Los jóvenes tienen vidas concretas, expuestas a situaciones, positivas y negativas


Los jóvenes en la actualidad

Si tu misión y labor es formar en la fe a las y los jóvenes, es tiempo de que empecemos a pensar en los jóvenes de 15 a 18 años que nos toca servir. Pensemos en que van a iniciar o ya están cursando la preparatoria. Desde el punto de vista positivo, muchos son chicas y chicos “que están buscando su propio camino, que quieren volar con los pies, que se asoman al mundo y miran el horizonte con ojos de esperanza, llenos de futuro y también de expectativas, siempre mirando hacia adelante” (Papa Francisco, Dios es joven, p. 16-17). Las y los jóvenes viven un tiempo de sueños y de elecciones, tienen ganas de vivir y de experimentar, ansían el crecimiento y la maduración, gustan de la socialización y del compañerismo. Son alegría y promesa, pero no solo de futuro, sino también y sobre todo de presente (Cfr. Vive Cristo, Carta del papa Francisco a los jóvenes, nn. 133-158).

Desde el punto de vista negativo, lamentablemente, muchos jóvenes son “ideologizados y utilizados como carne de cañón o como fuerza de choque para destruir, amedrentar o ridiculizar a otros”. Son presa fácil de ofertas deshumanizantes y de diversas formas de marginación, exclusión y abandono que los inducen a formas varias de adicción y distorsión sexual y psicológica. Son manipulados con promesas que nunca les cumplen, y son empujados a la frustración, la desilusión y… a la calle (Cfr. Vive Cristo, n. 72-74).

Seamos sensibles a la realidad e los jóvenes

Es evidente que ni como seres humanos ni como Iglesia podemos no sentirnos interpelados por estas realidades. No podemos asumir esa tan común actitud de no veo, no oigo, no hablo. No podemos ser indiferentes ante toda la inspiración y la fuerza de cambio que significan los aspectos positivos de las y los jóvenes, pero tampoco podemos ignorar o sentir que no es nuestro “rollo” la realidad negativa que viven muchos jóvenes.

Con la intención de desestimar esa realidad, les compartimos algunos pensamientos y consideraciones que nos pueden ayudar a asumir actitudes de interés y compromiso con lo que viven y les pasa a las y los jóvenes hoy, en nuestro mundo real.

  1. El Papa Francisco nos plantea una reacción de inicio: “Pienso que debemos pedirles perdón a los chicos porque no siempre los tomamos en serio. No siempre nos detenemos y les ayudamos a ver el camino y a construirse aquellos medios que podrían permitirles no acabar rechazados. A menudo no sabemos hacerles soñar y no somos capaces de entusiasmarlos” (Papa Francisco, Dios es joven, 28).
  2. Los aspectos negativos de la realidad que viven muchos jóvenes nos hablan de carencia de humanidad y de pobreza tanto material como espiritual, y cuestionan evidentemente nuestra calidad de cristianos. ¿Cómo saber qué hacer? Benedicto XVI nos pide reflexionar en esta respuesta: “Sin el saber, el hacer es ciego, y el saber es estéril sin el amor. En efecto, el que está animado por una verdadera caridad es ingenioso para descubrir las causas de la miseria, para encontrar los medios de combatirla, para vencerla con intrepidez” (Caritas in veritate, n. 30). O sea, como ha repetido muchas veces el papa Francisco: Ver, compadecerse y actuar; tener los ojos bien abiertos para percibir la realidad en que vivimos y en la que viven los demás; abrir los brazos y el corazón para padecer con, ponerse en los zapatos de los otros; y hacer algo que sirva, por lo menos, para  iniciar un cambio de las situaciones que deban cambiar.
  3. El Instrumentum laboris para el Pacto Educativo Global (PEG) convocado por el papa Francisco, recordando lo que Benedicto XVI advirtió en su Carta sobre la urgente tarea educativa, en el 2008, acerca de que las diversas situaciones inhumanas del mundo nos hablan de una emergencia educativa, nos invita a las siguientes reflexiones:
    1. Es muy importante que todos nos preocupemos en serio “por el bien de las personas que amamos, en particular por nuestros niños, adolescentes y Jóvenes”, porque “de ellos depende el futuro de nuestras ciudades”.
    2. Debemos, por tanto, estar todos dispuestos a “dar el máximo en la formación de las nuevas generaciones” para que sean capaces de orientarse en la vida, que sepan discernir entre el bien y el mal, y opten por cuidar su “salud no solo física sino también espiritual”.
    3. “Ahora bien, educar jamás ha sido fácil, y hoy parece cada vez más difícil. Lo saben los padres de familia, los profesores, los sacerdotes y todos los que tienen responsabilidades educativas directas”.
    4. La “gran emergencia educativa” la venimos viviendo desde hace algunos decenios y está también “confirmada por los fracasos en los que muy a menudo terminan nuestros esfuerzos educativos”, pretendiendo “formar personas sólidas” y solidarias “capaces de colaborar con los demás”, y así comprometerse con el sentido de sus vidas y el desarrollo de sus sociedades.

Nota: para todo este número 3, nos inspiramos en, y citamos el Instrumentum laboris para el PEG, en su primer capítulo llamado “El proyecto”, en su número 2 que habla de la “Apertura al otro como fundamento” del pacto.

Ayudemos a los jóvenes

Debemos buscar para nuestros jóvenes una educación cuyo concepto se fundamente y tome en cuenta la amplia gama de experiencias de vida y de procesos de aprendizaje de nuestros jóvenes y les permita ser protagonistas del desarrollo de su personalidad, de manera individual y colectiva, ser escuchados con auténtico interés y ser capaces de dialogar sobre su realidad, su educación y su futuro.

Nos interesaría mucho saber qué piensas tú de las y los jóvenes y qué piensas hacer por ellos. Comunícate a través de nuestras redes sociales.

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