Conoce las estrategias que debes seguir para acercar a los niños y niñas a la persona Jesús en la escuela


6 estrategias sencillas para introducir a los niños y niñas en la escuela de la fe

 

 

En la educación religiosa escolarizada hay que determinar una estrategia que nos permita, como educadoras y educadores acompañar a los alumnos en el proceso de iniciación y maduración de su fe.

La familia es la primera escuela de fe para los niños y niñas, pero desafortunadamente no  se puede aprender todo en el hogar. Es por eso que en el colegio tenemos que ayudarles a que se acerquen, conozcan y amen a Jesús. Educar en la fe “es una de las más bellas aventuras educativas porque se construye la Iglesia». No se trata solo de trabajar como catequistas, sino en «ser» catequistas, como ha dicho el papa Francisco en varias intervenciones.

¿Qué se aprende en la formación en la fe? Podemos decir que se asimilan, ante todo, los valores, las prácticas y las actitudes de la vida cristiana. Como educadores necesitamos aplicar estrategias para integrar la fe en la enseñanza. En cada grado, los niños y niñas tienen que asimilar, poco a poco, los fundamentos de la vida cristiana, hacer suyas las prácticas personales y comunitarias de los cristianos y apropiarse de los valores del Evangelio, a medida que avanzan en el proceso.  A continuación, te presentamos 6 elementos a tomar en cuenta, a modo de ejemplo:

  1. Teniendo una educación en la fe que sea gradual y sistemática, a lo largo de los 6 años. Se sugiere comenzar con los fundamentos más básicos, las actividades son más lúdicas y los valores más elementales, como la atención, el cariño, la autoestima. Conforme vayamos subiendo de grado, iremos incorporando nuevos elementos, por ejemplo, en segundo año ya podemos enseñar a manejar la Biblia; en tercer grado, además de leerla, ya podemos iniciarlos en los pasos de la Lectio divina.
  2. Realizando actividades variadas y diversas tomando en cuenta la edad de los niños y niñas. Con los de primer grado, por ejemplo, será muy importante trabajar sobre todo con los sentidos, utilizar el cuento, el juego y el dibujo. Pero, a partir de segundo año, que ya empiezan a leer y a escribir algunas palabras, podemos iniciarlos en hacer trabajos en equipo, completar actividades en su libro, pedirles que expresen lo que sienten y piensan.
  3. Contando con un libro de educación en la fe, que contenga el nihil obstat e imprimatur de la diócesis, con una temática adecuada de cada grado, con el que el colegio o la congregación religiosa deciden trabajar. Esta herramienta es muy importante porque no se puede estar siempre improvisando. Tener un libro de trabajo facilita al niño un espacio para plasmar sus dudas, anotar sus aprendizajes, colorear algunos dibujos, registar lo que va aprendiendo a modo de un diario. Así tenemos, además, una evidencia de sus avances.
  4. Tomando en cuenta el calendario de la Iglesia, y todo el año litúrgico, porque en él encontramos las fiestas y celebraciones más importantes de la vida cristiana. Este es un buen camino porque en cada momento nos va mostrando diferentes aspectos del misterio de Dios. Por ejemplo, si el niño ve un nacimiento con el niño Jesús recostado, esto le ayuda a entender más que si solo se encuentra con un letrero que diga: “Hoy es Navidad”. Es decir, el niño aprende más haciendo y viviendo junto con su familia o sus caminos el asunto de la fe.
  5. Siguiendo un método, que sirve como puente y nos ayuda a llegar bien a la meta que deseamos. Y casi todos los colegios católicos tienen una visión, de cómo comunicar su forma de acercarse a Jesús y su misterio. Unos privilegian el silencio, la oración; otros, el servicio, lo social, el compromiso; otros el cuidado de la naturaleza, de la tierra, de las plantas. Todos ellos son muy valiosos. Son modos de acceder y conocer mejor la bondad de Dios.

Por último y muy importante, haciendo alianza con la familia, como nos recuerda el papa Francisco. La familia es la primera escuela de fe. Los papás tienen una gran responsabilidad y ayudan mucho con su ejemplo, su paciencia y su testimonio. Por eso, vale mucho la pena hacer equipo con ellos. Dialogar con ellos organizando alguna reunión o charla. En esa charla, escucharlos y sugerirles que no descuiden a sus hijos, que los escuchen, les dediquen tiempo, que los acerquen a las celebraciones parroquiales, que recen antes de comer o antes de dormir; hacer detalles sencillos, pero valiosos como darles la bendición antes de irse al colegio o un abrazo cuando llegan de la escuela. Los padres de familia hacen mucho, pero hay que orientarlos. Iniciar a nuestros alumnos en el tema de la fe es una gran tarea, pero también una gran oportunidad para enseñarles actitudes y valores que le den confianza y seguridad en sus vidas. Para ello necesitamos estrategias, técnicas y métodos, pero, sobre todo, mucho cariño para ayudar a que nuestros niños y niñas se acerquen con Jesús y, al encontrarlo, se sentirán seguros, alegres y felices. ¿No es esto lo que soñamos cada uno como personas?

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