5 reflexiones sobre la educación paterna de Dios


¿Alguna vez te has preguntado qué hace Dios para educar a su pueblo, cómo lo hace y para qué? SI hacemos un recorrido por el Antiguo Testamento podremos encontrar algunas pistas que nos ayuden a dar respuesta a estas preguntas, y así provocar a nuestros catequizandos a que profundicen en su fe.

 

  1. Para empezar a educar, Dios necesita motivar a su pueblo, lo hace rescatándolo

Cuando los hebreos fueron esclavizados y maltratados por los egipcios, se presenta el Señor, dispuesto a rescatarlos, a través de Moisés (Ex 4,21-23). Una vez que el profeta libera a los hebreos, inicia el proyecto histórico de Dios. Yavé empieza a trabajar con el pueblo, lo adopta como hijo y lo llama “primogénito”. El pueblo es libre. Cayó en la esclavitud y es injusto retenerlo. Su Padre reclama su libertad y acude a rescatarlo.

¿Te sientes miembro de ese pueblo rescatado? Dios te quiere libre y hará lo que sea para que sea para que sientas, experimentes o aceptes que eres su hijo. Permite que sea tu guía y tu educador, que sea parte de tu vida.

  1. La educación del pueblo tiene como marco de referencia el ámbito familiar

Una vez el Pueblo fue rescatado, comienza propiamente la educación, ésta empezaba en el seno de la familia. El padre aparece exhortando a su hijo, como se lee en el libro de Proverbios:

Escucha, hijo mío, los consejos de tu padre, no rechaces las advertencias de tu madre (1,8).

Acoge mis palabras, hijo, guarda mi enseñanza; que tu oído se abra a la sabiduría… (2,1)

Hijo, no te olvides de mis advertencias, que tu corazón sepa guardar mis mandamientos (3,1).

Incluso, en el Deuteronomio (8,1-6), se muestran las aflicciones pasadas en el desierto como una enseñanza paternal de Dios.

En el AT, el exilio de 40 años es una muestra de que la educación es laboriosa y prolongada; es exigente, pero está animada por el afecto paterno. No se trata de una teoría, sino de algo vital, experiencial. Someter a prueba es colocar al educando en una situación en la que tiene que tomar decisiones. Y al hacerlo va aprendiendo. El padre desea que el hijo le obedezca porque sus mandatos son para bien del hijo. El educando tiene que conjugar la valentía y el aguante en la prueba con la confianza en el auxilio paterno. ¿Has pasado por alguna prueba? Quizá es porque Dios quiere darte una lección. Agradécele su presencia, su atención.

  1. La actitud del Pueblo frente a la educación: pecado y perdón

¿Cómo respondió el pueblo escogido y adoptado a esa educación y solicitud paterna? Con demasiada frecuencia respondió rebelándose, “siguiendo los caprichos de su corazón obstinado”. Los profetas no se cansan de denunciar la infidelidad del pueblo.

Dios se siente traicionado y no puede ocultar su sentir, así se expresa en los textos de Isaías y Deuteronomio, donde se descubre que el pueblo se abandona al pecado sin fijarse ni preocuparse, acumula delitos, y así, los que deberían ser hijos educados se vuelven “hijos perversos”.

¿Cómo te has comportado frente a la educación que te dan tus padres? ¿Hay algo que quizá debiste atender y lo descuidaste? Dios quiere que reflexiones y busques el mejor camino.

 

  1. El grito de dolor del Padre por su hijo genera arrepentimiento y conversión

La rebeldía del hijo y el grito de dolor del Padre por la conducta de sus hijos hablará al corazón de los israelitas y provocará un proceso de arrepentimiento -dolor y pena por lo que hicieron- y conversión – cambio de dirección. Jeremías, Isaías y Baruc dieron testimonio de esto.

¿Crees que a Dios es indiferente a tu dolor? Pues según estos tres autores, no. Dios sufre si te alejas de él, porque lejos de su amor, no hay nada. Dios intercede por ti para que vuelves a la comunidad, a la vida. Ojalá puedas escuchar su grito y hacerle caso.

  1. La confesión de culpa del pueblo y el deseo de cambio genera el perdón paterno

Después de provocar el arrepentimiento y guiar la conversión o retorno, el Padre otorga su perdón. En varios textos de Oseas, Jeremías y el salmo 103, Dios ofrece al pueblo pecador su perdón de padre.

Si vas a tu Biblia y haces este recorrido, podrás darte cuenta que la educación no es una tarea fácil. Tampoco lo fue para Dios. Es un proceso lento y complicado. Se necesita motivación, paciencia, firmeza, diálogo tierno y claridad en la meta. Así Dios va guiando a su pueblo para que éste viva en Alianza con Él. Se vale de todos los medios a su alcance para hacerlo: la familia, el caminar mismo, los profetas, los sabios.

La educación no consiste sólo en darle conocimientos a su pueblo, sino tiene que ver con la vida, la libertad y la fidelidad a Yahvé. Dios es Padre, pero su actitud materna aparece con más fuerza porque quiere la vida del pecador y no su perdición. Este mensaje es para ti porque la palabra de Dios educa siempre para nuestro bien. Ojalá podamos interiorizar alguna de estas actitudes en nuestra catequesis de salida.