Cómo influye un buen sistema de formación en la fe en los niños de 6 a 12 años


 

“Recuerden… que está prohibido a los niños ser grandes cuando todavía son pequeños”

(Adagio atribuido a un viejo sabio chino).

En términos generales, un sistema integral de formación religiosa consiste en un itinerario educativo de la fe. Cuando hablamos de niños y niñas, entre 6 y 12 años de edad, nos referimos a un proceso de varios años en el que esas personas en desarrollo se van capacitando para que, al mismo tiempo que crecen en tamaño, inteligencia y cultura, vayan creciendo y madurando en su fe cristiana para vivir como miembros activos de su sociedad y de su comunidad cristiana. Pero esta educación no sólo debe ser dogmática, sino que debe contribuir al desarrollo biológico, psicológico, social y humano; sobre todo en una etapa de la vida tan crucial como esta para poder moldear a excelentes personas.

En el ámbito biopsicosocial, la formación religiosa integral debe de ser gradual y contextualizada para dotar a los niños y niñas de…

  • desarrollo sensorial, porque los enseña a ver, tocar, saborear, oler y oír ordenadamente y más allá de lo meramente sensible.
  • desarrollo biofísico, porque, con los juegos, dinámicas y deportes grupales les enseña a orientar, equilibrar y dotar de creatividad su <<kinestesia>> natural y descubrir por quién nos movemos.
  • desarrollo racional infantil, porque de la idea y la emoción de tener un Padre común descubren la fraternidad y que, por ser hijos de Dios, hay algo de divino en el otro y por lo tanto en ellos mismos.
  • desarrollo social, porque los niños y niñas descubren la importancia del encuentro con el otro y aprenden a aceptar, a respetar y a amar a los demás; condición necesaria para darle valor a la vida en comunidad.
  • desarrollo de habilidades colaborativas. Con los trabajos en clase y las tareas en familia, aprenden a trabajar, a expresar, a elegir, a dar y recibir, a ser alguien en su propio medio.
  • desarrollo de valores, porque el aula se convierte en un auténtico laboratorio de cultura y de humanidad que, al descifrar la aportación significativa del cristianismo a la historia, se instruye a los alumnos para saber identificar el bien y para crecer en el sentido de la vida y en la responsabilidad de la misma.
  • desarrollo mental. A través del diálogo, la búsqueda y la creatividad infantil se les impulsa a aceptar el intercambio, a afinar su incipiente sentido crítico y a aprovechar sus raíces humano-cristianas del pasado para que empiecen a comprender mejor su presente y a concientizarse de su futuro.
  • desarrollo del compromiso medioambiental; porque con la búsqueda teórico-práctica de Dios en la propia persona, en la de los demás y en la naturaleza, se les inculca el sentido de una ecología integral y el de su responsabilidad sobre la misma.
  • desarrollo de habilidades interpersonales. Finalmente, la interrelación y la interacción de unos con otros, implicada en el método educativo de la religión, ayuda a niños y niñas a perfeccionar su sentido de responsabilidad, a aprender poco a poco a hacer buen uso de su libertad y a participar activamente en la vida social de su entorno.

 

En el ámbito religioso, un buen sistema y un correcto acompañamiento en el proceso de educación en la fe debe proporcionar a los niños y niñas de primaria:

  • Un modelo que familiarice a los niños y niñas con la palabra de Dios, y con ello les enseñe a saber mirar, escuchar, sentir y vivir los muy diversos aspectos de la Revelación de Jesús. De este modo podrán alimentarse, beneficiarse de ellos e iniciarse así en las celebraciones litúrgicas de su comunidad cristiana, que iniciarán y desarrollarán la interioridad en cada uno de ellos.
  • Un refuerzo en su autoestima y un inicio a una vida interior rica y abundante, cuando los infantes escuchan y asimilan que Dios los ha llamado por su nombre.
  • Un sentido amplio de Dios. Los niños y niñas ensamblan progresivamente en su historia personal los datos del mensaje cristiano, dan sentido a los propios límites y valores, aprenden a relacionarse y a platicar (orar) familiarmente con Dios, aprenden y experimentan que Dios y la religión son algo importante e interesante que influye en sus vidas.

Si a todo lo anterior añadimos el testimonio coherente y creíble de un maestro o catequista que no olvida nunca que la fe es un don de Dios, y que siendo consciente de que él un día fue cautivado por Jesús, transmitirá esa experiencia vital de tal manera que contagiará a los niños y niñas su adhesión a Cristo.

A manera de resumen, la educación religiosa no es una materia de “relleno” que sólo adoctrina a los niños desde muy temprana edad. La formación religiosa se integra e influye en la formación humana, social y psicológica de los pequeños de primaria, más de lo que pensamos. Por esto te invitamos a que revises el sistema educativo que tus niños están utilizando, y te cerciores de que éste se integra y relaciona con los diferentes aspectos formativos; que desarrolla y promueve las capacidades, valores y actitudes fundamentales para hacer de los niños y niñas buenas personas y cristianos.