6 aprendizajes que necesitas tener para recibir el sacramento de la eucaristía


 

“La comunidad cristiana nace de la efusión del Espíritu Santo y crece cuando comparte con los demás lo que posee. El término griego koinonía, que significa ‘poner en común’, ‘compartir’, tiene una dimensión importante desde los orígenes de la Iglesia. De la participación en el Cuerpo y Sangre de Cristo, derivaba la unión fraterna que llevaba a compartir todo lo que tenían”.

Papa Francisco

 

La verdadera preocupación

Cuando hablamos de la primera comunión, quizá lo primero que salta en nuestra mente son palabras como: fiesta, celebración, compadres, comida. Incluso, algunas de estas cosas hasta les quitan el sueño a muchos padres de familia y padrinos. Y ¿cómo no? resulta que el evento de la comunión pierde el rumbo del sentido original. Esas preocupaciones son complementarias a lo verdaderamente más importante, lo nuclear es preparar al catequizando para que tenga una experiencia única de la vida cristiana. Y entonces sí, que venga todo lo demás. Si logramos esto, habremos alcanzado el objetivo deseado: introducir en la fe de la Iglesia; generar una experiencia de encuentro con Jesús de Nazaret, el Hijo amado del Padre.

 

El encuentro con Jesús

A modo de slogan te compartimos seis ideas clave que resumen el objetivo fundamentar de la preparación al sacramento de la primera comunión. Tal vez de esta forma sea más fácil entenderlo y compartirlo con los catequizandos y sus familias, para que vivan el verdadero sentido de este encuentro con Jesús.

  1. La comunión prepara para crecer en la fe

Se acabaron los tiempos en que el sacramento se recibía como por ósmosis, para cumplir un requisito, una norma o una tradición. Cada vez más queremos hacer las cosas de la mejor manera, con conciencia. Y esto nos parece normal. La sociedad, la educación, los tiempos lo están pidiendo. Y la Iglesia no se puede quedar atrás.

Es por eso que actualmente en muchas diócesis y parroquias se habla de “catequesis de proceso”. No solo porque así lo pide el nuevo Directorio para la catequesis, sino porque es una necesidad de la vida misma. Lo ideal es llevar a cabo una catequesis gradual y sistemática que nos introduzca, poco a poco, en la vida de la Iglesia; en la riqueza simbólica de la liturgia; en el interés por conocer la Biblia, como algo que puede ayudarnos para crecer en conocimientos, en experiencias y en espiritualidad.

Y todo esto hay que hacerlo en una comunidad concreta, como es la parroquia. Así nos lo recuerda también el nuevo Directorio para la catequesis (299):

Las parroquias manifiestan el rostro del Pueblo de Dios que mira a todos, sin acepción de personas. Son ellas «el ámbito ordinario donde se nace y se crece en la fe. Constituyen por eso un espacio comunitario muy adecuado para que el ministerio de la Palabra ejercido en ellas sea al mismo tiempo enseñanza, educación y experiencia vital».

  1. El sacramento se prepara en comunión

Algunas personas tienen todavía la idea de que preparar a un niño al sacramento es suficiente con que aprenda las oraciones de memoria, y ya. “Lo que estoy buscando es un libro de oraciones”, apenas me comentó una persona que estaba consultando libros para la primera comunión. Algunas catequistas han comentado “estamos preparando unas preguntas para la primera comunión. Con que las aprendan, ya pueden recibir el sacramento”. Ojalá esto fuera suficiente.

Sabemos que es importante aprender conceptos, oraciones, pero no es suficiente. La vida cristiana es mucho más rica que eso, ¡gracias a Dios! La vida cristiana tiene como nota esencial, la vivencia comunitaria, aprender a vivir en comunidad. Esto es fundamental. Así nos lo enseñó el maestro Jesús: escogió a doce discípulos para que estuvieran con él; después, los envió de dos en dos para la misión.

Así lo encontramos también en el nuevo Directorio para la catequesis (n. 219):

El grupo es importante en los procesos de formación de las personas. Esto se aplica a todas las edades: para los más pequeños, a los que se les ayuda a vivir una buena socialización… Al catequista se le invita a dar vida a la experiencia comunitaria como expresión coherente de la vida de la Iglesia, que en la celebración de la Eucaristía encuentra su forma más plena y visible. Como lugar auténtico de relaciones entre las personas, la experiencia del grupo es sin duda un lugar propicio para acoger y compartir el mensaje salvífico. Además del anuncio del Evangelio en forma comunitaria, la comunicación de la fe también requiere el contacto personal.

En la iniciación a la vida cristiana necesitamos promover el valor de aprender a caminar juntos, para así valorarnos, respetarnos como hermanos, hijos de un mismo Creador y Padre. Necesitamos del otro, del grupo para aprender a relacionarnos. Necesitamos del contacto personal para interiorizar el mensaje. Sobre este tema el Papa Francisco ha hecho mucho énfasis en la encíclica sobre la amistad y la fraternidad, Fratelli tutti.

  1. Conoce los valores esenciales de la comunidad cristiana

Cuatro valores son básicos en esta nueva forma de vida a la que nos invita Jesús: la vida comunitaria, el compartir, la celebración, el perdón.

Entre los valores propios de la vida cristiana están la vida comunitaria, el caminar con los otros. Esto es la Iglesia, una comunidad de hombres y mujeres que han experimentado la misericordia de Dios y se han dejado guiar por él. Su misma vida se convierte en inspiración para que otros se inicien en ella.

Sentirse amado, incluido, libera a la persona para amar y compartir. Así, ser cristiano implica compartir la vida, lo que se tiene, de tal manera que nadie pase necesidad. Al compartir, hacemos comunidad.

La vida se agradece celebrando con ritos, símbolos, gestos. Se agrade el don de la vida, el don de la comunidad, la alegría de haber sido acogidos en el amor de Dios. Hay mucho que agradecer y mucho que pedir porque la vida de suyo no es nada fácil.

El perdón es una nota típica de esta comunidad. Vivir en la fe no es una tarea fácil, es una lucha constante por mantenernos en la verdad, en la autenticidad, en el amor, pero en caso de que caigamos, la comunidad está para ayudarnos, para perdonarse y así volver al camino de nuevo. .

  1. Descubre los símbolos y el rito de la comunión

La vida cristiana como tal está llena de símbolos y ritos, pues la fe no se puede expresar solo con palabras. Un símbolo es algo real que representa una experiencia, algo valioso para la persona. Un rito es una forma profunda de expresar o re-presentar aquella experiencia vivida.

Así, el pan y el vino no son solo cosas reales. El pan representa el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo y el vino la sangre que se entrega para nuestra salvación. La cruz es la máxima expresión de amor que Jesús ofreció a la humanidad.

De manera ritual y simbólica representamos nuestra fe porque es la mejor manera de actualizarla, de hacerla presente y de recordar que Dios camina con nosotros, que Dios nos ama de verdad y que espera nuestra respuesta gratuita también.

Todo esto también deber ir descubriéndolo en comunidad, en cada encuentro catequístico, pero también participando en la liturgia dominical.

  1. Aprendamos de las actitudes de Jesús

Este sacramento nos invita a reproducir en nuestra vida las mismas actitudes de Jesús. Por es demasiado simple aprender las oraciones de memoria o la simbología de los ritos. Hay algo más importante que eso. La comunión nos prepara para el encuentro con Jesús, pero no solo para vivirlo de manera intimista, él y yo, sino como el Papa ha insistido en repetidas ocasiones: es para salir al encuentro de los demás; para ayudarlos a que descubran el tesoro escondido; que ellos también lo descubran, lo experimenten y lo sigan. Como apuntamos en la cita inicial de nuestro tema:

“La comunidad cristiana nace de la efusión del Espíritu Santo y crece cuando comparte con los demás lo que posee. El término griego Koinonía, que significa ‘poner en común’, ‘compartir’, tiene una dimensión importante desde los orígenes de la Iglesia. De la participación en el Cuerpo y Sangre de Cristo, derivaba la unión fraterna que llevaba a compartir todo lo que tenían”.

Es bueno creer en Dios porque descubre todas nuestras potencialidades, porque despierta lo mejor que hay en nosotros, pero no para guardarlo, sino para ofrecerlo a los demás. Esto es la paradoja de la fe: encontramos a Dios, pero no para sí, sino para compartirlo a otros. Llevar el mensaje de palabra y de obra para decirle que también a él o ella Dios los está buscando para entrar en diálogo, en comunicación para vivir esta vida con sentido y con valor.

  1. Los padres y padrinos en l primer acto comunitario

En todo este recorrido lo ideal es sentirse acompañado por mamá, papá y los padrinos. Si además de la formación en la comunidad, nuestra familia hace su parte no solo de palabra, sino con el ejemplo, más rápido y mejor se logrará entrar en la dinámica de la fe. Se hará una experiencia de Dios. Y a la larga se descubrirá que es el mejor regalo que pudieron darnos, porque la fe, como los grandes dones, solo pueden venir del Dador de todas las cosas, de Dios nuestro Padre que quiere nuestra felicidad y pone los medios para que la alcancemos.

El acompañamiento de las personas que amamos y nos aman ayuda mucho porque se aprende más fácil del ejemplo, ya que incluye todos nuestros sentidos y porque sucede de manera natural y cercana.

 

Como ya te habrás dado cuenta, el tema de la fe no se agota con la recepción del sacramento. Es un misterio que vamos descubriendo a lo largo de nuestra vida. Es participar de la vida y obra de Jesús. Se comulga con Jesús comiendo su cuerpo y su sangre, haciendo comunidad, pero también asumiendo su proyecto de vida buena para todos.

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