¿Por qué la formación meramente sacramental no es suficiente?


Tenemos que hacer un reconocimiento honesto sobre nuestra realidad actual ¿Cuántos católicos adultos fuimos instruidos, mas no formados? Quizá la mayoría; muchos rezan sin comunicarse con Dios, comulgan sin comulgar con nadie, celebrar la liturgia sin celebrar nada, oyen el Evangelio sin escucharlo y sin interiorizar ni vivenciar el mensaje de Jesús. Por eso, hoy más que nunca, parece estar de moda un cristianismo sin interioridad, sin conexión con la vida diaria, de sólo autoconsumo, sin ninguna responsabilidad que nos comprometa con los demás. Se podría decir que hoy, con mucha frecuencia, el “sentirnos cristianos” nos dispensa de la aventura necesaria y apasionante de buscar a Dios.

Todo esto es resultado de haber sido instruidos en una doctrina meramente sacramental, y no formados en nuestra fe.

Pero, además de voltear a ver los errores del pasado y buscar una transformación, lo realmente fundamental es que busquemos evitar que las niñas y niños de hoy lleguen a ser como la mayoría de nosotros los adultos, y esto lo logramos con un proceso de formación tal que, a través del tiempo, va educando a niños y niñas para que sean capaces de:

  • Acoger y sentir en su persona la presencia del Misterio de Dios que permea sus vidas.
  • Participar y compartir con su comunidad los misterios de las celebraciones litúrgicas, en espíritu y con verdad.
  • En su momento, comulgar y aceptar a los demás como hermanos que pueden compartir del mismo pan con el mismo Espíritu.
  • Escuchar el evangelio interiorizando y vivenciando el mensaje de Jesús.
  • Aprender paulatinamente a conectar ese mensaje con su propia vida.
  • Entender que, junto con Jesús, son responsable también de los demás.

Y esto solo es posible a través de un itinerario formativo de largo alcance que acompañe a las personas desde su infancia hasta su preadolescencia. Esto es lo que se llama un proceso, integral y gradual, de iniciación en la fe.

Estamos seguros que queda claro que la formación de proceso y no la meramente sacramental es la iniciación cristiana más eficiente.

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