Una conversación testimonial con “La familia que se entendió con la Biblia”.

El punto de partida

En esta segunda parte del relato que comenzó en el blog anterior, donde te contamos una breve historia bíblico familiar que nos mostró el ejemplo de unos padres y sus hijos que, de una manera decidida, constante, sostenida y con fe, logró, a través de las diversas etapas de desarrollo, hacer de la Palabra de Dios en la Biblia el centro de sus vidas.

Los valores que desarrollaron los hijos

A fin de profundizar un poco más en esta dinámica familiar, es notable resaltar los valores que el diálogo bíblico les permitió desarrollar a cada uno de los hijos de José y María para sus respectivas vidas.

De forma general, hay un grupo de valores que todos estiman haber desarrollado en su vida familiar. Sin embargo, los hijos e hijas consideran que hay un conjunto de valores que han sido más importantes en la vida actual de cada uno.

1. Valores que se desarrollaron en la vida familiar:
   1. José, María y sus hijos e hijas estuvieron de acuerdo en que la reflexión frecuente sobre la familia de Jesús les había permitido ser una familia con integración, unión, comunión, armonía y amor, y que eso mismo les había permitido crear una verdadera comunidad de personas y un verdadero hogar cristiano.
   2. Todos coinciden en que la lectura y meditación varias veces repetida del Génesis y del Éxodo, sobre todo, les enseñó a reconocerse como seres creados por Dios, necesitados de él y de los demás, pecadores perdonados y a ser respetuosos y amorosos con sus padres y entre ellos mismos.
   3. Del libro de los salmos y de los libros sapienciales estuvieron de acuerdo en haber aprendido a ser íntegros (o sea, a vivir lo que se cree y se habla), veraces (o sea, decir siempre lo que se piensa) y creíbles (o sea, cumplir siempre sus compromisos y promesas).
   4. Todos estuvieron de acuerdo en que cuando más aprendieron fue al momento de leer, meditar y dialogar sobre el Nuevo Testamento, sobre todo de los evangelios y de las cartas de san Pablo. De ello aprendieron a ser sinceros y leales, a aceptar y respetar activamente a los otros sin importar sus diferencias con nosotros; a estar atentos, ser solidarios y ser capaces de compadecernos de los que lo necesitan; a ser capaces de comprometernos con nosotros mismos y con los demás y de no solo deshacernos de algo y darlo, sino de darnos en el servicio a los demás, como lo hizo Cristo por todos; a reconocer que la verdad de Dios nos hace libres, y que con libertad debemos ser corresponsables con los demás del caminar de nuestra comunidad humana y cristiana y de la humanidad, y todo esto iluminado por la fe, la esperanza y el amor cristianos.
2. Valores que cada hijo e hija consideró más importantes para su vida actual:
   1. Pedro (el financiero), sobre todo, considera que la veracidad, la sinceridad, la lealtad y la responsabilidad son los valores más presentes en él.
   2. Marta (la internista) considera que la atención a los demás, la empatía y la responsabilidad la caracterizan.
   3. Juan (el abogado) se identifica con la equidad, el respeto, la libertad con su consecuente responsabilidad y la responsabilidad profesional.
   4. Lidia (la licenciada en enfermería) recalca los valores de la compasión, la capacidad de entrega y la responsabilidad profesional.

Cabe mencionar dos cosas: primera, la mayor discusión en este diálogo fue acerca de cuál parte de la Escritura había sido la fuente de los valores y, segunda, que todos estuvieron de acuerdo en que todos los valores adquiridos eran importantes, pero algunos, por sus profesiones, eran más exigidos.

Para los padres

¿No les parece importante, padres, hacer de nuestras familias una comunidad de personas y un verdadero hogar cristiano, en el que las hijas e hijos desarrollen estos y otros muchos valores para sus vidas? Bueno, ya conocemos al menos un camino probado; acostumbrar en nuestra casa un “diálogo bíblico familiar”.

Si se atreven, nos encantaría que nos compartieran sus experiencias.