Los 3 medios pedagógicos que te serán de apoyo para dar tu clase de religión y nunca tomaste en cuenta


Un proverbio africano dice que

“se necesita toda una aldea para educar a un niño”.

Pero debemos construir esta aldea.

Todos juntos, para educar a los niños, para educar el futuro.

Papa Francisco

La importancia de descubrir a Dios en la etapa preescolar es porque está comprobado que lo que aprendemos hasta los 6 años se graba para toda la vida. La mente de los niños es absorbente, llena de curiosidad, de actividad y de creatividad. Sus necesidades básicas son protección, amor y seguridad. Los centros de interés son su familia y la naturaleza. Es una etapa para la formación de la personalidad, de crecimiento y de la socialización. Por lo tanto, la fe tiene relación con la vida, con todo su mundo relacional.

Sin embargo, los niños y niñas de esta edad están rodeados de muchos estímulos, muchos de los cuales son distractores, por ello los medios pedagógicos con los que se acompaña la iniciación de la fe de niños y niñas de preescolar son de suma importancia.

Como educadores en la fe, las herramientas pedagógicas que usamos en esta etapa no solo deben contribuir con la transmisión de datos, ritos o fórmulas, también deben generar experiencias de Dios, fomentar hábitos y prácticas de valores cristianos. La meta no solo es trasmitir información sobre la fe, sino buscar que las niñas y niños sean personas más humanas y mejores cristianos; que al mismo tiempo construyan un mundo más incluyente, justo y fraterno para todos.

No todos los medios que se deben utilizar en clase apelan a lo teórico o a los recursos didácticos, también podemos apoyarnos de una serie de situaciones y elementos que tienen tanta o más fuerza que los típicos juegos, cantos o dibujos.

 

La persona del catequista

 

Los profesores y/o catequistas son el vivo testimonio del mensaje positivo de Dios. Los niños se guían por lo que ven, y ejemplo a seguir de su profesor los invita a convertirse en creyentes cristianos.

Pero no basta con decir que hay que seguir el ejemplo, lo más importante es demostrar con acciones lo que significa ser un buen seguidor de Jesús. No basta con que el educador esté parado en un salón tratando de enseñar las cosas de Dios, es necesario su modo de ser, su trato, su actitud de respeto y de amor a los niños; debe favorecer el aprendizaje de capacidades y talentos para indicar la responsabilidad que suscite un ambiente fraterno, solidario e incluyente.

 

El lenguaje

 

El uso correcto de las palabras y conceptos no es suficiente, tienen que ser aterrizados y adaptados al entorno y edad de los niños. Mientras más claro sea el lenguaje, será más fácil que los pequeños entiendan el mensaje. Ya tendrán tiempo de aprender los aspectos dogmáticos.

Es vital que los niños desarrollen una correcta imagen de Dios; para eso se pueden recurrir a explicaciones, comparaciones, cuentos o referencias que los adentren en una aventura plácida de sí mismos y de Dios.

Es vital transmitirle a las niñas y niños de preescolar que Papá Dios es grande, cariñoso, compartido, comprensivo y que siempre tiene los brazos abiertos para todos. Se trata de implantar acciones positivas, evitando negaciones, prohibiciones o imposiciones.

 

Un método

La manera en que Jesús transmitió el evangelio siempre tomó como punto de partida la vida; buscaba hacer pensar y reflexionar, valorar e impulsar a vivir con sentido. En temas de fe, este método se nombra como ver, juzgar, actuar, evaluar y celebrar.

El método es un medio -y hasta un estilo de vida- que se debe privilegiar en la enseñanza, como hizo Jesús. El tener un método favorece el orden, evita el desparpajo, se conduce de manera experiencial por cada momento logrando resultados por su camino.

En el relato de “Los discípulos de Emáus”, donde dos personas caminan de regreso a su casa; van tristes, desanimados, desilusionados, frustrados, sin una fe clara porque perdieron a su Maestro. En este contexto, Jesús se acerca, pregunta, dialoga, escucha pacientemente y camina junto a ellos con respeto y atención. Después, Jesús a través de la Palabra, experiencias y gestos siembra en ellos semillas de fe. Él anima con argumentos e impulsa a ver la vida de otra manera. En fin, por medio de los signos, gestos, actitudes y palabras, Jesús atiende, educa y motiva a buscar una vida mejor.

 

En otras palabras, queremos hacerte consciente de que existen otros medios pedagógicos y didácticos que contribuyen con la formación de la fe de los niños y niñas. Hay más medios como la Biblia y la oración que tienen la finalidad de que los niños y niñas crezcan felices en su fe, teniendo experiencias de fraternidad y felicidad con la compañía amorosa de Dios y generando “alianzas” por un mundo mejor para todos y para cada niña y para cada niño de nuestro mundo.

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