Acercar los relatos bíblicos a los pequeños tiene muchas ventajas


La palabra de Dios es un acompañamiento

Como padres y madres de familia y educadores de preescolar, tenemos clara nuestra responsabilidad de ser los primeros formadores de nuestros pequeños; que Dios mismo nos ordena que transmitamos sus palabras a nuestros hijos (Deuteronomio 6, 5-9), y que mientras más tempranamente empecemos a hacerlo, será mejor para ellos, porque la Palabra los acompañará hasta su vejez (Proverbios 22, 6).

Los libros de la Biblia

Pero no sé si también tenemos claro que la Biblia que comúnmente usamos no es precisamente un libro, sino una colección o recopilación de libros sagrados que contienen las historias, doctrinas, códigos y mensajes basados en tradiciones judías y cristianas de hace más de dos mil años, y escritas por diversos personajes en diversas épocas y, por tanto, no fueron elaborados precisamente para una lectura infantil.

Acerquemos a los pequeños a Dios

Si por un lado tenemos una responsabilidad, y por otro lado no tenemos el instrumento más idóneo para cumplirla, quiere decir que necesitamos biblias y libros bíblicos que sean instrumentos aptos para introducir y poner en contacto a niñas y niños, de entre los dos y los ocho años, con la Palabra de Dios. A continuación, padre, madre y educador, te compartimos algunas reflexiones que ayuden a tomar conciencia de la necesidad de que existan biblias infantiles y libros de historias bíblicas para cumplir nuestra responsabilidad y misión con las y los pequeños.

  1. Todos los expertos en psicología infantil y en ciencias de la educación están de acuerdo en que mientras más temprano se inicien los procesos educativos de las y los pequeños, es más eficaz tanto la enseñanza como el aprendizaje. El proceso de formación bíblica no debería ser la excepción. Según los expertos, si un niño o una niña viven y crecen en un ambiente hostil, o donde son avergonzados, aprenderán a agredir o a ser tímidos y dejados; en cambio, si viven y crecen en un ambiente de tolerancia y reconocimiento, aprenden a escuchar y a ser pacientes o a seguros y tener autoconfianza. Pensemos lo que puede suceder si a su temprana edad viven y crecen en contacto y familiaridad con las Sagradas Escrituras.
  2. Los pequeños de estas edades son predominantemente sensoriales: todo necesitan tocarlo, verlo, oírlo, olerlo y, si es posible, saborearlo. Por los sentidos experimentan, conocen y aprenden. Necesitan, pues, biblias y libros de historias bíblicas muy llamativas, muy ilustradas, muy coloridas, que dondequiera que los abran, haya algo que impacte mucho y estimule sus sentidos. Así es como se diseñan los libros infantiles.
  3. Obviamente, las biblias infantiles y los cuentos bíblicos no son precisamente para que los muy pequeñitos las lean por sí mismos -lo podrán hacer quizá hasta los siete u ocho años- sino para que los padres, los familiares o los educadores se las lean, con tal entusiasmo y entonación, que despierten su imaginación y los hagan experimentar y vivir las historias y los mensajes. Las biblias infantiles y los libros de historias bíblicas están hechos precisamente para que los padres los lean a los hijos y con ellos.
  4. Unos padres de familia con tres hijos pequeños, que compraron una Biblia infantil y dos libros diferentes de historias bíblicas, tiempo después confiaban: “nunca creímos que nuestros tres pequeños (dos hijos y una hija) se aficionaran tanto a la lectura bíblica. Empezamos turnándonos para leerles por la noche, antes de dormir, pero ahora no nos pueden ver desocupados porque ya están queriendo continuar la lectura. Con el de ocho años, el mayor, ya lo hacemos que nos lea poco a poco él mismo y comentamos con él lo que nos lee o las ilustraciones de su biblia infantil. Nuestros hijos nos hacen tener presente la Palabra de Dios como dice el Deuteronomio: al acostarnos, al levantarnos, estando sentados o parados. Todo esto ha sido para nosotros una experiencia familiar muy hermosa”.
  5. Una encarecida recomendación: nunca utilicen la Biblia, ni los libros de historias bíblicas, ni ningún libro infantil, para entretener a sus hijos y desentenderse de ellos. Están hechos para lo contrario, para acercarnos más y convivir con ellos, para sentirlos y para que nos sientan. Si utilizan así la biblia infantil y los libros de historias bíblicas, tarde o temprano les sucederá como a los padres de familia, cuya historia les compartí en el inciso D).

Recomendación sobre la Biblia para niños

Para terminar, por el momento, les recomiendo que, con la Biblia que tengan, comiencen a hacer la prueba, no de leérsela a los pequeños. Lean primero ustedes una historia como la de Moisés (Éxodo 2, 1-10) o cualquier parábola de Jesús, y luego traten de contársela a las y los pequeños con sus propias palabras. Las biblias infantiles y los libros de historias bíblicas ya tienen hecho ese trabajo.

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