Los 4 puntos sobre el itinerario de formación al estilo del catecumenado para el encuentro con Cristo


“Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona, haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras, es nuestro gozo.”

Aparecida, n. 29

 

Como catequista, ¿alguna vez te has preguntado cual es la naturaleza de la iniciación en la fe cristiana?

 

Lo que se entiende por iniciación

En muchas parroquias llaman iniciación cristiana al “cursito” de catecismo que dan para la preparación “exprés” a la primera comunión, también se le suele llamar así a la preparación inmediata al sacramento de la Confirmación extemporánea; igual suele llamarse iniciación a la preparación urgente de los que se van a casar y no tienen ni idea de lo que es ser cristiano. Finalmente, algo que con cierta propiedad se denomina iniciación, es la “catequesis de iniciación cristiana” referida a la formación en la fe de niños y adolescentes. Aquí nos referimos a algo muy diferente y específico: la iniciación cristiana, al estilo del catecumenado, dirigida a jóvenes y adultos.

 

Objetivos, destinatarios, estructura y elementos

Para entender cuál es el origen, funcionamiento y las propiedades intrínsecas del proceso de iniciación cristiana para personas adultas, queremos revisar cinco aspectos fundamentales.

Partiendo de lo que dice el Vaticano II: Los que han recibido de Dios, por medio de la Iglesia, la fe en Cristo, sean admitidos con ceremonias litúrgicas al catecumenado, el cual no es mera exposición de dogmas y preceptos, sino formación y noviciado (tiempo de prueba y aprendizaje), convenientemente prolongado, de toda la vida cristiana, con el que los discípulos se unen a Cristo, su Maestro”. Y unos renglones más adelante continua: “Pero esta iniciación cristiana durante el catecumenado no deben procurarla solo los catequistas o los sacerdotes, sino toda la comunidad de los fieles, y de modo especial los padrinos, de suerte que ya desde el principio sientan los catecúmenos que pertenecen al pueblo de Dios (Decreto Ad gentes divinitus, n. 14).

De esta larga pero necesaria cita, vamos a ir deduciendo su definición, su objetivo, sus destinatarios, su estructuración y sus elementos o caracteres principales.

  1. Definición y objetivo: La iniciación cristiana, al estilo del catecumenado, es todo un itinerario de formación integral y gradual de la doctrina cristiana, con intención misionera explícita (suscita la conversión); de duración prolongada; que la Iglesia ofrece principal, aunque no solamente a los no bautizados, con el objetivo y pretensión de acompañarlos a su experiencia de Dios, a su encuentro con Cristo, a su pertenencia consciente a la Iglesia, a su lectura de la historia humana con sentido cristiano y a su compromiso eclesial y social de cristianos.
  2. Los destinatarios de esta iniciación: Como lo puntualizamos en el título, son personas jóvenes y adultas de ambos sexos. Específicamente, los no bautizados que quieren convertirse; los bautizados no practicantes que han dejado de creer y quieren retomar su fe; los bautizados que no completaron los sacramentos de iniciación cristiana y quiere formarse para recibirlos; los bautizados practicantes, pero que no fueron catequizados ni iniciados y quieren serlo; los bautizados que completaron sus sacramentos de iniciación, se alejaron, pero quieren volver y quieren ratificar su fe adulta; y aun para aquellos que sin caer en ninguna de las situaciones indicadas, quieren volver a rehacer y reanudar su camino de fe. Es posible que haya otros casos que no hemos mencionado aquí; esos quedan al discernimiento de la comunidad y de quienes la encabezan. Añadimos en todos el “quieren”, porque la opción por la iniciación cristiana debe ser siempre libre.
  3. La estructura del itinerario formativo: De acuerdo con el Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos (RICA), son cuatro pasos (puertas, tiempos o períodos), sellados por tres ritos litúrgicos:
    • El precatecumenado: Primera evangelización para la conversión y explicita el Kerygma (primer anuncio).
    • El catecumenado: Propiamente dicho, se inicia la formación integral, se accede a él con el rito de admisión y puede llevarse a cabo la entrega de los Evangelios.
    • La purificación e iluminación: Es una preparación más intensa y explícita a los sacramentos de la iniciación; se ingresa a él con el rito de la elección o la inscripción del nombre y se prevé la “entrega del Símbolo” (el credo) y la “entrega de la Oración del Señor” (el Padrenuestro).
    • Celebración de los sacramentos de iniciación: Generalmente se inicia en la Vigilia Pascual y comienza una experiencia cada vez más profunda de los misterios de la fe y de la inserción en la vida de la comunidad eclesial. Se sella con los ritos de los sacramentos de iniciación: bautismo, confirmación y eucaristía.
  4. Elementos principales de la iniciación: Son seis:
    • El carácter pascual: Se orienta al misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo y al contacto vital con el resucitado Jesús.
    • El carácter iniciático: Es una iniciación a la fe, al misterio de Cristo y al misterio de La Iglesia.
    • El carácter litúrgico: Se desarrolla entretejido con símbolos, ritos, y celebraciones.
    • El carácter comunitario: Se realiza en una comunidad concreta y es apoyada y acompañada por ella.
    • El carácter de conversión permanente y de testimonio: Es un camino de conversión y de purificación graduales que tiende a generar una forma diferente de ver, pensar, sentir, amar y actuar en todo tiempo y lugar (testimonio).
    • El carácter progresivo de la experiencia formativa: Es un proceso dinámico que se estructura en etapas que se suceden de forma gradual y progresiva para crecer y madurar con el tiempo (por eso el tiempo es prolongado).

 

Catequistas por un catecumenado de adultos y jóvenes

De forma activa, como catequistas, podemos asumir una serie de actitudes en pro de motivar un proceso de iniciación cristiana al estilo del catecumenado, para que jóvenes y adultos se incorporen vivamente a nuestra comunidad cristiana.

Primeramente, podemos tomar lo compartido respecto a los destinatarios para, en equipo, realizar un sondeo que nos permita saber la cantidad de jóvenes y adultos candidatos a la iniciación cristiana.

Además, es necesario conversar con quien encabeza nuestra comunidad y con los agentes de pastoral de la misma para involucrarse en echar a andar un plan concreto en la comunidad.

También dialoguemos con la comunidad para involucrarla y contar con su apoyo y acompañamiento.

Quizá parezca muy temprano, pero dar el primer paso, aunque sea vacilante, es el principio del caminar y del avanzar. Ojalá y esto nos haga, por lo menos, pensar en la necesidad y posibilidad de un nuevo empuje pastoral con la comunidad.

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