“La liturgia es, de hecho, el camino principal a través del cual pasa la vida cristiana en cada fase de su crecimiento. Tienen ante ustedes, por lo tanto, una gran y hermosa tarea: trabajar para que el Pueblo de Dios redescubra la belleza de encontrarse con el Señor en la celebración de sus misterios y, encontrándolo, tenga vida en su nombre” (Papa Francisco).

La liturgia se celebra en nuestra comunidad

En casi cualquier comunidad parroquial hay un grupo de personas que reciben a los asistentes, animan la liturgia y todos participan en la celebración. Así debería ser toda celebración litúrgica y en todos nuestros grupos. Resulta que hay muchas comunidades en las que está creciendo el interés por los “ministerios laicales”, debido a que hay una necesidad pastoral que es urgente atender: la diversidad de ministerios es un don de Dios a su pueblo.

Los laicos estamos asumiendo servicios como:  ministros extraordinarios de la comunión, el ministerio de la Palabra, la pastoral de los enfermos, además de los ministerios litúrgicos de lector(a), animador(a), equipo de acogida, coro…

La enseñanza del papa Francisco y de la Sacrosantum Concilium sobre los equipos de liturgia

Esta realidad de la participación del pueblo en la vida comunitaria no es una cuestión de “moda” ni una concesión al “espíritu democrático”, sino que forma parte del modelo eclesiológico que viene del Concilio Vaticano II, y que el papa Francisco promueve con más intensidad en su enseñanza.

“Para que la liturgia cumpla su función formativa y transformadora, es necesario que los pastores y los laicos sean introducidos a la comprensión del significado y del lenguaje simbólico, comprendidos el arte, el canto y la música al servicio del misterio celebrado, también el silencio. El mismo Catecismo de la Iglesia Católica adopta el camino mistagógico para ilustrar la liturgia, valorizando las oraciones y los signos”.

Según este discurso del Papa, que también se encuentras en la Alegría del Evangelio y algunos números de la Sacrosantum concilcium, hay tres razones por las que los equipos de liturgia son necesarios y que, además, reflejan el ser de la Iglesia.

  1. Por una necesidad pastoral El que se reúne para celebrar el misterio pascual es todo el pueblo de los bautizados, los miembros de la comunidad, reunidos en torno a la palabra de Dios (SC 6). Es toda la asamblea reunida la que celebra, y no solo el sacerdote. “Las acciones litúrgicas son celebraciones de la Iglesia (…), pueblo santo, todo el cuerpo de la Iglesia (SC 26). El pueblo quiere participar, quiere aprender y necesita de un equipo que lo oriente, le dé la palabra para sentirse pueblo, expresar su fe y vivir lo que celebra.
  2. El pueblo de Dios tiene el derecho de ser acompañado, escuchado, animado y educado en la liturgia. Es una de las tareas de la catequesis, que recoge el nuevo Directorio para la catequesis. La educación en la fe no solamente es para prepararnos al sacramento, sino es una tarea permanente, de toda la vida. Hay que educar continuamente a la comunidad: “Toda formación cristiana es ante todo la profundización del kerygma que se va haciendo carne cada vez más y mejor, que nunca deja de iluminar la tarea catequística”; pues se trata del “anuncio que responde al anhelo de infinito que hay en todo corazón humano” (EG, n. 165). La liturgia como fuente y cumbre de la acción de la Iglesia, pues no solo santifica y transforma al hombre en su interior, sino que lo promueve y lo impulsa a realizar el proyecto de Cristo, que es su Reino de amor, construyendo así al hombre nuevo en Cristo, capaz de vivir la novedad de la vida cristiana en una sociedad renovada por los valores del Evangelio.
  3. La asamblea litúrgica ha de mostrar el rostro de una Iglesia misionera, ser “retratos” vivos del misterio. La liturgia revela, manifiesta el hecho de que la Iglesia sea pueblo santo, cuerpo de Cristo en el Espíritu (SC 26 y IGMR). La manera según la cual organizamos nuestras reuniones litúrgicas debe mostrar el modelo de Iglesia que queremos promover, el modelo Iglesia-comunidad propuesto por el concilio Vaticano II y el del papa Francisco. De ahí la participación de todos, como dice la SC: “cada participante actúa según la diversidad de carismas, dones, oficios y ministerios” (SC 26). Todos actúan en conjunto, pero cada uno tiene su responsabilidad propia. Por eso, el monopolio (cuando un sacerdote o un ministro asume él solo todas las funciones) debe considerarse como algo con lo que hay que acabar.

Como puedes ver, lo normal en cada comunidad cristiana es tener un equipo de liturgia que sea el motor que dinamice a toda la comunidad. Entre otras cosas el equipo de liturgia ayuda a:

  • Convocar a lectores.
  • Orientar los cantos de las celebraciones.
  • Promover la educación litúrgica.
  • Asegurar el desarrollo de las celebraciones comunitarias.
  • Crear ambiente eclesial de respeto y comunión.

Y todos estamos llamados a formarnos y a crecer como comunidad. Cuanto más repartimos las tareas, tanto mejor viviremos y manifestaremos a toda la Iglesia, que es misionera por naturaleza.

La Iglesia ministerial fomenta un nuevo modelo de sociedad

En América Latina se habla de una Iglesia toda ella ministerial, toda ella misionera dentro de la sociedad. Las relaciones al interior de esta Iglesia están definidas como de “comunión y participación”. La raíz de estas relaciones es la Trinidad: “la Trinidad es la mejor comunidad”. De ella debemos aprender a relacionarnos. Al mismo tiempo, no podemos guardar esto solo para nosotros, dentro de la Iglesia: por el dinamismo de la misión, deberá manifestarse hasta en la dimensión económica, social y política (Pue, 211-219).

Si en tu comunidad no hay un equipo de liturgia, no lo pienses más. Te invitamos a que hables con tu párroco. Comparte con él estas breves reflexiones que te hacemos llegar. Invita a algunas personas para organizarse y vivir su fe como nos pide el Papa. Por experiencia sabemos que las personas que vienen libremente a la liturgia están aquí porque quieren participar, quieren sentirse útiles y buscan un mundo incluyente para todos.

Celebramos el reto y el don de ser animadores de la comunidad

Si formas parte del equipo de liturgia, te invitamos a elevar una oración a Dios por esas personas que Dios llama y motiva a ser “vitaminas o motores” en la comunidad.

Señor Jesús, gracias por hacernos partícipes de tu vida y tu misión.

Queremos servirte en nuestros hermanos para que tu Reino llegue pronto.

Evalúa el crecimiento y el compromiso

Hacemos equipo de liturgia en la medida que animamos a la sociedad, favorecemos la participación y la comunidad entra en contacto con Jesús para “recargar pilas” y comprometerse por un mundo más incluyente y saludable para todos.

  • ¿Cómo está nuestro equipo en relación a la comunidad?
  • ¿Hay algún aspecto en que necesitamos crecer para mejorar nuestro servicio?
  • ¿Cómo estamos viviendo nuestra “conversión misionera” respecto a la liturgia?