Lo que deben saber los catequistas de la propuesta educativa del papa Francisco
La educación será ineficaz y sus esfuerzos serán estériles, si no procuran también difundir un nuevo paradigma acerca del ser humano, de la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza (Laudato Si, n. 215).
Amigas y amigos formadores en la fe, compartimos una nueva reflexión acerca del Pacto Educativo Global (PEG) propuesto por el papa Francisco. Dicho pacto es algo que por nuestra función formadora nos compete y al que le debemos prestar toda nuestra atención e interés. Por eso ahora queremos empezar a pensar para asumir cuál es nuestra misión, nuestro rol en el PEG.
Preparémonos para asumir el Pacto Educativo Global
Veamos brevemente la realidad de lo que queremos compartir: el PEG del papa Francisco, planteado y propuesto desde el 2017 para celebrarse en Roma el 14 de mayo del 2020, se ha venido posponiendo a causa de la pandemia, y el evento internacional no ha podido celebrarse aún, aunque se cuenta ya con su Instrumentum Laboris (el documento de trabajo). Sin embargo, pensamos que con los lineamientos de dicho documento podemos empezar a tratar de entender, comprender, aplicar y vivir algunos tópicos del PEG que nos vayan preparando para, en su momento, asumir plenamente el Pacto y estar dispuestos a hacer lo que nos corresponda. Lo que vamos a compartir sobre nuestra misión en el PEG está inspirado y basado en ese documento.
Entendamos nuestro papel como educadores
Pensemos y reflexionemos en cinco amplios puntos que nos ayudarán a descubrir nuestro rol en el PEG:
- En la introducción del documento se plantea que para alcanzar los objetivos globales del pacto es necesario asumir que “la educación y la formación se convierten en prioridades, porque ayudan a ser protagonistas directos y co-constructores del bien común y de la paz”. Esto implica que nosotros como educadores debemos asumir “un nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad, la religión y la relación con la naturaleza”. O sea, debemos formar teniendo como objetivo que, sea lo que sea que haya mañana, sea mucho mejor de lo que tenemos hoy. ¿Así lo hacemos, o preferimos “no hacer olas” y educamos solo para preservar y conservar?
- Comprometerse con el PEG no implica una acción educativa ni el desarrollo de un programa, sino el involucrarse en una alianza educativa con todos aquellos que de una o de otra manera tienen y ejercen responsabilidades educativas, y que, siendo diferentes entre sí, se comprometen en una causa educativa común. Podemos empezar en nuestros colegios a construir una alianza con todos los educadores del plantel, sean de la materia que sean; con todas las autoridades de la institución (directivas, administrativas, económicas, financieras, de servicios, etc.); con todos los padres de familia y con las familias mismas de los alumnos, con todos los educandos, de todos los niveles; con las asociaciones de escuelas y de profesionales de la educación. ¿Nos atreveremos a iniciar algo así ya?
- Esa alianza crea lo que el papa Francisco llama una aldea de la educación en la que, entre muchos diferentes, se dé la escucha paciente, el diálogo constructivo y la mutua comprensión de todos sobre un objetivo educativo común: la familia, la escuela, las religiones, las asociaciones, la sociedad civil en general (la economía, las finanzas, la política, los gobiernos), todos los diferentes aliados para educar. Empecemos a crear en el medio a nuestro alcance nuestra pequeña aldea de la educación, y empecemos en ella a dialogar y a comprender nuestra misión y la emergencia educativa que vivimos desde hace tiempo.
- El cuarto apartado del documento titulado La Misión, nos advierte que “el crear una Aldea de la Educación no será posible sin la activación por parte de todos de un Triple coraje:
- El coraje de colocar a la persona en el centro. Que tengamos la valentía de animar procesos educativos formales e informales con un itinerario de ecología Integral que coloque en el centro el valor propio de cada criatura en relación con las personas y su entorno, y que proponga un estilo de vida en el que todos estén incluidos y nadie sea descartado. ¿Tenemos el coraje, o nos creemos necesitados de poner otras cosas en el centro y no a las personas? ¿Tenemos el coraje, o en realidad estamos descartando a personas de nuestra educación?
- El coraje de invertir las mejores energías con creatividad y responsabilidad. No en la producción y el mercado, no en la ganancia, sino en primer lugar tener el valor de invertir lo mejor que tenemos hoy como comunidad (eclesial, social, educativa, política) en transmitir lo mejor de nosotros mismos a las nuevas generaciones. Invertir en la educación de los más jóvenes lo mejor de lo que hoy disponemos. Esto requiere un discernimiento de nuestro propio comportamiento como sociedad, conscientes de que al educar mejoramos y de que “el mañana exige lo mejor de hoy”. ¿Nos debemos atrever a cuestionar qué tanto nosotros y nuestra comunidad educativa ponemos todo lo mejor que tenemos al servicio de la educación de nuestras generaciones más jóvenes?
- El coraje de formar personas dispuestas a ponerse al servicio de la comunidad. Este es un elemento verdaderamente decisivo de cada gesto educativo: “ningún educador logra el pleno éxito de su acción educativa, si no se compromete a formar y a configurar, en aquellos que le han sido confiados, una plena y verdadera responsabilidad al servicio de los demás, de todos los demás, de toda la comunidad humana, comenzando por los que presentan una mayor situación de fatiga y de desafío”. No se trata solo de una actividad educativa (como el voluntariado), sino de una verdadera didáctica que ayude a aprender, a comprender, a experimentar y a fijar en la mente el servicio a todos los demás, de manera que el otro, el prójimo “sea tanto la vía como la meta del camino de la educación”. ¿Tenemos el coraje, o nos preocupamos solo por formar para una ocupación o profesión y no para el servicio a la comunidad? No olvidar que “el verdadero servicio de la educación es el de la educación para el servicio”. Educar para servir, educar es servir. ¿Estamos dispuestos a servir?
- El documento concluye citando a Hannah Arendt como un indicador y síntesis de lo que está en juego en cada acto educativo. Compartimos la cita: “La educación es el momento que decide si amamos lo suficiente al mundo como para responsabilizarnos de él y salvarlo de la ruina, la cual es inevitable sin renovación, sin la llegada de nuevos seres, de jóvenes. En la educación se decide también si amamos tanto a nuestros hijos, al punto de no excluirlos de nuestro mundo, dejándolos a merced de sí mismos, al punto de no quitarles su oportunidad de emprender algo nuevo, algo impredecible para nosotros, y los preparamos para la tarea de renovar su mundo que será común a todos” (Tra passato e futuro, Garzanti, Turín, Italia, 1999, p. 255). Hagamos de esta cita objeto de la reflexión de nuestra aldea de la educación, para evaluar qué tanto amamos a nuestros hijos, a nuestros educandos, a nuestros colegas, a las familias cómplices, a nuestra profesión a nuestra institución y a nuestro mundo.
La catequesis y el Pacto Educativo Global
Como educadores en la fe, tenemos una importante misión ante el pacto que nos propone el papa Francisco.
- Nos toca difundir, dando a conocer el Pacto Educativo Global propuesto por el papa Francisco entre todos aquellos que deberían aliarse con nosotros para crear nuestra pequeña aldea de la educación.
- Tenemos que promover con nuestra comunidad la educación integral para conocer, comprender, experimentar, aplicar y vivir los cinco puntos aquí compartidos.
- Busquemos activamente proponer, promover y participar en la integración gradual pero continua y seria de la alianza, de la aldea de la educación en el ambiente y el entorno que nos corresponde.
- No claudiquemos en mantenernos y mantener a nuestros aliados atentos e interesados en el desarrollo internacional del PEG para asumirlo y sumarnos a su realización.
Como puedes ver, tenemos por delante una gran tarea que estamos seguros hará de nuestros alumnos mejores personas y ciudadanos del mundo.
Cualquier experiencia y/o sugerencia que les pueda surgir en el hacer de nuestra responsabilidad educativa, agradeceremos nos la compartan.