La enseñanza de valores a los niños es una forma en que los padres les enseñan a cambiar al mundo


La verdadera educación consiste en obtener lo mejor de uno mismo. ¿Qué otro libro se puede estudiar mejor que el de la humanidad?

Gandhi

En un artículo anterior hablamos de qué son los valores y cuáles podemos empezar a interiorizar con nuestros hijos. En esta ocasión, queremos dar un paso más y te invitamos a reflexionar sobre lo qué debemos entender por “Educar en valores” y qué dimensiones debe contener este tipo de formación. También, te planteamos, de forma muy general, las actitudes a fomentar en nuestros hijos. Enseguida, dedicamos un espacio para comentar lo que hemos escuchado sobre la falta de valores, y enseguida te daremos unas sugerencias para dirigir la educación de tus pequeños. Finalmente, cerramos con una reflexión de por qué vale la pena educar en valores.

Lo que escuchamos de sobre la falta de valores

Es común que mientras vamos en el transporte público escuchemos a personas que se quejan porque no les dan el asiento o los empujan, y usan expresiones como estas: “ya no hay respeto”, “no tienen valores”, “ni permiso piden”. Estas son sólo algunas frases sueltas, pero incluso hay gente que se insulta y hasta llegan a los golpes. Sin embargo, lo más preocupante es que también en las familias escuchamos quejas semejantes: “este ni su plato levanta”, “el tío fulano ya ni saluda”, “la tía X usa malas palabras”. Estas afirmaciones nos obligan a pensar y a preguntarnos que si ya no queremos que esto suceda, tenemos que educar en valores, desde casa, desde pequeños.

Nuestra tarea como educadores es ayudar a las personas, especialmente a los papás, a que caigan en la cuenta de esta realidad, e invitarlos a la tarea de educar a sus hijos. No podemos cambiar de un jalón todo aquello que hay en nuestro ambiente, pero sí podemos hacer la diferencia empezando en casa con nuestro hijo e hija. ¿No te parece?

Educar en valores es iniciar un itinerario consciente, atento con nuestro hijo o hija creando condiciones pedagógicas, ambientes, momentos y buscando recursos que nos ayuden para que esa tarea se lleve a cabo de una forma óptima. Y hacemos esto porque queremos niños y niñas felices, autónomos y con criterios para tomar decisiones en su vida personal y social.

 

¿Cómo podemos empezar a educar en valores a los niños?

No hace falta ser un experto en el tema y, muchas veces, imitar a otros es la mejor manera de empezar con esta formación tan necesaria en nuestros hijos. Empecemos por:

  • Enseñar con el ejemplo. Predicar con el ejemplo es siempre la mejor opción. Así instruimos con autoridad y nuestro mensaje llega mejor.
  • Usar el lenguaje propio o acorde a la capacidad de comprensión de nuestros pequeños. Ayuda mucho usar ejemplos, historias que contienen moralejas.
  • Empezar desde pequeños. Los psicólogos, incluso, recomiendan que desde antes de nacer, hay que hablar con ellos para que se vayan familiarizando con nuestra voz.
  • Usar recursos didácticos. Valerse de cuentos es una excelente alternativa, y es que los niños quieren imitar a los héroes o protagonistas de las historias.
  • Ayudar a crecer en confianza y autoestima. Esto se logra con gestos sencillos como un abrazo, la escucha atenta, hablar con un tono tranquilo (sin gritos) y que en todo sientan nuestro apoyo.

Y recuerda, la educación en valores es una actividad diaria. Es continua. Aprovechar cada momento, cada experiencia puede ser la mejor oportunidad de sembrar una semilla en nuestro hijo o hija.

Las dimensiones de la educación en valores

Los griegos, a la verdadera educación la llamaban paideia, y la concebían como una formación para la autonomía personal, la autoestima, el diálogo, la creatividad, la criticidad, la identidad personal y social.

Sin duda, se puede ofrecer una mejor educación en valores, para nuestros pequeños, si tomamos en cuenta las diferentes dimensiones de la persona. Esto quiere decir, no solo que aprenda a sumar y a hacer cuentas, sino también a diferenciar lo bueno de lo malo, lo que les ayuda o les perjudica. Es por eso que, mientras van creciendo, hay que facilitarles los criterios y herramientas que les ayuden a poner en la balanza lo mejor para sí y para quienes conviven con ellos. De manera gráfica, he aquí la propuesta de cómo incluir todas las dimensiones de la persona. Porque el peligro es poner la atención en una dimensión y que se nos olviden otras igual de importantes, como son las emociones, los sentimientos y las experiencias que forjan nuestra personalidad.

 

¿Para qué educamos en valores a nuestros hijos?

Puede que no entendamos, de inmediato, la importancia de educar en valores a nuestros hijos, pero los psicólogos afirman que este tipo de formación potencia y afianza la personalidad y aporta el marco de referencia para que sepamos comportarnos con respeto hacia los demás, a ser incluyentes, a cuidar del ambiente y ser solidarios.

Los valores les dan a nuestros hijos el criterio y las herramientas para que sepan discernir lo bueno de lo malo, pues los queremos ver autónomos, libres y felices.

En el entorno que nos ha tocado vivir, caracterizado por la complejidad social y la globalización económica y cultural, educar en valores es dar a los pequeños los instrumentos para que sean capaces de asumir los nuevos retos y jueguen un papel activo y eficaz en la construcción de un mundo mucho más justo, inclusivo, equitativo e intercultural.

Si ya no queremos escuchar más quejas, como las que apuntamos al inicio de nuestra reflexión, empecemos por darnos la oportunidad de educar a nuestros hijos. Empecemos un proceso, hagamos un itinerario con acciones sencillas, busquemos buenos libros que ilustren, preguntemos cómo le han hecho otros (los mayores, los maestros, los psicólogos) y pongamos manos a la obra. De esta manera ponemos nuestro granito formando hijos valiosos y así hacemos del mundo un lugar respetuoso, tolerante, sin guerras y mejor para todos.

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