La interioridad y las 3 razones fundamentales para cultivarla


Actualmente se habla mucho de que el gran problema del ser humano de hoy es la falta de identidad por la pérdida de valores espirituales. Y es que sin esos valores el mundo se vuelve superficial.

Recuperar estos valores es una tarea que, sobre todo, exige una introspección profunda; una peregrinación hacia el YO más profundo, hacia Dios mismo.

¿Qué es la interioridad?

La interioridad es ese ámbito más íntimo, delicado y esencial de la persona donde nos encontramos con lo que somos. Hablar de interioridad es hablar de profundidad, del espacio donde acogemos las resonancias que nos llegan del mundo exterior que reflexionamos, sentimos, imaginamos, queremos, recordamos y hacemos trascendentes. Es el viaje al encuentro con nosotros mismos, a través de un profundo conocimiento personal que nos lleva a tomar conciencia de nuestro “ser-adentro”.

¿Por qué es importante la interioridad?

El hombre necesita tiempos y espacios para conocerse; de lo contrario, es muy posible que experimente insatisfacción, inseguridad o inestabilidad de sí mismo. Descubrir el interior es comenzar a tener identidad propia, vivir desde la autenticidad y la verdad. De este modo el ser humano toma consciencia de sí mismo, conoce sus fortalezas y sus debilidades.

 

Las 3 razones más importantes para cultivar tu interioridad:
  1. Porque el corazón tiene una medida única: Dios. O la llena Él, o se queda vacío, colgado en el espacio. El corazón solo se satisface con el amor puro, verdadero y tierno del Padre, dado en su Hijo Jesús, bajo la acción del Espíritu. Hablar del corazón es hablar de lo interior. Y hablar de lo interior es hablar de la “experiencia de Dios”.
  2. Porque cuando el ser humano carece de interioridad va parcheando su vida y ya no sabe qué es lo auténtico y qué es lo postizo. Pierde su autenticidad y no sabe definirse, ni sabe a quién pertenece. El corazón sin dueño se vuelve idólatra, se llena de ídolos y rinde culto a dioses de paja y barro.
  3. Porque el ser humano insatisfecho por falta de vida interior pierde el sentido del bien y del mal; todo le está permitido. Ha perdido su ética y su moral, porque le falta el sentido de Dios, lo religioso y trascendente. Carece de fe.

 

Hacemos hincapié en todo lo anterior porque educar en la interioridad significa: Enseñar a mirar hacia adentro; ayudar a desarrollar, entre otras cosas, aquellas facultades que capacitan al ser humano para acceder a una experiencia mucho más amplia de lo que la razón le permite, sabiendo aceptar lo que no se puede cambiar y aprendiendo de las experiencias que se tienen.

 

Esta experiencia, de “lo interior”, es lo que le da sentido a nuestras vidas y nos conecta con Dios.

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