Cinco pistas para reconocer un buen equipo de liturgia y acerca la comunidad con Jesucristo
La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio
(Evangelii gaudium, n. 114).
Observar lo que hacen algunos equipos de liturgia
Por experiencia, hemos visto equipos de liturgia que quieren hacer todos los servicios: recibir a las personas, leer las lecturas… quieren hacer todo. También los hay que solo se dedican a cantar, como si fueran un grupo musical y reducen su tarea a la música, y con los cantos de siempre. Hay un tercer tipo de equipos de liturgia, que solo se aferran a las lecturas, y siempre leen los mismos, quizá porque tomaron un cursito de liturgia o porque el párroco les dijo que lo hacen bien. Pero no promueven la lectura con la comunidad o entre ellos, para que se vea un poco la promoción del equipo. Frente a estos tipos de equipos de liturgia, cabe hacernos unas preguntas:
- ¿Cómo podemos reconocer a un buen equipo de liturgia?
- ¿Qué criterios habría que tomar en cuenta para evaluar a un equipo de liturgia?
- ¿Qué acciones o actitudes podemos fijarnos para decir que este, ese o aquel es un excelente equipo?
Conocer los criterios para evaluar al equipo de liturgia
Como ya sabemos, la meta de la renovación litúrgica es la participación activa y consciente de toda la asamblea, el ejercicio del sacerdocio de los bautizados. Que el pueblo se convierta en sujeto activo de la acción litúrgica. O como dice el papa Francisco, que “la Iglesia sea el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado…”
Además, en la Sacrosantum concilium y en algunos autores liturgos, hemos encontrado cinco criterios que pueden servir de faro para poder evaluar y descubrir a un excelente equipo de liturgia.
- Lograr que mayoría de la asamblea participe
Recordemos que quien celebra la misa y los demás sacramentos es el pueblo de Dios. Liturgia significa acción del pueblo. Toda la asamblea está llamada a celebrar y participar de manera activa, consciente y fructífera.
- Es todo el pueblo el que debe cantar, rezar, aclamar, alabar, pedir.
- Es todo el pueblo el que está llamado a ofrecer el sacrificio de Cristo y ofrecerse juntamente con él (SC 48).
- Es todo el pueblo el que debe escuchar la palabra de Dios y responder a ella.
Esto quiere decir que la presidencia, los lectores y cantores deben actuar como miembros dentro del cuerpo. Así enseña san Juan Crisóstomo: “No dejen toda la responsabilidad al sacerdote, sino que cada uno en su propio lugar esté preocupado por la comunidad reunida como si fuera su propio cuerpo comunitario”.
- Favorecer la “fiesta de la comunión eclesial” (Pue 939).
Algunas pistas que pueden favorecer este encuentro.
- El sacerdote y el equipo reciben a los fieles en la puerta de la parroquia y suscitan una breve plática.
- Después del saludo bíblico, el presidente puede dirigir unas palabras más informales y personales.
- Dar una motivación comunitaria en el momento de la oración del Padre nuestro.
- En el momento de la paz, darse un abrazo sin prisas.
- El coro puede hacer un breve ensayo de los cantos con toda la comunidad, antes de la celebración, para “romper el hielo”.
- Vincular la vida personal-comunitaria-social con la celebración
- Se pueden poner carteles a la entrada de la parroquia con recortes de periódicos, fotografías, frases que evoquen los acontecimientos más importantes de la semana.
- Hacer una breve mención de los acontecimientos importantes de la colonia, pueblo o país, al comienzo de la celebración. Esto supone estar atento a la realidad social.
- Durante la homilía, uno o dos hermanos pueden dar testimonio de su experiencia en alguna acción pastoral que están realizando.
- Usar un lenguaje más acorde con la cultura actual
- Utilizar palabras más inteligibles, más cercanas a la vida del pueblo. Esto supone conocer el lenguaje del pueblo, de la comunidad. El peligro que quizá algunos encontramos, es que nos apropiamos de las palabras de algún especialista, y tal cual las transmitimos al pueblo, sin que para ellos signifique nada.
- El Papa sugiere que “hay que atreverse a encontrar los nuevos signos, los nuevos símbolos, una nueva carne para la transmisión de la Palabra, las diversas formas de belleza que se valoran en diferentes ámbitos culturales…” (EG 168).
- Utilizar un trato cercano en la relación con Dios, como nos lo enseñó Jesús: Dios es Abbá, papá tierno, cercano, misericordioso.
- Utilizar más elementos visuales, gestos y acciones simbólicas, tales como realizar una procesión, encender unas velas, levantar las manos, besar la Biblia, la cruz.
- Vivir lo celebrado con alegría y llevarlo a la comunidad
- Una nota esencial de la vida cristiana es la alegría “por haberse encontrado con Jesús”, con los hermanos, sentido para nuestra vida. Y esto se nota. Como decían de los primeros cristianos “miren cómo se aman”.
- Lo que celebramos hay que hacerlo vida en nuestro entorno social. Sin un mínimo de vida comunitaria, de acción y testimonio en la vida de la colonia, la comunidad o la familia, no es posible celebrar la liturgia de Jesús, dador de vida para todos.
Cómo actuar para hacer nuestro servicio lo mejor posible
“Lo indispensable es que el predicador tenga la seguridad de que Dios lo ama, de que Jesucristo lo ha salvado, de que su amor tiene siempre la última palabra. Ante tanta belleza, muchas veces sentirá que su vida no le da gloria plenamente y deseará sinceramente responder mejor a un amor tan grande” (EG 151).
Aquí el Papa lo dice en especial para el predicador. Pero, el mensaje puede aplicarse a cualquier servidor de la comunidad, al recepcionista, al lector, al ministro de la comunión. Se predica con la palabra, pero dice más el ejemplo y el testimonio.
Celebrar el reto de ser animadores de la comunidad
Gracias, hermano Jesús, porque nos haces participes de tu vida divina.
Permítenos asociarnos a tu tarea de animar a nuestros hermanos en la fe para que te busquen, te encuentren y te hablen.
Evaluar nuestra participación litúrgica
- ¿Estás promoviendo la participando activa de la comunidad, o el equipo quiere hacer todo?
- ¿Son nuestras celebraciones realmente “fiestas de comunión” o está faltando algo?
- ¿Qué medios hemos utilizado para unir celebración y compromiso social?
Podemos concluir que, para reconocer la tarea de un buen equipo de liturgia lo mejor es fijarnos es sus frutos: participación de la comunidad, relación fraterna entre sus miembros, formación permanente para hacer su tarea, alegría en el servicio. Estos son algunos criterios que nos pueden ayudar a valorar nuestra entrega en favor de la comunidad.
Esperamos que los criterios aquí apuntados ayuden para que tu equipo litúrgico crezca hasta llegar a ser a la medida y el estilo de Jesús, que es nuestro maestro en el servicio, y todos gocemos la vida que Dios quiere darnos de manera superabundante.