El ejemplo de Jesús nos invita a proteger nuestra vida


Hemos abierto las puertas a este nuevo año 2021, con la esperanza de un mundo mejor. Pero ante la pandemia que aún estamos viviendo, con rebrotes en muchos países, tenemos que insistir en sabernos cuidar.

Aunque las vacunas contra la COVID19 ya se han empezado a poner en circulación, no hay que quitar el dedo del renglón, tenemos que seguir cuidarnos.  Pero, “tampoco queremos volver a la normalidad que vivíamos antes, porque está claro que esa normalidad no era buena… esa normalidad a la que nos acostumbramos estaba enferma de injusticias, desigualdades y degrado ambiental… Queremos salir de todo, salir mejores que antes y que ahora” (Papa Francisco, Audiencia general 20 sep 2020).

Entonces, debemos construir un mundo más sano, solidario, justo y fraterno para todos, y el ejemplo lo tenemos en Jesús de Nazaret: “yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).

Volver a Jesús y su evangelio no es para seguir haciendo lo mismo que hemos venido haciendo, incluso en nuestra vida cristiana. Como discípulos y seguidores de Jesús, con los ojos puestos en su práctica y en su persona, debemos aprender a cuidar la vida y a cuidarnos mejor.

Jesucristo nos enseña que es posible transformarnos. Él nos invita a entrar a otro tipo de normalidad, la normalidad del Reino, en donde todos podemos vivir mejor. Para construir esa “normalidad”, no lo hace con palabras mágicas, ni con técnicas sofisticadas, sino al modo humano. A través de sus palabras busca que la gente tome conciencia de que al aceptar vivir de acuerdo al proyecto del Reino se puede cambiar, tanto personalmente como socialmente.

Jesús, en los evangelios, sana a los enfermos, da vista a los ciegos, hace hablar a los mudos, hace oír a los sordos, hace que los cojos anden. El cuidado de Jesús por la vida de los desafortunados nos hace ver que es posible otra realidad, otro mundo, otra “normalidad”.

Lo que se hace evidente en la práctica de Jesús es que no solo sana el cuerpo, sana a la persona entera, sana a la comunidad. Porque en su proyecto de Reino hay una nueva forma de vivir, de ser y hasta de sentir. Se nota que Jesús sabe cuidar.

El que cuida es porque ama, el que ama está llamado a cuidar. El cuidado es una regla de oro de nuestra humanidad y trae consigo salud y esperanza (cfr. Laudato si’ 70). Cuidar de quien está enfermo, de quien lo necesita, de quien ha sido dejado de lado es una riqueza humana y cristiana.

Como cristianos, veamos en Jesucristo el ejemplo para responsabilizarnos por el cuidado de nosotros mismos y nuestro entorno, como él lo hizo. Te proponemos que, una vez al mes, hagas una revisión de vida para confirmar si estas en sintonía con la “normalidad” del Reino. De forma muy sencilla, ponte en presencia de Dios, repasa lo que has vivido en estos días, escoge un hecho que te llame la atención y observa los sentimientos que acompañaron ese hecho. Del uno al diez, señala qué lugar ocupa Jesucristo en tu vida.

Esto también lo puedes hacer en compañía de otras personas o con los catequizandos. Pregúntense ¿en dónde sienten que Dios los ha llamado a mirar? Pidan a Dios la gracia para poner en práctica tu compromiso por el Reino y terminen con la oración del padrenuestro.

Todos podemos recorrer nuevos caminos para no descuidar el mayor desafío que tenemos, cuidar la vida.

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