Lo que tienes que saber sobre la primera comunión
“Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el Sacrificio Eucarístico de su cuerpo y su sangre para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar así a su Esposa amada, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura”
SC 47 (CEC 1323).
El sacramento tiene un motivo
A los padres y a los niños, incluso a algunos catequistas, en algún momento, les ha venido a la cabeza la pregunta de: ¿para qué sirve que un niño o una niña realice su primera comunión? Creemos que esta pregunta merece una atención especial, pues de esa manera podemos motivar a nuestros catequizandos a que se adentren en el tema, participen de manera activa y lo hagan con mucho interés. También es necesario que los padres de familia conozcan la respuesta para que entiendan el valor de la preparación y el encuentro de los niños con Jesús y no lo confundan con una celebración social, y que se impliquen en la formación de sus hijos.
La verdad de la primera comunión
Según el Catecismo de la Iglesia católica (CEC) con este sacramento alcanzamos por lo menos cuatro metas, a saber:
- Unión con Jesús de Nazaret
- Ahondar la relación con la Iglesia
- Llenar el alma de gracia
- Celebrar la vida como prenda de gloria futura
- Encontrarse con un nuevo amigo: Jesús de Nazaret.
He aquí la meta principal: Recibir a Cristo es entrar en contacto, en comunión con Jesús, ser su amigo. Son, fundamentalmente, tres actitudes las que pueden ayudar en esta profundización:
- Hablar con él a través de la oración. Confiarle sus sueños, sus pensamientos, lo que se espera de la vida.
- Conocerlo a través de las Escrituras, leyendo los evangelios, participando en algún grupo parroquial.
- Participar con él en la eucaristía, especialmente los domingos. No quedarse solo con la primera comunión, sino tener una actitud de permanente encuentro con el amigo que nos espera siempre.
- Tener más amigos de todas las edades y en muchos lugares: ahonda su relación con la Iglesia.
- Descubrir que ser amigo de Jesús es para hacer Iglesia. Es salir de sí para ir al encuentro del hermano, del necesitado, del que está en la periferia para ayudarlo.
- Aprender de Dios, de la Iglesia, de la vida cristiana al lado de otros; poner en práctica el “saber-ser-con”. Esto es incluir a todos los otros en su vida, en sus relaciones.
- Aprender a perdonar y/o a recibir el perdón que tanta falta nos hace para permanecer en el amor.
- Recibe la inspiración (gracia) de Dios para reorientar su vida hacia algo mejor.
El CEC afirma que “el alma se llena de gracia”. Gracia en sentido profundo significa aprender a ver que todo es don. Todo se nos ha dado: la vida, la naturaleza, el amor, la familia, la fe; y cuando esto sucede, lo que sigue es agradecer.
- Ver la vida con optimismo. Nadie es más optimista que aquel que tiene como centro a Dios porque sabe que él es mayor que toda desgracia o mal que pueda haber en el mundo.
- Ver la vida como don es vivir agradecido. El cristiano es aquel que sabe agradecer. Y el agradecimiento se expresa dando lo mejor de sí.
- El don de la fe también nos permite ser resilientes ante todo lo que venga.
- Celebrar la vida con sus amigos como anticipo de la gloria futura.
Con la comunión “se nos da una prenda de la gloria futura”. Esto quiere decir, que podemos tener una probadita de lo que será la vida plena con Dios.
- La vida cristiana es una vida de alegría, de fiesta porque nos sentimos acogidos en el corazón de Dios. Esto ahuyenta cualquier miedo, tristeza y sinsentido que puede haber en nuestra vida.
- Celebramos especialmente cada ocho días el “día del Señor”. Y lo hacemos con cantos, gestos, palabras por la vida y lo que esperamos de ella.
- En esta fiesta pregustamos con el pan, el vino, la palabra, la comunión que Dios nos promete y que nosotros esperamos su cumplimiento.
Como puedes ver, recibir la primera comunión es mucho más que un rito hermoso. Es todo un acontecimiento que nos introduce en una dinámica de vida diferente. Para empezar y mantener una relación más profunda con Jesús, una relación más abierta y comprometida con la comunidad y una espera más atenta de las promesas que Dios ha hecho a su pueblo y a quienes confían en él.