5 cosas que normalmente hacemos en Navidad pero no son parte de la celebración original


Ya se acerca la Navidad y algunas personas todavía no saben bien qué es. Por eso nos hemos dado a la tarea de recopilar algunas reflexiones para darte algunas pistas en orden a su comprensión.

 

Se suele confundir o asociar la Navidad con comprar, gastar, comer y beber o salir de fiesta. Pero la realidad es que dejamos de lado a la figura de Jesús, el eje central de esta festividad, el enviado de Dios para darnos la vida, la salvación.

I La Navidad no es comprar

Vivimos en una sociedad donde pareciera que lo importante es comprar, consumir o aparentar tener, y se descuida lo espiritual. En ese sentido, la Navidad es una fiesta que está bajo un ataque tremendo en los últimos tiempos; Santa Claus ha tomado el lugar del niño Jesús y el centro comercial ha tomado el lugar del pesebre. El consumo ha tomado el centro de atención, engañándonos con la idea de que los regalos son el símbolo del bienestar y la felicidad. Al final del día quedamos más insatisfechos que antes y con una buena cantidad en deudas.

No olvidemos que lo más importante en estas fechas es recordar el amor y la paz que Dios nos da con la presencia de Jesús.

 

II La Navidad no es comer de más

Otro comportamiento de muchos, quizá sin mucha conciencia, es comer de más. Debido a que hay más comida, más invitaciones de los amigos, los compadres, las comidas del trabajo. ¡Cómo desaprovecharlas! Entonces se come de más. No queremos decir que el convivio de fin de año esté mal. Sino que a veces nos quedamos en eso. El Adviento, tiempo de espera ante la Navidad, también es una buena oportunidad para abrirnos al otro, mirar la necesidad del hermano y solidarizarnos con lo poco que podamos. Es otra forma de permitir que Dios nazca en nuestra vida y solidarizarnos con aquellos que más necesitan nuestra ayuda.

 

III La Navidad no es fiesta y fiesta

Otro comportamiento muy ligado al anterior es que con la comida también hay vino, bebidas, fiesta. Los motivos son varios y muy parecidos: un convivio del trabajo, una posada, una invitación de los compadres o los amigos. Diciembre es tiempo de muchas fiestas. La reunión de suyo es buena, pero corremos el riesgo de encerrarnos en ella, cuando dejamos en último lugar el motivo principal: Jesús quien quiere nacer entre nosotros, en nuestra familia, para darnos su amor y dar sentido a nuestra vida, llenar nuestro corazón de amor, paz y solidaridad.

IV La Navidad no es regalar cosas materiales

Una cuarta nota muy apegada al consumismo es el postergar las cosas importantes que tienen que ver con el alimento que llena de verdad. ¡Cuántas veces nuestra vida está hecha de postergaciones, incluso nuestra vida espiritual! Sé que me hace bien rezar, pero hoy no tengo tiempo; sé que ayudar a alguien es importante, pero hoy no puedo. Lo haré mañana, es decir, nunca.

Navidad parece una fiesta de cumpleaños donde se le compran regalos a todos menos al Niño que se festeja. Donde se hace una fiesta y no se invita al homenajeado, donde hoy –tristemente– se trata de que no se mencione el nombre del Niño que nació: su nombre es Jesús.

Nos preocupamos por comprar regalos bonitos, pero se nos olvida que hay regalos que no cuestan, pero que valen más que cualquier cosa: un abrazo, una palabra de aliento, una amistad sincera. Esto puede hacer la diferencia, un ambiente diferente, solidario, pero podemos olvidarlo porque el foco con el que miramos alumbra las cosas y no a las personas.

 

V La Navidad no es gastar lo que no se tiene

Procurar regalos materiales, abusar de la comida, emborracharse o ir de fiesta en fiesta puede que nos lleven a gastar lo que no tenemos. Así que más que comprar, sería bueno mejor cuidar lo que tenemos: nuestra familia, nuestros amigos, nuestro trabajo, nuestra casa. Diciembre puede ser una buena oportunidad para embellecer nuestra casa pintándola, adornándola con plantas, ordenándola; haciéndola un hogar con el sentido profundo que eso tiene: un espacio para descansar, disfrutar de la familia y vivir cuidándonos de aquello que pueda enfermarnos. Cuidemos lo que ya tenemos sin preocuparnos por lo que no.

Para terminar, citamos unas palabras del Papa Francisco:

“El consumismo ha «secuestrado» la Navidad y ha criticado «ese frenesí» de hacer cosas cuando «lo importante es Jesús». El modelo de este tiempo es María quien con su respuesta a Dios nos invita a «no aplazar, a decir ‘sí’». «Todo ‘sí’ cuesta, pero siempre es menos de lo que le costó a ella ese valiente y decidido ‘sí’, ese ‘hágase en mí según tu palabra’ que nos trajo la salvación», ha dicho el papa Francisco.

Navidad no es comprar, no es comer, no es emborracharse, hacer tantas cosas y gastar lo que no se tiene, sino «Para que Jesús nazca en nosotros, confesémonos, porque solo así nuestro corazón se parecerá al de María: libre del mal, acogedor, dispuesto a acoger a Dios». Con estas palabras el Papa nos invita a vivir de manera auténtica esta Navidad.