Conoce las estrategias que debes de seguir para acercar a los niños y niñas a la persona Jesús en la escuela


En la educación religiosa escolarizada hay que determinar una estrategia que nos permita, como educadoras y educadores acompañar a los alumnos en el proceso de iniciación y maduración de su fe.

Hagamos crecer la fe

La familia es la primera escuela de fe para los niños, por eso en la escuela tenemos que ayudar a niños y niñas a conocer y amar cada vez más a Jesús, para que lo sientan como un gran amigo en sus vidas, se apoyen en él y quieran seguirlo en su llamado a la fraternidad. Así, educar en la fe “es una de las más bellas aventuras educativas porque se construye la Iglesia”. No se trata solo de trabajar como catequistas, sino en “ser” catequistas, como ha dicho el papa Francisco en muchos de sus mensajes.

¿Qué se aprende en la formación en la fe? Podemos decir que se asimilan ante todo los valores, prácticas y actitudes propios de la vida cristiana. Para asegurarnos de esto, hay que diseñar estrategias para integrar la fe en la enseñanza. En cada grado, los niños y niñas tienen que asimilar, poco a poco, los fundamentos de la vida cristiana, hacer suyas las prácticas personales y comunitarias de los cristianos y apropiarse de los valores del Evangelio, a medida que avanzan en el proceso.  A continuación te mencionamos algunos elementos a modo de ejemplo:

¿Cómo podemos hacer para lograr todo este aprendizaje? Con las siguientes propuestas, esperamos apoyar tu labor formativa y reflexionar sobre el contenido de los libros de educación en la fe que estés utilizando en el curso, y así los y las alumnas puedan vivir la fe en el colegio. Propuestas educativas

  1. De manera gradual y sistemática, a lo largo de seis años. Como lo refleja de manera esquemática el cuadro anterior, se comienza con los fundamentos más básicos, las actividades son más lúdicas y los valores más elementales, como la atención, el cariño, la autoestima. Conforme van subiendo de grado, se van incorporando nuevos elementos, por ejemplo, en segundo año ya pueden aprender a manejar y leer la Biblia; en tercero ya pueden iniciarse en los pasos de la Lectio Divina, etc.
  2. Con actividades varias y diversas según la edad de los educandos. Con los de primer grado será muy importante trabajar sobre todo con los sentidos, utilizar el cuento, el juego y el dibujo. Pero a partir de segundo año, que ya empiezan a leer y a escribir oraciones, ya pueden hacer sencillos trabajos en equipo, completar actividades en su libro, compartir lo que piensan, etc. El canto es algo que les agrada mucho, haciéndolo con gestos, mímica, dramatizando el texto.
  3. Llevando un libro de educación en la fe con su temática propia, con el que el colegio o la congregación religiosa deciden trabajar. Esta herramienta es m uy importante porque no se puede estar siempre improvisando. En un colegio, una hermana comentó: “la que da la clase de religión lee la hojita dominical y de allí hace actividades con los niños”. Podemos preguntar a esa maestra: ¿Cuáles serán los aprendizajes de estos niños al final del año? ¡Quién sabe! Tal vez amarán la liturgia. Pero no es suficiente. Es muy conveniente un libro de trabajo para el alumno, en el que pueda expresarse, escribir, colorear, registrar lo que va aprendiendo. Así tenemos una evidencia de sus avances.
  4. Siguiendo el calendario de la Iglesia, el año litúrgico, porque en él encontramos las fiestas y celebraciones más importantes de la vida cristiana. Este es un buen camino, porque el año litúrgico de suyo tiene su pedagogía; es un camino que nos va mostrando diferentes aspectos del misterio de Dios, de Jesús. Es decir, la fe también entra por la vista. Si el niño ve un nacimiento con un niño recostado en brazos de su mamá, unos animalitos alrededor, una estrella sobre el niño… Eso le ayuda a entender más que si solo se encuentra con un letrero que diga: “Hoy es Navidad”. Igual ocurre con la Semana Santa. Es más significativo caminar juntos, en familia, entonando un canto que hable del seguimiento, que solo colorear el viacrucis.
  5. Siguiendo un método que se desprende del carisma del fundador o de la Iglesia particular. Un método es un camino para llegar a la meta que deseamos. Y casi todos los colegios católicos tienen un fundador o fundadora, de los que se quiere comunicar su forma de acercarse a Jesús y su misterio. Unos privilegian el silencio, la oración; otros, el servicio, lo social, el compromiso; otros el cuidado de la naturaleza, de la tierra, de las plantas. Todos ellos son muy valiosos. Son modos de acceder a la vida de Dios. Pero todos necesitamos de uno o de varios métodos porque el método es como el andamio. No podemos caminar en el aire, al ahí se va. Necesitamos agarrarnos de una estructura, de algo que nos ayude para llegar a le meta. En nuestro caso, el encuentro con Jesús, el enviado de Dios, que vino para comunicarnos su vida, y “vida en abundancia”.
  6. Haciendo alianza con la familia, como nos recuerda el papa Francisco. La familia es la primera escuela de fe. Los papás tienen una gran responsabilidad y pueden ayudarnos con su ejemplo y su testimonio. Por eso, vale la pena hacer equipo con ellos. Sugerirles que acerquen a sus hijos a las celebraciones parroquiales, que recen antes de comer o antes de dormir, y darles la bendición antes de ir al colegio. Ellos pueden ayudar mucho, pero hay que orientarlos también, porque quizá no saben, o están más preocupados en otras cosas.

Educar en la fe, es una gran tarea con una gran responsabilidad: necesitamos estrategias, técnicas y métodos para ayudar a que los niños y niñas se encuentren con Jesús y, al encontrarlo, seguro que descubrirán el sabor a la vida y serán más felices. Si logramos esto, podemos decir que ya sabemos cómo educar en la fe.

Nos dará mucho nos compartas tu opinión y tus experiencias de cómo le haces para educar en la fe a tus alumnos y alumnas.