DIME QUIÉN ERES Y TE DIRÉ CÓMO CUIDAS EL MUNDO

 

Sin una revolución espiritual, será difícil que salgamos de la crisis actual, que necesita un nuevo acuerdo con la vida y con la Tierra.

Leonardo Boff

El filósofo, teólogo y activista Leonardo Boff dice que “La violencia del ser humano contra la naturaleza, es porque los impulsos de agresión parten de la interioridad humana”. La relación que mantenemos los seres humanos con el planeta Tierra, desde hace muchos siglos, deja ver con claridad  que el ser humano se ha conducido con codicia de poder, de dominio, de explotación, y ha torturado a la Madre Tierra para extraer de ella sus riquezas, su vida y todos sus secretos.

Por esta razón queremos invitarte a reflexionar y profundizar en la interioridad del ser humano y su relación con la Madre Tierra, nuestra Casa Común;  interrelacionar realidades donde nos conectamos en la vida, en las necesidades, en la historia y en el mismo viaje.

A pesar de la grave crisis medio ambiental en la que hemos sumido a nuestro planeta, todavía tenemos la oportunidad de revertirla, porque nos está afectando a todos. Si queremos hacer un mundo mejor, también tenemos que atender el interior humano y superar el egoísmo de tal forma que nos lleve a crear relaciones fraternas y de cuidado en lugar de prácticas destructivas de la propia vida.

Cuando hablamos de interioridad nos referimos a eso que no es tan visible, no es tan conocible, no es audible, está oculto y no siempre se conoce. Por el contrario, la exterioridad es algo más visible, palpable, audible, tangible, medible, corpóreo; en su aspecto humano, expresa lo que somos, lo que sentimos, lo que padecemos. La unidad de exterioridad e interioridad conviven en nuestro ser y por eso hay que trabajarlas por igual, educar la una sin descuidar la otra. Y es que hacia el exterior reflejamos lo que sucede en nuestros adentros.

La interioridad está dentro del alma, del corazón, de la razón, del espíritu, de la sangre, de las neuronas, de las células. De ahí que los psicólogos intentan comprender los comportamientos humanos indagando en el interior de la persona, su psique. El maestro espiritual, para ayudar en el camino de la fe y de la vida, necesita escuchar el interior de la persona, para conocer sus motivaciones, sus emociones, sus utopías, sus experiencias de fe y sus formas de relacionarse con todo y de esta forma ayudar a discernir lo que Dios quiere de él o ayudar a discernir lo que el ser humano quiere hacer frente a Dios.

Muchas veces, las personas no conocen su propio interior; no entienden por qué sienten lo que sienten; no le encuentran sentido a sus vidas ni al mundo que habitan, y esto se refleja en su comportamiento y en lo que dicen. En muchos casos, evitan encontrarse consigo mismos; se niegan a conocerse, a superarse y a crecer. Esto también se nota en el modo de relacionarse con el mundo; en el cuidado y cariño que le tienen al planeta Tierra.

La buena noticia es que podemos romper con ese círculo de violencia creciente y desarrollar el cuidado interior de nosotros mismos, generando el cuidado fraterno y solidario de los demás y el cuidado respetuoso de la naturaleza.

El cultivo del interior puede comenzar desde la infancia; a través de interiorizar valores, frases, historias, signos, oraciones, preguntas, y se nutre a lo largo de la vida con experiencias y preguntas más profundas para conocerse a uno mismo. Es un itinerario en el que se forja la interioridad; se celebran “convicciones poderosas que darán fuerza y entusiasmo interior para definir el sentido para la vida y encontrar un significado en el universo entero”, como bien lo dice Boff en su obra Cuidar la tierra.

La idea es buscar en nuestro interior cuáles son las fuerzas más genuinas para desarrollarnos con dignidad, y esto es un pacto posible. Pero también la idea es buscar las fuerzas más solidarias que nos ayuden a establecer un pacto con la Madre Tierra. Debemos decir que la interioridad no puede saciar su sed con poder y consumo. El trato que le demos a la interioridad debe ser a favor de lo humano y no contra él, debe ser a favor de nuevos acuerdos con la vida y con la Tierra y no contra ellas. El modo como nos relacionamos es un criterio para verificar si de verdad cuidamos nuestra interioridad y la Casa Común. La tarea radica en darle centralidad a lo que es más ancestral en nosotros y es un paradigma de nuestra vida moderna: la interioridad.

 

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