Para poder salir al encuentro de los demás necesitamos encontrarnos a nosotros mismos


. ¿Alguna vez has reflexionado cómo encontraste el sentido a tu vida? ¿Qué necesitas para descubrirlo? ¿Qué es lo realmente valioso de darle sentido a tu vida? Y es que encontrar sentido a nuestra vida vale más que cualquier otro saber e ilumina nuestra búsqueda.

El mayor desafío del ser humano, sin importar época, raza o religión, consiste en dar un verdadero sentido a su vida. Pero no un sentido cualquiera, sino un sentido verdadero, capaz de responder a las aspiraciones más auténticas la naturaleza humana. Aquella que le dé un rumbo, una personalidad propia, un estilo de ser, que le ayude a construir un proyecto de vida.

 

La felicidad 

En el recorrido hacia nuestro interior. ¿Qué es realmente lo que nos mueve en la vida? ¿Qué sentimos? Sentimos un inmenso deseo de felicidad. Todos queremos ser felices. Nadie se casa con una persona con la intención de vivir una existencia infeliz. Cuando encontramos un trabajo experimentamos felicidad. La salud recuperada proporciona una gran alegría. Todo lo que hacemos es para ser felices o tener en nuestras manos “un pedazo” de dicha, aunque sea por poco tiempo. Nacemos y vivimos para ser felices.

La dificultad está en cómo y dónde encontrar la felicidad. Algunos la buscan en las drogas o en los bienes materiales. Al final, solo obtienen amargura, desaliento, tristeza y sinsentido. Y es que la felicidad no es una emoción aislada; su realización tiene que ver con la respuesta que le damos a la pregunta: ¿Qué sentido tiene nuestra vida?

 

La búsqueda

La búsqueda del sentido de nuestras vidas se centra en hacer y responder las preguntas correctas. ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué hago esto? ¿Qué rumbo doy a mi vida? ¿Con qué actitudes quiero vivirla? Estas preguntas van a la raíz de la vida misma y ponen la existencia en primer lugar. Se vuelven preguntas impostergables, porque de la respuesta que les demos depende todo lo demás.

La búsqueda del verdadero sentido de nuestras vidas nos lleva al mundo de la Biblia, especialmente al Nuevo Testamento.  Porque Jesús de Nazareth es la revelación plena de ese Dios de la Biblia. En él y con él, Dios plantó su tienda entre nosotros (Jn 1,14). Por Jesús sabemos que la esencia de Dios es Amor. La expresión “Reino de Dios” fue el hilo conductor del sentido de vida de Jesús; buscando el Reino de Dios y su justicia lo demás vendría por añadidura. Esto fue lo que le dio sentido a su vida y así fue como vivió; tomó partido por la vida de todos, sin excluir a nadie, ofreciendo a todos la salvación, pero exigiendo también a todos la conversión.

 

El ejemplo

Jesús, durante su vida, puso en práctica el Reino de Dios con hechos y palabras. Por haber sido fiel al proyecto del Padre, Jesús entró en conflicto con los proyectos de exclusión y de muerte dominantes de su tiempo. Más tarde, con su resurrección abrió los ojos y los corazones de sus discípulos. Con la fiesta de la ascensión, Jesús quiso decir: “misión cumplida. Ahora les toca a ustedes: vayan por todo el mundo” (Mt 28,19). Y les garantizó que con la fuerza del Espíritu seguiría con ellos para que su mensaje de amor, justicia, paz y libertad continuase.

 

Seguir a Jesús

Para vivir es imprescindible que nuestra existencia tenga sentido, pero hay que escoger el que sea capaz de responder a las aspiraciones más hondas de la naturaleza humana.

Seguir a Jesús es una gracia inolvidable y de incalculable valor. Hace de la vida una verdadera misión; impulsa a la construcción de la solidaridad, de la justicia y de la paz; libera del desaliento, del miedo, de la mezquindad. Y esto lo confirman innumerables testimonios de santos y santas del pueblo cristiano.

Seguir a Jesús es fuente de júbilo interior porque da sabor a la vida; invita a vivirla con transparencia y con talante profético; despierta nuevas energías, da fuerza y coraje en las horas difíciles. El seguimiento de Jesús nos inserta en un proceso de conversión permanente, ayudándonos a superar las barreras de la muerte, abriéndonos el nuevo horizonte de la resurrección.

 

En sintonía con Jesús

La revisión de vida es otro medio importante que ayuda en el seguimiento de Jesús. Es aquí cuando, iluminado por el Evangelio, juzgamos las situaciones concretas de nuestras vidas. Es un método altamente educativo y sirve para formar cristianos activos y contribuyentes a su entorno, y se hace en pequeños equipos de personas que comparten la misma opción básica de vida.

 

La experiencia mística de Dios

Este seguimiento del que te hablamos, te llevará a una comunión profunda y amorosa con la santísima Trinidad. Esta comunión, llamada experiencia mística, es difícil de expresar, pero vivirla constituye un gozo. Dicha experiencia consiste en saber estar con Dios y sentarse a sus pies (Mc 3,14) (Lc 10,39). Se alimenta de la oración silenciosa y amorosa. Esta experiencia es vital, porque necesitamos salvación, auxilio y misericordia. Necesitamos a alguien que sea el Absoluto en nuestra vida. Y esta experiencia nos hace sentir la presencia de Dios y con ello adquiere sentido nuestra vida.