Ejemplo de una celebración eucarística dominical para que el equipo de liturgia promueva la participación de los feligreses


“Toda celebración es un encuentro de los hijos de Dios con su Padre, en Cristo y en el Espíritu Santo, y este encuentro se expresa como un diálogo a través de acciones y de palabras…Las acciones litúrgicas significan lo que expresa la Palabra de Dios: a la vez la iniciativa gratuita de Dios y la respuesta de fe de su pueblo”.

(Catecismo de la Iglesia Católica n. 1153)

 

Amigos(as) agentes de pastoral y catequistas, la misión del equipo de liturgia es estudiar, dialogar, preparar, organizar, animar y evaluar las celebraciones religiosas. Dentro de éstas, animar la participación comunitaria en las celebraciones eucarísticas dominicales es una de las tareas más complejas del equipo de liturgia porque ésta tiene una dinámica más compleja y de mayor presencia de la comunidad.

 

Principios y/o reflexiones a tomar muy en cuenta para el servicio de animación

  • El principal y verdadero animador de toda celebración litúrgica es el Espíritu Santo, dador de vida. Pídanle a él la creatividad en su servicio y ruéguenle que abra la mente, el corazón y la vida de todos los que integrarán la asamblea para que sean capaces de acoger, en su existencia diaria, la gracia santificadora y liberadora que acontece y se da en toda celebración.
  • La animación puede tener varios significados, pero por animación litúrgica entendemos el apoyar la vida y la expresión de la celebración y el despertar, en los integrantes de la asamblea, el interés y provocar el deseo de participar con cuerpo y alma, y de manera consciente, activa y fructuosa en la misma.
  • La participación, que debe ser tanto interna como externa. La interna es esencial para que los participantes obtengan fruto, y consiste en colaborar personal e íntimamente con la gracia de Dios, disponiendo la mente, el corazón y la vida a que se abran al mensaje de la celebración, sobre todo a la Palabra con la que Dios se va a comunicar con su pueblo. La externa debe ayudar a la interna y manifestarla, y consiste, en general, en la concordancia, armonía y unanimidad de la asamblea en las aclamaciones, respuestas, cantos, acciones, gestos, posturas corporales y en el silencio oportuno; en particular, en el desempeño, preparado y humilde de funciones y ministerios que hayan sido encomendados a algunos fieles según sus posibilidades: acólitos, lectores, monitores, etc.
  • No está por demás hacer hincapié en que la animación implica el acompañamiento presencial: todo el equipo de animación debe estar presente durante toda la celebración, de principio a fin, no solo en los momentos en que tiene una actividad específica. Atentos todos a cómo se va desarrollando la celebración y cómo se va generando y activando la participación de la comunidad. De otra forma será imposible evaluar.
  • Finalmente, algo que cae por su propio peso: los integrantes del equipo de animación deben ser y actuar como participantes conscientes y fervorosos, antes que como animadores. Son miembros activos, orantes y celebrantes, de la comunidad a la que sirven. Si la comunidad los percibe fuera del lugar, caminando por todos lados, llamando la atención, no integrados plenamente en la acción litúrgica, será muy difícil que la asamblea responda a sus esfuerzos de animación con entusiasmo.

 

La animación de la asamblea eucarística dominical:

Supongamos un equipo de animación con el número suficiente de integrantes para animar los diversos momentos de la celebración, de principio a fin, de la recepción a la despedida.

MOMENTO DE ACOGIDA Y ACOMODO
  • El sacerdote y, al menos, dos miembros del equipo estén a la entrada del templo para dar la bienvenida a los fieles conforme van llegando. Procuren generar un clima de fraternidad con sus palabras y gestos, cuidando que nadie se sienta extraño o ignorado. Asistan a las personas que necesiten ayuda
  • Otros dos miembros del equipo acomodan a los asistentes en el interior, los acompañarán para ubicarlos en un lugar adecuado (niños, ancianos, enfermos). Estos mismos repartirán los libros de cantos y las “hojitas de participación”, si las hay.
  • El monitor (otro miembro del equipo) invita a la comunidad a ponerse de pie para recibir cantando al sacerdote y sus acompañantes. Él mismo irá indicando a la asamblea oportunamente los cambios de postura, explicando brevemente el por qué.
  • Unos segundos después de la última llamada se inicia la procesión de entrada, donde participan: Sacerdote celebrante, dos acólitos, diácono permanente y ministros extraordinarios de la comunión (según lo usual en la parroquia).
  • El coro inicia su ministerio entonando el canto de entrada. Uno de sus integrantes se coloca en un lugar donde lo pueda ver la comunidad y con sus brazos y movimientos estimula con alegría el canto de toda la asamblea. Este servicio lo desempeñará durante todos los cantos de la celebración.
MOMENTO DE LA LECTURA Y ESCUCHA DE LA PALABRA DE DIOS
  • Lo ideal es que quienes vayan a desempeñar el oficio de lectores tengan una preparación seria, por lo menos deben escogerse de entre las personas que más temprano llegan y proporcionarles el texto que leerán. Anímenlos con algo como: “¿Quieres prestarle tu voz a Jesús para que se dirija a la comunidad?”. Generalmente son tres personas: dos que leerán pausadamente. El lector del salmo, de preferencia, debe ser capaz de cantar el salmo y preparase para ello. Todas las lecturas se hacen desde el ambón.
  • La proclamación del Evangelio la hace el sacerdote o el diácono. La homilía y el credo, a cargo del sacerdote. La comunidad, de pie en el evangelio, sentada en la homilía y de pie en el credo.
  • Un miembro del equipo de liturgia o un fiel previamente seleccionado, lee con devoción las intenciones de la plegaria universal y las de la asamblea, si así se estila. El sacerdote la introduce y la concluye.

 

MOMENTO DE LAS OFRENDAS
  • Previamente, a la entrada del templo se habrán colocado el cáliz, las formas de pan ázimo, el agua, el vino, y 4 canastillos. Todo esto es llevado en procesión por integrantes de la asamblea. Si, como se hace en algunos templos, algunas personas llevan despensas para los pobres de la comunidad, estas se integrarán a la procesión y las llevarán hacia el altar, donde el diácono o el sacerdote las recibirán y colocarán en los lugares correspondientes. Los que llevan los canastillos se distribuirán por los pasillos para colectar la ofrenda monetaria de los fieles, con amabilidad, sin presiones y con gestos de agradecimiento para luego dejarlas donde el presbiterio indique.
  • El celebrante, asistido por el diácono y los acólitos, prepara las ofrendas para el sacrificio. El coro y la comunidad cantarán desde el inicio de la procesión hasta el “Oremos, hermanos…”
  • Se volverá a cantar, coro y comunidad, en el “Santo, Santo, Santo…” Después se guardará silencio hasta el momento de la comunión.
MOMENTO DE LOS RITOS DE COMUNIÓN
  • Se inician con la introducción del celebrante al rezo del “Padrenuestro”. Un miembro del equipo estimula a la comunidad con gestos y ademanes a que el rezo sea unánime y armónico.
  • En el rito de la paz, los miembros del equipo cuidarán que los fieles no se desplacen de un lado para otro, sino se transmitan el saludo de la paz, con espíritu fraternal, a los cercanos en su banca y, si hay tiempo, a los de adelante y a los de atrás.
  • Mientras tanto, coro y comunidad estarán cantando con devoción el “Cordero de Dios”.
  • El celebrante muestra el pan eucarístico diciendo a la comunidad: “Este es el Cordero de Dios…” y la comunidad unánime contesta: “Señor, yo no soy digno…”
  • Si es necesario, los ministros(as) extraordinarios de la comunión ayudarán a distribuir la sagrada comunión.
  • Después, el monitor invitará: “Los que estén dispuestos para recibir el Cuerpo de Jesús formen fila en el pasillo central”. Se inicia ordenadamente la procesión para comulgar.
  • Coro y comunidad cantarán un canto de comunión hasta que Jesús sea resguardado en el sagrario. Y se inicia un momento de silencio para que cada uno dialogue en su interior con Jesús.
MOMENTO DE CONCLUSIÓN, ENVÍO Y DESPEDIDA
  • Después de la oración y la bendición, el diácono o el celebrante invita: “Vayamos a vivir y transmitir lo que hoy hemos vivido aquí. Nuestra celebración eucarística ha terminado”. La asamblea responde: “Demos gracias a Dios”.
  • El celebrante, con sus asistentes, inicia la procesión de salida. Se queda a la entrada con algunos de los integrantes del equipo de animación, para ir despidiendo a los fieles.

 

A manera de conclusión: La práctica enseña que la calidad y el fruto de las celebraciones y la calidez y eficacia de la participación de la asamblea, depende en gran parte del estudio, dialogo, preparación y organización previa que, idealmente, se haga en conjunto con el rector del templo o alguien capacitado que él disponga. Pongan en práctica las sencillas orientaciones que hemos compartido con ustedes y, si les es posible, compártannos sus vivencias y resultados. Se los agradecemos desde ahora.

Nota aclaratoria: En el tiempo de pandemia, en los momentos de recepción, acomodo, procesiones, paz, comunión y despedida hay modificaciones debido a los protocolos de protección sanitaria (tapetes, gel temperatura, cubre bocas, sana distancia y aforo selectivo y limitado). El equipo supervisará y realizará esto con respeto y delicadeza.

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