Los 4 elementos imprescindibles para vivir con sentido cristiano la Navidad


 

Siempre que se acerca la Navidad nos hacemos varias preguntas entre las que destacan dos. Y ahora ¿Cómo puedo vivir esta Navidad de manera más auténtica? ¿Cómo puedo convencer a otras personas para atender al núcleo de la vida cristiana?

Para poder dar respuesta a estas pregunta, hay cuatro símbolos que no pueden faltar en cada Navidad y aquí te platicaremos un poco más de cada uno.

 

Los símbolos de la Navidad 

Cuando hablamos de símbolos nos referimos a aquellos signos que representan algo en nuestra vida. Un signo se convierte en símbolo porque representa una experiencia, un aprendizaje en nuestra vida. Aclarado esto, veamos ahora esos cuatro símbolos que son básicos para una vivencia cristiana en esta Navidad.

Montar el nacimiento 

Poner el nacimiento es una excelente ocasión para catequizar, para hablar de la fe. Porque el símbolo como tal “da que pensar”. Ofrece el pretexto para hablar de Dios, de la vida, del amor. Y es que está comprobado: el mexicano tiene un no sabemos qué, pero necesita de la “cosa real” para dar el paso a la fe. Quizá al estilo de santo Tomás: “Hasta que no vea la marca de los clavos en sus manos, no meta mis dedos en el agujero de los clavos y no introduzca mi mano en la herida de su costado, no creeré” (Jn 20,25).

Por ejemplo, cada año en la fiesta de Santiago Apóstol las personas llevan flores, incienso, monedas que echaban en la alcancía para el santo, pero lo que más llama la atención es que las personas tocan al santo, le besaban los pies o las manos. ¡Además de contemplarlo y de hablar con él, claro! Lo mismo pasa en otros santuarios. Mucha gente no se contenta con mirar, con contemplar, necesita tocar, oler, sentir.

Por todo eso, un nacimiento es una excelente oportunidad para reflexionar nuestra fe y así acceder al Misterio de Dios. De esta manera, los pastores, los sabios de Oriente, los animalitos del pesebre, nos llevan de la mano y nos invitan a decirle a Dios: “Gracias, Dios, por tu visita”.

Participar en las posadas

Las posadas, como todos sabemos, son tradiciones muy queridas por nuestros pueblos y colonias de México. Las hacemos en casa con toda la familia o vamos de casa en casa pidiendo posada.

Como símbolo, las posadas son una muy buena oportunidad para sensibilizarnos y mostrar actitudes de apertura, de encuentro y de solidaridad con nuestros vecinos. A nivel de la fe, con ellas actualizamos, revivimos en cada uno de nosotros aquellos nueve días, en los que María y José pasaron buscando un lugar para descansar y para que naciera el bebé Jesús.

La ventaja de las posadas es que las podemos realizar en el colegio, en el barrio o en la parroquia. Pero en familia es mucho mejor porque, además, podemos tomar un ponchecito, un chocolate, o lo que haya en la familia.

Encender la corona de Adviento

La Corona de Adviento es otro símbolo muy catequístico para tocar, mirar y oler. Aquí el símbolo que resplandece es la luz. Encendemos una vela cada domingo con la invitación a ver, pensar, sentir que Dios es la luz para toda nuestra vida. Pero luz también significa sentido, sabor, confianza.

Dios viene a nuestro encuentro como luz que quiere dársenos para que seamos felices, para que no vivamos atemorizados por el dolor, el sinsentido y la muerte. En sentido positivo la fe es justamente esto: sentirnos amados y acompañados por Dios. Creer o tener fe es caminar por la vida sabiendo que no vamos solos, a la deriva, sino guiados y acompañados por la luz de Dios.

La corona también es fácil de celebrar en el colegio, en la parroquia o en casa. Dedicamos unos minutos, encendemos la vela, leemos una lectura, hacemos una petición y listo.

La liturgia del 24 de diciembre

Esta celebración es el culmen de nuestra espera (Adviento). Todo lo anterior fue una preparación. Oraciones, cantos, ir de casa en casa, actitudes de servicio, apertura, solidaridad, son signos que acompañaron nuestra disposición interior.

El 24 de diciembre nos reunimos como comunidad, Iglesia alegre que celebra, que contempla el signo principal de su espera, el niño que nace entre nosotros, señal de amor, de entrega de Dios por nosotros.

La reunión como tal es el símbolo que habla por sí mismo. Es la congregación de los hijos de Dios que se reúnen, escuchan la Palabra de Dios, cantan, oran y reciben el pan que nos une para ser testigos de Dios en medio del mundo.

Ojalá toda la comunidad pudiera estar presente para renovarse e iniciar el nuevo año liberados, alegres y con mucha esperanza porque Dios camina con nosotros.

 

Estos cuatro símbolos hablan por sí mismos y nos pueden conducir a Dios. Ojalá aprovechemos estos recursos en este tiempo especial de Navidad para acercarnos a Dios sin necesidad de buscar tanto discurso o qué hacer para cada momento.