Hay que salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos


Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio

Evangelii gaudium (n. 20).

 

Hacer pastoral como siempre se ha hecho no está mal, hay que seguir haciéndolo, pero el reto está en volver al Evangelio, a la fuente, a Jesús mismo y a Dios en su encuentro con el ser humano. Esta ruta apunta hacia las periferias. Pero ¿qué se entiende por periferia? ¿Cuál es su fundamento? ¿A quiénes hay que atender y cómo debe ser el anuncio? Es lo queremos compartir contigo.

¿Qué son las periferias según el papa Francisco?

Este tema no es nuevo, pues estudios recientes revelan que se tocó en varias conferencias latinoamericanas, pero el papa Francisco ha renovado el interés de la Iglesia en torno a esta realidad. En varios de sus documentos encontramos el tema, especialmente en las exhortaciones apostólicas Evangelii gaudium (2013) sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual y Amoris laetitia (2016) sobre el amor en la familia. Nos fijamos en el anuncio del Evangelio.

¿Qué dice Evangelii Gaudium sobre la periferia?

El objetivo de esta exhortación, La alegría del Evangelio, lo encontramos en el primer número, donde el Papa propone emprender una nueva etapa evangelizadora en la Iglesia marcada por la alegría, e indica el camino a recorrer en los años venideros.

Para varios estudiosos de la Iglesia este documento es como la «carta de navegación de la Iglesia, el programa del Papa Francisco; nos alerta sobre nuestro modelo de desarrollo, nos llama a la opción por los pobres, a la vuelta a lo fundamental del mensaje de Jesús y al gozo de vivir y transmitir el Evangelio» (Altaba G., La dimensión social de la evangelización enEvangelii Gaudium”, Madrid, 2014).

Sin dejar de aplaudir los avances que contribuyen al bienestar de la gente en el campo de la salud, la educación y la comunicación, describe la realidad que viven muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo:

El miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos. La alegría de vivir frecuentemente se apaga, la falta de respeto y la violencia crecen, la inequidad es cada vez más patente. Hay que luchar para vivir y, a menudo, para vivir con poca dignidad. Este cambio de época se ha generado por los enormes saltos cualitativos, cuantitativos, acelerados y acumulativos que se dan en el desarrollo científico, en las innovaciones tecnológicas y en sus veloces aplicaciones en distintos campos de la naturaleza y de la vida. Estamos en la era del conocimiento y la información, fuente de nuevas formas de un poder muchas veces anónimo (EG n. 52).

Está claro que las consecuencias de estos avances para las periferias siguen siendo fatales. En ellas se encuentran los más pobres, los que tienen poco o nada de influencia en el poder, en la toma de decisiones, en la economía, en la ciencia, en la información; pero es a los que más afectan las decisiones y acciones de esos centros de poder. Es en las periferias «donde mayormente repercuten los problemas de la globalización: las verdaderas descargas de los problemas sociales humanos» (Riccardi, Periferias, crisis y novedades para la Iglesia).

El Papa describe esta realidad con palabras fuertes ya que para él los niveles de exclusión han traspasado el valor mismo de la persona, porque el ser humano no solamente es explotado u oprimido, sino desechable. A esto lo denomina “cultura del descarte” (EG n. 53). La causa de esta problemática se debe a que la sociedad (local, nacional o mundial) ha abandonado en la periferia una gran parte de sí misma (EG n. 59).

  • En las grandes ciudades están los sobrantes urbanos: casas y barrios excluidos, aislados, donde «fácilmente se desarrollan el tráfico de drogas y de personas, el abuso y la explotación de menores, el abandono de ancianos y enfermos, varias formas de corrupción y de crimen» (EG n. 71).
  • Respecto de la mujer aplaude el hecho de que muchas compartan responsabilidades pastorales, pero considera que es necesario ampliar esos espacios para que la presencia femenina en la Iglesia sea más incisiva.
  • En cuanto a los jóvenes, reconoce la necesidad de adaptar la pastoral juvenil a su realidad cambiante. La Iglesia debe dar respuestas a sus inquietudes, necesidades, problemas y heridas y utilizar un lenguaje que ellos comprendan.
  • «Los sin techo, los tóxico dependientes, los refugiados, los pueblos indígenas, los ancianos cada vez más solos y abandonados, etc.» (EG n. 210).
  • Los migrantes (los que trabajan en la clandestinidad, en las redes de prostitución, los niños utilizados para la mendicidad).
  • Al conjunto de la creación, es responsabilidad de todos los seres humanos, especialmente de los cristianos, cuidar y proteger las demás criaturas, a las que estamos unidos por nuestra realidad corpórea (EG n. 215).

¿Qué es lo más importante de la exhortación Evangelii Gaudium?

Me parece que lo más importante de este documento es denunciar todas las injusticias que la humanidad está padeciendo en este momento, pero más importante aún es promover en toda la Iglesia una nueva etapa evangelizadora marcada por un alegre dinamismo misionero. Su objetivo es una Iglesia en salida a las periferias geográficas y humanas o existenciales. Una invitación que implica correr el riesgo de equivocarse, de accidentarse, de herirse o de mancharse en el contacto con las periferias; pero esto es preferible a enfermarse en el encierro que produce el centro y sus seguridades. La Iglesia querida y amada por Francisco no debe estar preocupada en poner todas sus energías en ser el centro, sino enfocarse en ofrecer a todos sin excepción la vida de Jesucristo, privilegiando las periferias (EG 49).

¿Cuál es el anuncio del Evangelio según el papa Francisco?

Para el papa Francisco es importante que los cristianos estén conscientes de la repercusión que tiene el anuncio del Evangelio en la sociedad. Dicho anuncio adquiere carácter universal; por eso es responsabilidad de todos y debe llegar a todos. Esta universalidad es resumida por los obispos en Aparecida:

La misión del anuncio de la Buena Nueva de Jesucristo tiene una destinación universal. Su mandato de caridad abraza todas las dimensiones de la existencia, todas las personas, todos los ambientes de la convivencia y todos los pueblos. Nada de lo humano le puede resultar extraño (Aparecida n. 380).

Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo (EG n. 23).

Para el papa Francisco la evangelización de las periferias pasa por el reconocimiento de la importancia que les dio el mismo Jesús. Él es el primero que se pone en camino, el que sale del centro del poder religioso (Jerusalén) para ir a las periferias, a los pueblos y aldeas, en busca de los pecadores, los pobres, los enfermos, los excluidos; los discípulos, enviados por Jesús, también lo hacen.

Es por ello que la Iglesia, a quien se le ha confiado la misión de anunciar el Evangelio, debe ir a las periferias, «salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos» (EG 24). Esto implica también «salir de las propias convicciones, comodidades, privilegios e ideas para llevar el Evangelio de Cristo sin prejuicios ni exclusiones».

Por tanto, el Papa en esta exhortación nos presenta una nueva forma de ser Iglesia. Una Iglesia que no solo anuncie el Evangelio, sino que lo practique, especialmente en medio de las periferias. Quiere una Iglesia que se meta en la vida cotidiana de la gente y con gestos y acciones concretas demuestre lo que cree. Que reduzca distancias, que asuma la vida humana tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. Es así como hará escuchar el Evangelio, lo hará creíble y aceptable (EG n. 24).

Como puedes caer en la cuenta por todo lo anterior, periferia en sentido profundo es antídoto del egoísmo y el narcisismo; es mirar desde el otro, descentrarme de mí mismo, es exigencia de conversión y posibilitación de la misma, conversión personal y vivencia eclesial. Poner la periferia como clave significa poner la misión como lo primero: olvidarme de mí, centrar la mirada en la pesca, en el mar, fiados de la gracia y la unción. Desde las periferias no puede haber descartados de mi corazón, no hay nadie que no tenga arreglo, se abre una posibilidad para la superación de la cultura del descarte (mirar-desde-la-periferia-una-clave-evangelica-mas-alla-de-las-ideologias-y-de-la-actividad-pastoral).

En Ediciones Dabar queremos situarnos en esta dirección y ser fieles a Jesús nuestro maestro. Nuestros autores y catecismos se sitúan en esta línea de salida, y apuestan por la cultura del encuentro y el cuidado. Si tú también estás en esta búsqueda de hacer una catequesis con este perfil, como propone la Iglesia, ponte con contacto con nosotros y busquemos juntos la mejor respuesta para tu comunidad.

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