La ecología y la catequesis están íntimamente conectadas


Desde que al papa Francisco lanzó la Encíclica Laudato Si´ en 2015, muchos sectores eclesiales, religiosos y pastorales tomaron entre sus manos la propuesta educativa de una ecología integral para hacerle frente a la crisis que estamos viviendo.

Muchas escuelas tienen, en tiempos de vacaciones, cursos de actualización o asambleas para planear el siguiente ciclo escolar, por lo que esta es una buena oportunidad para revisar si tienen que retomar con mayor profundidad y creatividad la propuesta del papa de una formación en ecología integral.

 

La propuesta de la ecología integral

A cinco años de la Encíclica “Alabado seas”, han habido grandes debates, conferencias, reflexiones, posturas y acciones al respecto. ¿Qué ha salido de esas reflexiones?

Algunos sectores del mundo moderno pensaron que la encíclica era un documento “verde” que solo atendía el problema del medio ambiente, pero lo que en verdad se señala en ella es algo revolucionario: el desafío de una conversión ecológica para ofrecer soluciones mundiales a nivel personal, social, cultural, económico, político y espiritual.

Los cristianos entendieron que el problema de la sociedad no está aislado de la vida humana y del planeta, que la justicia y la igualdad no están aislados del problema del grito de los pobres y del grito de la Tierra.

Los deberes con los pobres y con la naturaleza forman parte del compromiso de la fe, y la educación aún tiene el desafío de hacerlos realidad.

 

La educación en la ecología integral

Aunque el término no tiene una definición exacta en la encíclica, sin embargo muestra todas sus características y alcances.

La ecología integral tiene que ver con la forma en que estamos relacionados con todo: con nosotros mismos, con los otros, con los pobres, con la sociedad, con la madre Tierra y con Dios.

Es un paradigma porque no solo se propone estar a favor de algo: cuidar la vida, cuidar la Tierra, ver por los pobres; sino que también está en contra de algo: el modelo consumista, el derroche, la cultura del descarte, la acumulación y la explotación sin piedad del planeta.

Abarca todas las esferas de la sociedad: lo económico, lo político, lo cultural, lo humano y lo divino.

 

Esta la tarea educativa abarca la familia, la escuela y la sociedad

Obliga a formar una mentalidad, a tener una postura y generar opciones determinadas de amor, cuidado y solidaridad, que se vinculan con la propia vida, el comportamiento, los compromisos y el sentido de vivir la propia fe.

 

Revisar las líneas de acción en la educación de la fe

Desde aquel tiempo a la fecha, muchas escuelas y colegios han emprendido proyectos: huertos comunitarios, manejo de residuos, reciclado, reforestación… pero dichas actividades en favor del medio ambiente, que son loables, se han quedado desvinculadas de su mística profética, de la justicia, la igualdad y el respeto a la vida y a los más desfavorecidos.

Habrá que revisar qué aprendizajes, qué hábitos, qué acciones estamos desarrollando para que los alumnos y alumnas no se queden en su burbuja, y se relacionen mejor consigo mismos, con los demás, con los desfavorecidos, con la familia, con la sociedad con la madre Tierra y con Dios.

 

La conversión ecológica es un camino de aprendizaje y de cambio

Tendremos entonces que seguir replanteando nuestra forma de enseñar y de actuar. La práctica de la fe no puede quedarse en el confinamiento, sin hacer comunión con los demás. La educación de la fe no puede quedarse en oraciones, liturgias o fórmulas que ofrecen dentro de la iglesia o la escuela muchas alabanzas a Dios, pero afuera, con nuestra forma de relacionarnos y de actuar hay desprecio a las personas que no son de su “clase”, discriminación y marginación de los pobres, y agresión al planeta entero.

Tampoco puede quedarse en la acumulación de conceptos o conocimientos técnicos, si se olvidan los aprendizajes de la conversión, del compromiso solidario, de la fraternidad incluyente.

 

¿Te imaginas una escuela en la que los alumnos y alumnas que se forman, crean conocimiento y desarrollan una mística profética de amor y de cuidado en la escuela, la familia, la sociedad y el planeta? Entonces serán mejores hijos e hijas de esta Casa Común donde todos estamos interconectados.

Sería bueno hacer el ejercicio de monitoreo o un diario de ecología integral desarrollada en sus diferentes aspectos: ecología personal, ecología ambiental, ecología social, ecología económica, ecología espiritual. De tal modo que los alumnos se formen de manera más integral y plena.

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