El cuidado de Dios sobre su pueblo Israel


“Si quisiera resumirse en pocas palabras toda la historia de la relación de Yavé con su pueblo, éstas serían: amor, cuidado y paciencia”

Card. Carlo María Martini

Cuando buscamos hablar del cuidado, es indispensable remitirnos a los diversos momentos que muestran el cariño con que Dios fue forjando un pueblo para que de él surgiera el Mesías-Redentor.

La historia bíblica, desde el principio, muestra que Dios siempre cuidó de sus hijos, de su pueblo. Veló primero por Noé y después a Abraham, Isaac y Jacob, los primeros padres del Pueblo de Dios. Éstos fueron tan importantes por ser el cimiento de una nueva sociedad, que, de ahí en adelante, el mismo Dios decía: “Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. El libro del Génesis del capítulo 6 al 50 narra todas las peripecias por las que estos patriarcas pasaron, acompañados y guiados de diversas maneras por Dios, y así constituir las bases del Pueblo de Dios, desde Noé hasta la providencial historia de José, hijo menor de Jacob, que lo llevó a Egipto.

El libro del Éxodo, Levítico, Números (36 capítulos) y el Deuteronomio narran, desde diversos puntos de vista, el acontecimiento liberador del Pueblo, en el que Dios, a través de múltiples muestras de amor, interés, cuidado y paciencia, saca a los isrraelitas de Egipto y lo lleva a peregrinar, durante 40 años, por el desierto, con la esperanza de llegar a la Tierra Prometida. Este acontecimiento fue tan importante que se convirtió en el recuerdo recurrente en toda la historia de Israel. El ritual de salida, ordenado por Dios y ejecutado por Moisés con el Pueblo, dio origen a la festividad más importante de su historia; tanto que el pueblo judío la sigue celebrando hasta la fecha: la Fiesta de Pascua. Jesús la celebró con sus apóstoles, como principio de su propia Pascua de Resurrección, misma que se convirtió también en la festividad más importante del cristianismo hasta hoy.

El resto de la historia y los demás libros sagrados de Israel le seguirán recordando al Pueblo su liberación de la esclavitud egipcia y cómo Dios, a través de jueces, profetas y reyes, cuida y protege; rectificando y guiando a los judíos que se mostraron tan inconstante en su fidelidad con Él. También se narra cómo Dios, siempre fiel a la alianza con su pueblo, fue sosteniendo, a pesar de las muchas situaciones conflictivas en las que su pueblo se enredaba, una línea de hechos y dichos proféticos que recordaban las promesas de Dios y anunciaban las señales que irían marcando su cumplimiento y su consumación.

Posiblemente, la figura del pastor utilizada por Isaías y por el Salmista sean el mejor “mini resumen” del amoroso y paciente cuidado que Dios ha tenido con su pueblo:

“Como pastor, lleva a pastar a su rebaño, toma en brazos a los corderos,

los pone junto a su corazón y conduce al reposo a las paridas” (Isaías 40,11).

“El Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes pastos él me hace reposar y a donde brota agua fresca me conduce. Fortalece mi alma, por el camino del bueno me dirige por amor de su nombre. Aunque pase por quebradas muy oscuras no tengo ningún mal, porque tú estás conmigo, tu bastón y tu vara me protegen…” (Salmo 23, 1-4).

Más adelante, esta misma figura la tomó Jesús para sí mismo en el capítulo 10 del Evangelio de Juan.

Compañero catequista, con este apretado resumen que les compartimos, esperamos te des una idea de cómo puedes manejar el tema con sus educandos. Habría sido interminable el intentar compartir los miles de citas específicas que abundan en las Escrituras sobre el cuidado de Dios con su pueblo Israel.

Nos encantaría saber si te sirvió de algo lo compartido o si tienes alguna sugerencia distinta al respecto.