Conoce las traducciones de la Biblia que más usan actualmente los católicos en México


 

“En medio de tantas palabras diarias,

necesitamos escuchar esa Palabra

que no nos habla de cosas, sino de vida”.

Papa Francisco

 

En el principio de la vida cristiana no teníamos Biblia. La Biblia católica ha llegado a nosotros a través de un largo proceso histórico de redacción artesanal, recopilación, vivencia popular, traducción e impresión. Este conjunto de 73 libros sigue siendo el libro más apasionante que ha cambiado vidas a lo largo y ancho del mundo. Tal vez has tenido la oportunidad de leerla en tu propio idioma, y esto ha sido gracias a las traducciones que se han hecho de las lenguas originales a más de 450 idiomas en forma integral, y a cerca de 2454 en forma parcial.

¿Cómo fue ese proceso de traducción? ¿Cuáles fueron las primeras traducciones de la Biblia?

 

La Palabra de Dios llegó a nosotros como una gran aventura de amor, que hunde sus raíces en un acontecimiento liberador

Hubo dos acontecimientos que echaron a andar la palabra escrita. El primero fue la liberación de la esclavitud del pueblo judío y su camino de construirse como pueblo de Dios, que dio origen al Antiguo o Primer Testamento. Y el otro, fue la vida, obra, muerte y resurrección de Jesús, y la vida de la Iglesia, que dio origen al Nuevo o Segundo Testamento.

Estos acontecimientos fueron hechos de vida, luego se guardaron en la memoria y en el corazón de las comunidades y del pueblo. Generaron la tradición oral que se trasmitía de padres a hijos, de comunidad a comunidad y de apóstoles a comunidad.

La trasmisión de la Palabra se hacía de viva voz, con fiestas, gestos y símbolos. Poco a poco estas historias y experiencias se escribieron en manuscritos de papiro, cuero o pergamino en hebreo, arameo y griego con el propósito de conservar, preservar y observar la palabra revelada.

 

Las primeras traducciones de la Biblia

La lengua original en que se escribió el Antiguo Testamento fue el hebreo. Pero también hubo una pequeña parte, Esdras y Daniel, que se escribieron en arameo.

La primera traducción de la palabra de Dios fue del hebreo al griego. Se le conoce como Septuaginta o Traducción de los Setenta, porque según la tradición, la hicieron 70 sabios judíos entre los siglos III y I a. C. Esta traducción benefició a los judíos dispersos por países que ya no hablaban el hebreo, sino el griego, pero que seguían celebrando su fe en torno a la tradición oral.

 La lengua original en que se escribió el Nuevo Testamento fue el griego. Sin embargo, con la actividad misionera de las comunidades cristianas en las regiones del Imperio Romano, donde ya no se hablaba el griego ni el hebreo, fue necesario traducir la Biblia al latín. En esta segunda traducción, para el Antiguo Testamento se usó la traducción griega de la Septuaginta; y para el Nuevo Testamento se usaron los escritos en griego. Las dos traducciones que más se conocen son la Vetus Latina y la Vulgata.

 

San Jerónimo y la Biblia Vulgata

La aparición de las versiones latinas, con problemas de traducción, preocuparon a las autoridades de la Iglesia. Por eso, el Papa Dámaso, en el año 382, encomendó a san Jerónimo la revisión de los Evangelios, tarea que concluyó en el año 384. Luego tradujo al latín los libros del A. T. de la Septuaginta. Posteriormente, para el A.T., decidió traducir los textos del hebreo entre los años 390 y 405 d. C.  A esta traducción hecha por san Jerónimo y su equipo, donde destacaba una biblista llamada Paula, se le conoce como la Biblia Vulgata (Ildo Bohn Gass, Una introducción a la Biblia, Dabar).

Hubo reproducciones sucesivas con revisiones de la Vulgata y otras diversas traducciones a lo largo de los siglos. En el caso de Martín Lutero, tradujo la Biblia al alemán. Pero para el Antiguo Testamento prefirió el canon de los libros escritos en hebreo. Mientras que la Iglesia católica, siguiendo el ejemplo de los apóstoles, adoptó el canon más largo de la traducción griega de los Setenta, la cual tenía siete libros más, llamados por san Jerónimo como Deuterocanónicos.

Con la aparición de la imprenta de Juan Gutenberg, el primer libro impreso fue la Biblia. De esta manera, la palabra de Dios que se inició en manuscritos pasó a estar impresa. A partir de ahí, la Biblia tuvo mayor difusión por el mundo.

 

Las traducciones actuales de la Biblia

Si te paseas por algunas librerías o navegas por diversas páginas de la web te darás cuenta de que hay una gran variedad de Biblias. Muchas son traducidas de los originales hebreo, griego y arameo. Solo que a veces no sabes cuál elegir o, como se dice popularmente, cuál es la “buena”. Aquí te compartimos las más conocidas en México para los católicos. La diferencia entre ellas radica no tanto en el contenido, sino más bien en el lenguaje de la traducción, en sus características, en su formato, en el  modelo o en sus recursos explicativos.

Como te habrás dado cuenta la aventura de la traducción bíblica ha sido muy complicada pero muy valiosa. La Biblia inició un recorrido de trabajo manual en pergamino, cuero y papiro, luego pasó al papel impreso, y ahora también está en soporte digital. “Traducir” es una tarea ardua y difícil debido a las circunstancias históricas, y a las diferencias lingüísticas y culturales de cada pueblo y nación. No obstante, con los avances, descubrimientos y estudios bíblicos actuales, los traductores siguen haciendo nuevas traducciones y más perfeccionadas.

 

Por estas razones, si tienes una Biblia, valora su hermoso contenido, familiarízate con su lenguaje, no la dejes abandonada en algún rincón obscuro de tu hogar.

Y ya que en la Iglesia católica el año 2020 se ha declarado como el “Año de la Biblia” por el 1600 aniversario de san Jerónimo, “patrono de los traductores”, te animamos a que le hagas un espacio a la lectura de estos libros santos. Si solo lees la Biblia, tal vez olvides lo que lees, pero si te alimentas de ella no olvidarás su sabor. Con toda razón Jesús dijo: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4,4).

 

 

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