Las doce nociones útiles para que vivas tu oración con más alegría y esperanza
Al que tenga sed, yo le daré de beber gratuitamente del manantial del agua viva.
Ap. (21,6).
La oración tiene que ver con interioridad y profundidad, la cual no se opone a exterioridad, sino a superficialidad y banalidad. Estos conceptos y otros que a continuación te compartimos, te pueden ayudar en tu oración para vivir en el mundo de hoy. No solo porque como discípulos de Cristo queremos obedecer su mandato: orar al Padre, sino para hacer su voluntad, para que venga su Reino y mantener una relación filial con Dios que nos ayude a vivir el verdadero compromiso cristiano.
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La oración como encuentro
Si tú buscas a Dios, debes saber que él también te busca. Es decir, la oración es un encuentro. Por eso, siempre que hagas oración hazte consciente de que es un honor encontrarte con quien sabes que te ama y te escucha. Por tanto, para hacer tu oración, establece un horario: de mañana, tarde o noche. Y ponte disponible para un encuentro con Dios, que te está esperando.
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Dios, amor infinito
Jesús de Nazaret, el maestro y el modelo de oración, nos ha enseñado que Dios es el Padre bueno, Salvador y Creador, Dueño y Señor de todo cuanto existe. Lo que define a Dios es su amor y misericordia infinitos, que hace salir el sol sobre buenos y malos. Por tanto, no excomulga ni excluye a nadie, pero se opone a ver a sus hijos sufrir injustamente. Ante este Dios, que nos quiere bien, y no otro, podemos acercarnos para hacer nuestra oración; no para que se haga nuestra voluntad, sino para que nosotros hagamos su voluntad, que es totalmente compasiva y liberadora.
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Reino de Dios
El maestro de oración, Jesús, nunca habló de otra cosa más importante que del Reino de Dios. Su vida, sus comportamientos y silencios, sus palabras y obras, y su misma oración, estuvieron acordes con el Reino de Dios. Para él, hacer la voluntad de Dios, es trabajar por el Reino, el cual consiste en trabajar por una vida mejor, sin sufrimiento injusto; una vida más humana, sana y justa. Por eso, a la hora de emprender tu oración, es válido exponer tus necesidades, pero lo central es buscar primero el Reino, todo lo demás vendrá por añadidura.
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Mi lugar favorito
Busca un lugar donde puedas estar a solas, en tu habitación, en el campo, dentro de una iglesia o ante el sagrario. Los lugares también pueden ayudarte y enfocar tu encuentro con el Señor, pero lo más importante es que abras tu corazón porque es el lugar para intimar con Dios.
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En nombre de quién
Inicia siempre con una postura cómoda y respetuosa. Hazte consciente de estar en la presencia de Dios, e inicia en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
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Hablar y escuchar
Lo que tú sientas, lo que te alegra o lo que te provoca sufrimiento, pena, dolor, enojo… dialógalo con Dios. En el diálogo se habla, pero también hay que escuchar. Y recuerda que tu oración puede ser de agradecimiento, petición, adoración, alabanza, intercesión.
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Interioridad
El silencio es importante, no solo para evitar el ruido exterior, sino para llegar a la interioridad, donde te encuentras contigo mismo, con el Señor y en comunión con todo lo creado. Para lograr momentos de interioridad, el silencio también es necesario para que el corazón, la mente o el ego no hagan tanto ruido, más bien se aquieten y no se distraigan en los innumerables impactos que en este mundo moderno se generan.
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El tiempo
Si vas a iniciar un camino de oración, empieza con quince minutos, después lo puedes ir incrementando. Pero sé fiel a tus tiempos; aunque sean solo cinco minutos, que sean de verdadera oración. Cuando en tu encuentro con Dios hay consuelo, gusto, no lo cortes de tajo, dale su tiempo, deja que la gracia actúe.
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Agradecimiento
Termina con una acción de gracias y con el deseo de hacer la voluntad de Dios. Hazlo diciendo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
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Lecturas espirituales
La Biblia es el libro que más puedes usar, sobre todo los salmos. Los hay para todas las situaciones de la vida. Pero también puedes elegir los evangelios. Orando con la Palabra o leyendo la Palabra en oración, irá creciendo y fortaleciéndose tu fe y tu vida. También hay autores y libros de espiritualidad, que tienen el propósito de guiarte paso a paso en tu oración. Otros más, como la serie “Orar en todo momento y para todo momento”, de Ediciones Dabar, te brindan oraciones en tiempos de dolor, angustia, tristeza, alegría y salud, entre otros.
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Conversión
Hazte consciente de que la oración no consiste en rezar fórmulas mágicas, no es cosa mágica. Se requiere un proceso y una práctica orante que va a cambiar tu vida para mejor, y eso implica conversión. Este cambio es para que sepas amar, para que practiques la justicia y camines humildemente ante Dios y su proyecto (cfr. Miq 6,8).
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Fidelidad en el día a día
Y después de haber hecho oración, lectura espiritual o meditación ¿qué sigue? Perseverancia y fidelidad. La calidad de tu oración y tu deseo de una vida más plena, la pondrás a prueba en tu compromiso con la vida y con tu diario caminar.