Los jóvenes nos interpelan y nos demandan un diálogo distinto en la Iglesia


Si eres responsable de un grupo de educación en de la fe de chicas y chicos, de entre 15 y 18 años, es importante que te involucres en entender y valorar a las y los jóvenes, para saber acompañarlos en su proceso formativo

La Iglesia debe preocuparse por los jóvenes

Los adolescentes en edad de preparatoria representan del 24.6 al 25.3 % de la población de México y Latinoamérica. “Para muchos de estos jóvenes Dios, la religión y la Iglesia son palabras vacías. En cambio, también muchos de ellos son sensibles a la figura de Jesús cuando viene presentada de un modo atractivo y eficaz. Por eso es necesario que la Iglesia no esté demasiado pendiente de sí misma, sino que refleje sobre todo a Jesucristo. Esto implica que reconozca con humildad que algunas cosas deben cambiar, y para ello necesita también recoger la visión y aun las críticas de los jóvenes. Porque en el Sínodo “un número consistente de jóvenes dijo, por razones muy distintas, que no piden nada a la Iglesia, porque no la consideran significativa para su existencia” (Vive Cristo, carta a los jóvenes del papa Francisco, n.39-40).

Pensamientos y palabras del papa Francisco, en su carta a los jóvenes Vive Cristo para nuestra reflexión:

Los jóvenes deben ser importantes para todos nosotros por su cantidad y por su calidad, porque como Iglesia queremos contar con su participación en las comunidades; por eso es importante entenderlos, valorarlos y acogerlos. Seguramente los pensamientos y palabras del Papa, que a continuación te compartimos, nos ayudarán a empezar a cambiar y a lograr lo que nos proponemos.

  1. “Vive Cristo, esperanza nuestra, él es la más hermosa juventud del mundo. Todo lo que él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. Entonces, las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de los jóvenes son: ¡Él vive y te quiere vivo!” (n. 1). Es como el propósito de la carta, convencer a los jóvenes de que Cristo los ama y que es el único que puede llenar en abundancia sus ansias de vida.
  2. La juventud de Jesús ilumina a los jóvenes. “Jesús no los ilumina a ustedes jóvenes, desde lejos o desde fuera, sino desde su propia juventud, que comparte con ustedes Es muy importante contemplar al Jesús joven que nos muestran los evangelios, porque él fue verdaderamente uno de ustedes”. En Jesús se pueden reconocer muchas notas que caracterizan los corazones jóvenes: confianza incondicional a su Padre, amistad y fidelidad con sus discípulos, compasión por los más débiles (pobres, enfermos, pecadores y excluidos); valiente frente a las autoridades religiosas y políticas de su tiempo, experimentó la incomprensión y el descarte, sintió miedo del sufrimiento y conoció la fragilidad en la pasión, miró siempre al futuro, abandonándose en las manos del Padre y en la fuerza del Espíritu  (n.32). Esto es por si alguien joven, adulto o viejo quiere ser como el Señor Jesús.
  3. “Ustedes son el ahora de Dios. Después de recorrer la Palabra de Dios, no podemos decir que los jóvenes son el futuro del mundo. Son el presente, lo están enriqueciendo con su aporte. Un joven ya no es un niño, está en un momento de la vida en que comienza a tomar distintas responsabilidades, participando con los adultos en el desarrollo de la familia, de la sociedad, de la Iglesia. Pero los tiempos cambian, y resuena la pregunta: ¿cómo son los jóvenes hoy, ¿qué les pasa ahora?” (n. 64) Es la consideración de lo que se supone que debieran ser y a la vez la duda de si siguen siendo así, y si no, ¿por qué?
  4. “Si eres joven en edad, pero te sientes débil, cansado o desilusionado, pídele a Jesús que te renueve. Con él no falta la esperanza. Lo mismo puedes hacer si te sientes sumergido en los vicios, las malas costumbres, el egoísmo o la comodidad enfermiza. Jesús, lleno de vida, quiere ayudarte para que ser joven valga la pena. Así no privarás al mundo de ese aporte que solo tú puedes hacerle, siendo único e irrepetible como eres”. Solo recuerda que solos y aislados es muy difícil luchar; en cambio, junto con otros jóvenes, puedes ser una fuerza admirable. (n. 109-110). En la existencia de los jóvenes, como en la de todos, pueden pasar muchas cosas negativas y opresivas, pero con Jesucristo hay salida, nuestros defectos y fallas no nos definen.
  5. “Gran anuncio para todos los jóvenes. Más allá de cualquier circunstancia, a todos los jóvenes quiero anunciarles ahora lo más importante, lo primero, eso que nunca se debería callar. Es un anuncio que incluye cuatro grandes verdades que todos necesitamos escuchar una y otra vez”. Este anuncio es una especie de kerigma ampliado que aquí resumimos así: “Dios que es amor, te ama. Te ama con un amor de todos los días, discreto y respetuoso, amor de libertad y para la libertad, amor que cura y que levanta”. “Cristo que es redentor te salva. Cristo por amor se entregó hasta el final para salvarte. Sus brazos abiertos en la cruz son el signo más precioso de un amigo capaz de llegar hasta el extremo”. “¡Jesús resucitó y vive! Recuerda siempre esto, no corras el riesgo de considerar a Jesucristo solo como un buen ejemplo del pasado que nos salvó hace 2000 años. No, él resucitó y vive y por ello puede estar presente en tu vida y ser tu compañero de viaje”. “Finalmente, el Espíritu te da vida. El Espíritu Santo es quien está detrás, es quien prepara y abre los corazones para recibir el anuncio; el Espíritu Santo te ayudará a crecer en esa alegría, si lo dejas actuar” (nn. 111-133). Este resumen, podríamos decir es como el kerigma de los jóvenes.
  6. “Jóvenes comprometidos y la vocación. Es verdad que a veces, frente a un mundo tan lleno de violencia y egoísmo, los jóvenes pueden correr el riesgo de encerrarse en pequeños grupos (de pandilla o “pastorales”), y así privarse de los desafíos de la vida en sociedad, de un mundo amplio, desafiante y necesitado (de jóvenes comprometidos)”. En la Iglesia, “esto puede agravarse si se considera el compromiso y la vocación del laico solo como un servicio al interior de la misma (acólito, catequista, etc.), olvidando que el compromiso y la vocación laical es ante todo la caridad en la familia, la caridad social y la caridad política. Es un compromiso concreto, desde la fe, para la construcción de una sociedad nueva, es vivir en medio del mundo y de la sociedad… para hacer crecer la paz, la convivencia, los derechos humanos y la justicia” (n. 168). Jóvenes no se dejen robar el protagonismo en la historia que les corresponde.

 

La Iglesia para los jóvenes

Los jóvenes quieren ver en nosotros una Iglesia que escuche más y se pelee menos con el mundo, que no esté a la defensiva, que sea humilde y permita que la cuestionen, que no forme grupos de élite sino de servicio y de acogida, que no sea un museo de imágenes sin sentido y sin vida, que sus templos sean en verdad la casa de Dios y de su pueblo, que se manifieste humildemente segura de sus dones y de la  verdad del Evangelio que predica (n. 41).

 

¿Podemos decir que nuestra comunidad es una Iglesia así?

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