de jóvenes adultos y adultos jóvenes, como todo proceso formativo, se proponen y pretenden que las personas, hombres y mujeres que egresan, habiendo completado el itinerario de iniciación, sean jóvenes adultos y adultos jóvenes que se reconozcan y se acepten dentro de la Iglesia como personas llamadas por el Padre, transformadas y enviadas por Cristo y animadas por el Espíritu Santo, y se asuman capaces y comprometidos en incidir en la transformación de sus familias, de su comunidad cristiana y de sus sociedades, con sus actitudes, sus palabras, su testimonio creíble y sus acciones.
  10. Tienen un manual para la estructuración, formación, capacitación y espiritualidad de equipo de iniciación. El desarrollo puntual y eficiente de estos itinerarios formativos de iniciación cristiana de jóvenes adultos y de adultos jóvenes, necesita de todo un verdadero equipo de trabajo, encabezado e integrado por el sacerdote y los ministros ordenados, si los hay, por las y los catequistas (que sean suficientes para la variedad de las exposiciones y dinámicas) y las y los acompañantes. Los manuales que proporcionan estas dos modalidades, son para que todos y cada uno de los integrantes del equipo se formen adecuadamente para realizar con competencia los ministerios y servicios que se necesitan en la organización y el desarrollo del proceso, y para desempeñar el necesario acompañamiento personal en los procesos de crecimiento de los participantes.

Con estas diez razones dejarás de buscar, porque estos son los mejores itinerarios de iniciación cristiana que hay para los jóvenes y adultos de las comunidades que más necesitan instituir e impulsar la fe entre sus mayores de edad.

Que el equipo de catequesis se active

No podemos negar que reflexionar sobre las razones anteriores, exige del equipo de catequistas un desafío pastoral de la iniciación de jóvenes y adultos. Por eso, empiecen ya, junto con las cabezas de la comunidad, a planear e ir realizando la integración del necesario equipo de iniciación. Para lo cual, es imprescindible contar, al menos, con los respectivos manuales.

Seguramente, estas razones darán mucho que pensar, mucho que dialogar y mucho que hacer. Conscientes de todo ello, nos ponemos a las órdenes para cualquier duda o consulta que pueda surgir.

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