Las 6 razones para retomar la lectura de la Biblia dentro y fuera de los encuentros de educación en la fe



“Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, para rebatir, para corregir, para guiar en el bien”

2 Timoteo, 3, 16.

Amigos y amigas catequistas, como cristianos y educadores de la fe, la Biblia es un libro fundamental en nuestras vidas y nos vemos motivamos a enseñarle a otros miembros de nuestra comunidad su importancia y el enorme valor que puede tener para sus vidas.

 

Tenemos olvidada nuestra Biblia

Es probable que en la mayor parte de los hogares de nuestros alumnos haya una Biblia, pero también es muy probable que casi nadie la abra; seguro que exigimos que cada alumno tenga su Biblia, pero es también seguro que la mayoría sólo la abren en clase cuando hay que buscar una cita y nada más. Lamentablemente, hay colegas formadores en la fe que hacen referencia a la Biblia sólo cuando el sistema educativo que utilizan les marca leer una cita bíblica. Esto nos hace preguntarnos: si todos conocemos y aún quizá tenemos la Biblia ¿por qué no la leemos? ¿Por qué la Biblia que es el libro más vendido y, quizá uno de los más leídos en el mundo es, a la vez, el más ignorado y menos consumido en la vida diaria de los cristianos?

 

Razones para no olvidarnos de nuestra Biblia

En Dabar creemos que se hay tres elementos que se suelen pasar por alto cuando hablamos de las Sagradas Escritura: lo que es la Biblia como Palabra de Dios, qué tan importante es para formar en la fe y cómo familiarizarnos, nosotros y nuestros alumnos con la Palabra de Dios.

Para hacer frente a estos motivos de descuido, te invitamos a reflexionar sobre 6 razones para retomar el uso de la Biblia:

 

  1. La Biblia, en su unidad total, fue escrita por Dios con palabras humanas, para ayudarnos a comprender mejor el sentido de la vida que vivimos y a descubrir y percibir más claramente la presencia y el mensaje de Dios en nuestra realidad, es decir, encontrar el camino correcto de la vida, conocer su proyecto y comprometernos en su realización. San Agustín lo resume así: <<La Biblia…fue escrita para ayudarnos a “descifrar el mundo”, para devolvernos la “mirada de la fe y de la contemplación” y para “transformar toda la realidad en una gran revelación de Dios”>>. Si nos interesa aprender a descifrar, mirar y comprometernos a transformar, la Biblia es la mejor maestra.
  2. <<La Biblia es expresión privilegiada de la Palabra de Dios, más aún, la Palabra de Dios, en el sentido pleno y profundo, es el propio Dios, en cuanto se comunica, en cuanto es, en sí mismo, Palabra. “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios” (Juan 1, 1)>> (Carlo M. Martini). Amar y recurrir a la Palabra es encontrarnos con Dios, con Cristo y con su Espíritu.

El que la Palabra de Dios se comprenda y se mantenga viva y activa depende de una dinámica trinitaria. <<El Dios (Padre) que se comunicó, en otros tiempos, mantiene un permanente diálogo con la Esposa de su Hijo amado (La Iglesia de Cristo); y el Espíritu Santo, por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella, en el mundo entero, va introduciendo a los creyentes en la verdad plena y hace que habite en ellos abundantemente la palabra de Cristo>> (Dei Verbum, n. 8). Antes de empezar, pidamos la asistencia de las tres Divinas Personas.

  1. Por ello la formación que impartimos debe extraer su mensaje y sus contenidos de la Biblia, Palabra de Dios, porque es su fuente principal y porque, ella, fecunda radicalmente la educación de la fe y todos los esfuerzos para transmitirla. (Cf. DC., nn. 91-92). Si queremos que la fe que transmitimos sea verdadera, sólida y fecunda, la Biblia debe ser, para nosotros y para nuestros educandos el libro necesario, insustituible y compañero permanente de nuestra enseñanza –aprendizaje y de toda nuestra vida.

La lectura reflexiva de la Biblia nos redescubre algo que corremos el peligro de dar por descontado en la vida diaria: el hecho de que Dios nos habló, nos sigue hablando y respondiendo a nuestras cuestiones sobre Dios y sobre el hombre (Cf. Verbum Domini, n.4).  Atrevámonos a leer, dialogar y escuchar.

  1. Entonces, ¿por qué la Biblia, el libro más vendido, es el menos consumido (leído) por nosotros? El Papa Francisco nos da una respuesta <<A veces, oímos la Palabra del Señor, pero no cambia nada en nuestra vida, porque nos cerramos y nos dejamos atontar por tantos reclamos superficiales de la vida>> (Homilía a los jóvenes, el 2018, en la Habana, Cuba). ¿No será, hoy, uno de esos reclamos las redes sociales y los dispositivos electrónicos? Descubramos y descartemos esos reclamos que nos cierran y atontan.
  2. El mismo Papa Francisco nos dice qué hacer: <<Por favor, dejen que Cristo y su Palabra entren en su vida, dejen entrar la simiente de la Palabra de Dios, dejen que germine, dejen que crezca, dejen que de fruto en ustedes y, a través de ustedes en muchos otros>> (Homilía a los jóvenes en la JMJ, en Cracovia, en el 2016). “Más claro, agua”. Dejemos, conscientemente, que la Palabra lleve a cabo su proceso en nosotros.
  3. Benedicto XVI nos dice cómo podemos impedir que la Biblia sea palabra estática y muerta y que, más bien, sea Palabra viva y activa en nosotros: <<La Escritura crece con quien la lee (San Gregorio Magno). Sólo a la luz de las diferentes realidades de nuestra vida, sólo en la confrontación con la realidad de cada día, se descubren las potencialidades y las riquezas escondidas en la Palabra de Dios>> No dejemos de confrontar, todo el día y todos los días, nuestra vida con la Palabra de Dios.

 

Utilicemos la Biblia en nuestra catequesis

Como formadores en la fe nos corresponde ser ejemplo para nuestros catequizandos. Ser los primeros en reflexionar, concientizar, familiarizarnos y vivir lo que hemos compartido, para poderlo transmitir como experiencia personal a nuestros educandos.

Reflexionar, una y otra vez, los seis puntos anteriores con nuestros alumnos hasta que la Biblia se convierta para ellos y para nosotros, por así decirlo, en nuestro “libro de cabecera” y en nuestro “libro diariamente bajo el brazo”. Porque la Biblia revela el plan de Dios y que dicho proyecto es salvar a la humanidad y llevar a los hombres a la comunión fraterna universal.

Si, al aplicar esto, encuentras algo más que enriquezca lo propuesto, te agradecemos nos lo compartas.