Todo lo que debes conocer sobre las celebraciones litúrgicas para vivir como auténtico pueblo de Dios


Vengan a las puertas y a los atrios de su templo con himnos de alabanza y gratitud. ¡Denle gracias, bendigan su nombre! Porque el Señor es bueno; su amor es eterno y su fidelidad no tiene fin.

Salmo 100

 

El año litúrgico católico nos abre a otra forma de ver el tiempo, en el que reafirmamos que la vida también es para convivir, contemplar, luchar y celebrar. La importancia del año litúrgico y el papel que juega en nuestra vida cristiana y en la misión de la Iglesia es algo que normalmente dejamos de ver, cegados por el factor festivo de los distintos momentos del año.

 

¿Qué es el año litúrgico?

El año litúrgico nos brinda a los cristianos todo un conjunto de celebraciones que giran en torno al centro de nuestra fe cristiana: el misterio pascual de Jesucristo. Es fruto de una larga experiencia de la vida y la misión de la Iglesia, en la que se fueron incorporando nuevas celebraciones, la cuales se fueron adaptando a las diversas realidades y culturas.

En el tiempo de los primeros cristianos, la celebración litúrgica se concentraba en el domingo, mejor conocido como “día del Señor” (Hech 2, 42-47; Ap 1,10). Era la ocasión en que los primeros cristianos se reunían para orar y escuchar la Palabra de Dios y de los apóstoles, participar de la fracción del pan y tomar acuerdos comunitarios para la misión.

Con el paso del tiempo, se fueron añadiendo más celebraciones y a este conjunto de celebraciones se le llamó “Año de la Iglesia” (s. XVI), “Año cristiano” (s. XVII), “Año litúrgico” (s. XIX), y en los documentos del Vaticano II se le nombró: “Año litúrgico”.

Así pues, el año litúrgico está compuesto de celebraciones “impregnadas de la presencia del Señor” (Sacrosanctum Concilium 102-105).

 

Los tiempos litúrgicos

Con el propósito de celebrar en forma ordenada el misterio de la vida y el amor de Cristo y otras diversas celebraciones que giran en torno a él, el año litúrgico se divide según los “tiempos fuertes”: Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua; y el “tiempo ordinario”, en dos momentos.

Adviento: El año litúrgico da inicio con el primer domingo de adviento (4 semanas antes de navidad), que normalmente cae en la última semana de noviembre o en la primera de diciembre y culmina el 24 de diciembre. Es un tiempo que acentúa la esperanza del Mesías salvador. El color que identifica a este tiempo es el morado.

Navidad: En él se celebra el nacimiento de Jesús, el 25 de diciembre y concluye con la Epifanía, comúnmente llamada “día de Reyes” (6 de enero). Es el tiempo en el que celebramos la presencia de Dios hecho hombre. El color que identifica este tiempo es el blanco.

Primer tiempo ordinario: Va desde la Epifanía hasta la Cuaresma. Puede tener una duración de 5 a 9 semanas (dependiendo de la fecha en caiga la fiesta de la Pascua). Es un tiempo en el que celebramos diversos momentos de la vida pública de Cristo. El color que lo identifica es el verde.

Cuaresma: Inicia con el Miércoles de Ceniza y se prolonga durante cuarenta días hasta el Domingo de Ramos. Es un tiempo de conversión, en el que se hace énfasis en la oración, la penitencia y el ayuno. El propósito es encaminarnos a la Pascua liberadora de Jesús. El color que identifica este tiempo es el morado.

Semana Santa: No se considera un tiempo litúrgico, pero es el centro de todo el año litúrgico y de la Iglesia. Inicia con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Pascua. Se celebra la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús. Los colores que identifican este tiempo son el morado, el rojo y el blanco.

Tiempo de Pascua: Es un tiempo de gozo, de paz, de alegría y de esperanza, que se extiende a lo largo de 50 días, iniciando con la Vigilia pascual y culminando con Pentecostés. El color que lo identifica es el blanco.

Segundo tiempo ordinario: Inicia después de Pentecostés hasta llegar a la fiesta de Cristo Rey. En este tiempo celebramos diversos momentos de la vida pública de Cristo y su anuncio del Reino. El color que identifica este tiempo es el verde.

Testigos de Cristo y de su Reino

En el año litúrgico, también está incorporado el santoral, que son celebraciones dedicadas a evangelistas, apóstoles, mártires, santos y santas de la Iglesia que han dado testimonio de Cristo y su Reino a lo largo de la historia.

Además, destacan las celebraciones en honor a la Virgen María, Madre de Jesús y Madre de la Iglesia. Entre las más importantes podemos mencionar las siguientes:

  • 1 de enero: Santa María, Madre de Dios.
  • 25 de marzo: La Anunciación.
  • 31 de mayo: La Visitación de María a su prima Isabel.
  • 8 de septiembre: La Natividad de la Virgen María.
  • 21 de noviembre: La Presentación de María en el templo.
  • 8 de diciembre: La Inmaculada Concepción.
  • Y en el caso de México, el 12 de diciembre, la Virgen de Guadalupe.

La importancia del año litúrgico

Todo este proceso celebrativo que podemos vivir día con día o domingo a domingo, nos permite:

  • Celebrar el amor de Dios y comprender su mensaje salvador.
  • Crecer en comunidad y vivir como verdaderos cristianos.
  • Renovar y madurar nuestro proceso de vida cristiana a través de los diversos ciclos litúrgicos.
  • Tener como centro a Cristo, que en cada celebración nos ofrece su salvación.
  • Comprender que año tras año, ya no partimos de cero, sino que celebramos con un mejor significado y una mejor participación.

No podemos renunciar a nuestra capacidad celebrativa que nos une y nos hermana en la fe y en el compromiso cristiano.  Esperamos que estas consideraciones te sirvan para que disfrutes de manera más consciente tu experiencia, y al mismo tiempo ayudes a tu comunidad a comprender mejor el significado de las celebraciones del año litúrgico.

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