Un breve recorrido por la concepción judía tradicional y contemporánea sobre la muerte


 

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del sol tiene su hora: tiempo de nacer, tiempo de morir”

Eclesiastés (3, 1-2)

En nuestro afán por tener una visión más amplia sobre lo que el resto del mundo piensa y cree sobre la vida y la muerte, vemos la importancia de reconocer la cultura judaica tradicional y contemporánea.

La influencia judía

El judaísmo, por la continua y gran dispersión (diáspora) del pueblo judío a través de toda su historia conocida, ha desarrollado un gran número de comunidades y sinagogas que, a su vez, han generado diversas escuelas de pensamiento y oración en los cinco continentes. No se puede hablar, por tanto, de una sola, sino de la poli-cultura judaica. Como dato relativo, en 1986, en Princeton, USA, se reunieron dirigentes de las diversas denominaciones (ortodoxos, conservadores, reformadores, etc.) para reflexionar sobre la pregunta ¿Existirá un pueblo judío en el año 2000? Hasta hoy, 2022, esa pregunta no ha tenido una respuesta real. Por ello, aunque reconocemos que Israel es el pueblo que Yahvé eligió como su pueblo, y sabemos que los judíos en general no aceptan la interpretación cristiana de las Escrituras, en este artículo decidimos hacer una breve investigación en escritos y conferencias de algunos rabinos y “maestras” que ejercen su ministerio en comunidades y sinagogas de la Ciudad de México.

La perspectiva judía sobre la vida y la muerte

El pensamiento judío contemporáneo acerca de la vida y la muerte está fundamentado en la tradición toral. De ésta se desprenden las siguientes ideas:

  • El pensamiento judío acepta el origen divino de la vida humana. Basado en la Torá, y específicamente en el libro del Génesis (1, 26-28 y 2, 7), reconoce que Yahvé creó al ser humano (hombre y mujer) a su imagen y semejanza y los formó del polvo de la tierra inanimada y del hálito divino. Estos dos elementos unidos formaron una Nefesh Jayia (una persona viva). Y los puso al frente de su creación. Para la cultura judía esto significa que el ser humano fue creado por Yahvé a propósito (no al azar) y con un propósito. Toda vida humana tiene una misión: transformar y santificar la vida a través de la observancia de la “enseñanza de vida” (la Torá-Jayim) y, a través de una serie de preceptos, obligaciones y tareas a seguir durante la vida, para sanar al mundo (Tikkum ha-olam). Llevando en la vida una muy buena conducta, se conseguirá y se mejorará la ansiada relación con Dios. (Cf. “Maestros” Ana María Tapia-Adler y Raúl Vicenzo Giglio, “La vida y la muerte en el judaísmo”, conferencias).
  • La perspectiva judía asume la vida y la muerte como desafío natural de la existencia En la Torá, en el libro del Deuteronomio (30, 15-19), Yahvé dice: “Mira, yo he puesto delante de ti, hoy, la vida y  el bien, la muerte y el mal (…), he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas tú y tu descendencia, amando a Yahvé, escuchando su voz, uniéndote a él”. Al ser humano se le plantea la  posibilidad de escoger. La elección no es gratuita, la vida y la muerte están relacionadas con la aceptación o rechazo de una forma de vida ordenada y acorde con lo que el texto revelado exige. (Cf. las mismas conferencias de los mismos  “maestros”).
  • ¿En qué consiste la muerte según la Torá? Con fundamento en la Torá, en el libro del Génesis 2, 7 (formación del hombre del polvo de la tierra y el hálito divino) y 3, 19 (Yahvé le dice al hombre que vivirá con muchas dificultades, hasta que vuelva a la tierra de donde fue sacado), el judaísmo afirma que la muerte consiste en el abandono del cuerpo por el alma o espíritu vital. El cuerpo vuelve a la tierra de la que fue formado y el alma (espíritu vital) regresa a Yahvé que lo infundió. La vida es corta, limitada, pero sagrada, porque es el espíritu vital que Yahvé nos dio. La muerte es el fin de lo físico de esa vida, pero no de lo espiritual. Al morir no nos llevamos nada de lo material, solo el honor que le hayamos dado a nuestro nombre durante nuestra vida y el alma que el Señor nos dio (Cf. Rabino Abraham Tobal, “Lo que significa la muerte y su filosofía en la cultura judía”, conferencia).
  • Para el judaísmo, la muerte es una fase natural de la vida. Para explicarlo, el Rabino Efraim Dines, en una conferencia sobre el tema, usó esta similitud: “La vida es como andar en el metro, cada pasajero se baja en el momento que llega a la estación que le corresponde, no antes, no después, eso es lo más natural. El metro es la vida, el momento y la estación en que cada viajero desciende es el final de su camino en la tierra. Dicha estación es entendida por algunos como el término no solo del viaje, sino de todo, pero para otros, en cambio, significa la llegada a una vida más allá de esta en la que la existencia estará determinada para todos por su comportamiento en este mundo”. La creencia en la vida después de la muerte, es uno de los principios fundamentales de la fe judaica.
  • La única razón por la que un judío llora su propia muerte. Uno de los sabios del Talmud, Rabí Iejudá, desde su lecho de muerte, explicó esto a sus discípulos: “Si quieren saber por qué lloro, lloro por la Torá y por los actos meritorios que ya no podré cumplir y vivir”. La muerte nos priva del poder seguir sirviendo a Yahvé y de hacer actos de bondad con nuestros hermanos.

Los aprendizajes de la sabiduría judía

Según el Rabí Benjamín Biech, “todas estas ideas y pensamientos sobre la vida y la muerte, durante milenios, han formado parte de la sabiduría judía”.

Sin duda, de la breve investigación que hicimos, se destacan dos enseñanzas (Mishnas) talmúdicas que vale la pena aplicar y ejercitar en nuestra vida:

La primera, como está en el Talmud, “Akavia ben Majalel dice: “Presta cuidadosa atención a tres cosas, y no llegarás a pecar; reflexiona con frecuencia de dónde vienes, a dónde vas y ante quién deberás rendir cuentas al final” (Pirkei Avot 3: 1).

La segunda. El Talmud nos revela “las preguntas que nos formularán a todos en nuestro personal examen final:

  • ¿Te condujiste con honestidad en todos tus negocios?
  • ¿Determinaste momentos regulares para poder estudiar y vivir la Torá?
  • ¿Aseguraste la continuidad del mundo, teniendo hijos?
  • ¿Esperaste con fe la redención del mundo?

Morir implica recordar, reflexionar y enfrentar el juicio final” (Shabat 31, a).

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