Diez pistas para encontrar y reconocer el adecuado itinerario de iniciación cristiana para mayores de edad
Si en tu parroquia tienen claro que es necesario emprender un proceso de formación en la fe para jóvenes y adultos, probablemente de estés preguntando si hay algún material, recurso o libro para acompañar a estas personas en su camino de conversión a Dios, a la fe y a la comunidad eclesial.
Existen múltiples opciones y por eso queremos que tengas, al menos, algunas claves para reconocer cuál sería el mejor itinerario para trabajar con las personas de tu comunidad.
Los destinatarios y su contexto
Hablamos ciertamente de iniciación cristiana, pero esta no consiste en una catequesis exprés, ni en una catequesis ocasional reducida a los momentos previos a la recepción de los sacramentos; tampoco nos referimos aquí a la catequesis permanente que, idealmente, tiende a cubrir todo el arco de la vida, desde la niñez hasta la ancianidad. Descartamos también referirnos a la catequesis de iniciación cristiana de cierta duración que se lleva a cabo con niños y adolescentes, y que incluye los sacramentos de la eucaristía y de la confirmación. Se trata, más bien, de la iniciación cristiana de jóvenes y adultos, como un itinerario formativo acerca de la vida cristiana, gradual y de duración prolongada, y que se desarrolla al estilo del catecumenado y que tiene una íntima relación con los sacramentos del bautismo, la confirmación y la eucaristía, como sacramentos de iniciación cristiana.
Pistas para encontrar el itinerario que más valga la pena seguir
Para ayudar en la búsqueda de cuál pueda ser el mejor itinerario a seguir, plantearemos aquí diez características fundamentales para reconocerlo.
- Descripción básica. Nuestros obispos, en Aparecida, nos recomiendan una “modalidad operativa de iniciación cristiana que, además de marcar el qué, dé también elementos para el quién, el cómo y el dónde se realiza”. O sea, un itinerario formativo que realmente forme, que declare en qué va a formar, cómo lo va a hacer y dónde conviene hacerlo.
- Proceso de iniciación inspirado en el RICA. Es decir, que desarrolle progresivamente las cuatro etapas o tiempos (grados, pasos o puertas) marcados por el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos: precatecumenado, catecumenado, la purificación e iluminación, y la celebración de los sacramentos de iniciación y la mistagogía. Según el mismo ritual, las tres últimas etapas están selladas por tres ritos litúrgicos: la segunda etapa por el rito de admisión al catecumenado, la tercera por el rito de la elección o inscripción del nombre y la cuarta por los ritos propios de los tres sacramentos de iniciación. Estas etapas y ritos manifiestan la gradualidad que debe tener todo itinerario de iniciación. (Cfr. Directorio para la Catequesis, n. 63).
- Metodología definida. Es decir, que tenga una excelente metodología de desarrollo, que determine con precisión el camino a seguir, cuidando meticulosamente los tiempos, espacios, procesos y contenidos, que favorezca el indispensable acompañamiento de los catequizandos en cada etapa del proceso y que propicie en los acompañados la vivencia plena de su fe cristiana, experimentada en comunidad.
- Temática secuencial, gradual y progresiva. Los contenidos del itinerario de iniciación cristiana de jóvenes adultos y de adultos jóvenes deben ser integrales, pero entregados paulatina y gradualmente a través de las diversas etapas o tiempos del proceso: en el precatecumenado, se da la evangelización inicial, a través del primer anuncio o kerigma, en orden a la conversión. En el catecumenado, se da una catequesis más integral que va desde el descubrimiento del amor creador del Padre, la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, hasta la presencia del Espíritu Santo en el misterio de la Iglesia. En la iluminación y purificación se da la doctrina y sentido de los sacramentos, sobre todo los de iniciación. Y en la cuarta etapa se lleva a cabo la recepción de los sacramentos de iniciación y la introducción a los misterios de la fe (Cfr. Directorio para la catequesis, n. 63).
- Catequesis mistagógica. Es decir, que cubra los dos elementos básicos que plantea el Papa Francisco (La alegría del Evangelio, n. 166): “la necesaria progresividad de la experiencia formativa donde interviene toda la comunidad, y una renovada valoración de los signos litúrgicos de la iniciación cristiana”. Se trata de una experiencia que introduce a los catequizandos en una profunda y feliz celebración de los sacramentos con toda la riqueza de sus signos, y, así, la vida se va transformando progresivamente por los santos misterios que se celebran.
- Bíblica. Todo encuentro catequístico debe ser un anuncio de la palabra y debe estar centrado en ella. En la iniciación cristiana se debe dar importancia fundamental a la Sagrada Escritura y propiciar su lectura, estudio, reflexión y vivencia.
- Para diversos destinatarios. Los jóvenes y adultos a los que se orienta pueden ser: no bautizados; bautizados que no completaron sus sacramentos de iniciación; bautizados que recibieron todos sus sacramentos de iniciación, pero se alejaron de la práctica y vivencia cristianas; bautizados, con todos sus sacramentos, pero que nunca fueron evangelizados suficientemente. En todos estos casos se presupone la voluntad de querer iniciar o reanudar el camino de la fe (Cfr. Directorio para la catequesis, n. 62).
- Formación vivencial. La catequesis de la iniciación cristiana de jóvenes y adultos, como toda catequesis, es un anuncio que resuena constantemente en todo el proceso formativo y debe resonar con las siguientes características: “que exprese el amor salvífico de Dios, pero previo a la obligación moral y religiosa; que no imponga la verdad y que apele a la libertad; que posea muchas notas de alegría, estímulo, vitalidad y una integralidad en armonía con el Evangelio” (La alegría del Evangelio, n. 165). Además, debe ser experiencial, es decir, no solo una exposición de dogmas y preceptos, sino que todo el proceso debe tener el carácter de experiencia en la cual es “determinante el encuentro vivo y persuasivo con Cristo, anunciado por auténticos testigos” (Cfr. Documento de Aparecida, 290). No está por demás insistir en que a través de todo el proceso debe persistir un clima de proximidad, cercanía, acogida, aceptación y apertura a la escucha y al diálogo.
- Integración comunitaria. La iniciación de jóvenes adultos y adultos jóvenes, como todo proceso formativo, debe proponerse y pretender un perfil de egreso de los catequizandos, que bien pudiera ser este: que al salir de todo el proceso, los jóvenes y adultos se reconozcan y se acepten dentro de la Iglesia, como personas llamadas por el Padre, transformadas y enviadas por Cristo y animadas por el Espíritu Santo, y se sientan capaces y comprometidos a incidir en la transformación de sus familias, de su comunidad cristiana y de sus sociedades, con sus actitudes, sus palabras, su testimonio creíble y sus acciones.
- Estructura, formación y capacitación de los catequistas. Un itinerario formativo de iniciación cristiana de jóvenes adultos y de adultos jóvenes, no puede ser impartido por una o dos personas. Se necesita un verdadero equipo encabezado e integrado por el sacerdote y los ministros ordenados, si los hay, por las y los catequistas (que sean suficientes para dar variedad a las exposiciones y dinámicas) y las y los acompañantes. Todos deben formarse para realizar con competencia los servicios que se necesitan en la organización y el desarrollo del proceso y para desempeñar el necesario acompañamiento personal en los procesos de crecimiento de los participantes.
Manos a la obra
Con estas diez pistas, podremos buscar, encontrar y seleccionar el mejor itinerario de iniciación cristiana que necesitamos para los jóvenes adultos y adultos jóvenes. Por eso, te invitamos, junto con tu equipo de pastoral, a que reflexionen sobre estas pistas, porque en ellas encontraran también lo que va a exigir de nosotros este desafío pastoral de la iniciación de jóvenes y adultos.
Tienen que empezar ya, junto con las cabezas de la comunidad, a planear e ir realizando la integración del necesario equipo de iniciación. Empezar también a buscar los diversos materiales de iniciación que puedan encontrarse en el mercado.
Estamos seguros que estas pistas nos darán mucho que pensar, mucho que dialogar y mucho que hacer.