El acompañamiento que todo padre y educador en la fe debe dar a los jóvenes en el proceso de crecimiento humano-cristiano.


“Ya que el tiempo es superior al espacio, hay que suscitar y acompañar procesos, no imponer trayectos. Y son procesos de personas que siempre son únicas y libres”

Papa Francisco, Vive Cristo, n.297, Dabar, México, 2019

 

Hoy nos dirigimos a padres de familia y a educadores en la fe, y compartimos con ustedes un tema de mutuo y común interés: cómo debemos y podemos acompañar cristianamente a nuestros/as adolescentes para que vivan con alegría, confianza, esperanza y fe, la fase quizá más difícil e importante de toda su existencia, su adolescencia.

“La adolescencia -nos dice el papa Francisco- marca el primer contacto, verdadero y consciente con la identidad y representa una fase de transición en la vida no solo de los hijos/as sino de toda la familia y de toda la comunidad educativa” (Dios es Joven, pág.17). Es en el acompañamiento de esta fase, que no debemos nunca subestimar, cuando es más importante y necesaria la “complicidad educativa y solidaria” de padres y maestros, como lo expusimos en tema anterior. Iniciaremos tratando primero de definir el “acompañamiento cristiano” y luego pensaremos en una serie de “cómos” para hacer el acompañamiento.

Acompañar cristianamente a las y los adolescentes es sugerir, exhortar, apoyar, animar, orientar, insinuar, estimular, confiando y siendo dóciles al Espíritu Santo, en orden a que ellos encuentren los caminos y los ritmos de su genuino crecimiento y sean capaces de desarrollar lo mejor que Dios ha sembrado en sus propias vidas. Esta es más una descripción que definición, sacada de aquí y de allá que implica un estar con, en “projimidad” para:

  • Sugerir posibilidades. Exhortar desde la Palabra de Dios. Apoyar opciones. Animar las experiencias de fe. Orientar desde la fidelidad y el respeto al susurro del Espíritu. Insinuar caminos. Estimular crecimientos en el marco de las acciones educativas y lo que ellas significan y conllevan.
  • Es oportuno hacer notar aquí lo que no es el acompañamiento: no es una acción pedagógica, ni una terapia psicológica; tampoco un liderazgo que arrastra ni una dirección que manda; no es “intimismo” religioso ni proselitismo cristiano. Es un estar cerca de los adolescentes y hacerles sentir que estamos dispuestos a escuchar sin juzgar. Algunos de los principales “cómos”:

 

 

Acompañar y ser acompañante cristiano es un reto, una apuesta y horizonte de la pastoral de adolescentes, porque hoy, más que nunca, las nuevas generaciones corren el riesgo de enfrentarse solos al  “síndrome de orfandad existencial” que empieza a invadir su mundo. ¿Cómo se puede acompañar y ser acompañante?

  • Un primer “cómo”, tan difícil como necesario, es el comunitario: “La comunidad –familiar-parroquial-educativa- tiene un rol muy importante en el acompañamiento de los jóvenes adolescentes, y es la comunidad entera la que debe sentirse responsable de acogerlos, motivarlos, alentarlos y estimularlos” (Christus Vivit 243). Aquí entendemos la comunidad no como un espacio o un lugar sino como grupo humano que acompaña. Si lográramos esta comprensión, valoración y afecto grupal hacia ellos, sin juicios ni prejuicios, todo sería más eficiente y menos difícil. No sería uno o varios solos, sino un equipo acompañante.
  • Un segundo “cómo” es estar siempre dispuestos a escucharlos, que es mucho más que oírlos, como lo que son: personas en proceso de crecimiento, de realización en camino de búsqueda de sentido y que tienen preguntas como ¿para qué estoy aquí? ¿cómo se aprende a vivir? ¿cuál es el camino que lleva a la felicidad? Escucharlos activamente y responderles siempre con verdad y gentileza.
  • El tercer cómo es que los acompañantes no deben llevarlos a ser “seguidores pasivos de Jesús”, sino más bien caminar a su lado y “dejarlos ser protagonistas de su propio camino hacia él. Un buen acompañamiento “es un camino de libertad que hace aflorar eso de cada persona, eso que es tan suyo y personal que solo Dios lo conoce”. Esto implica “la mirada cercana del acompañante para contemplar, conmoverse y detenerse ante el otro cuantas veces sea necesario –y con la autenticidad de su entrega- hacer presente la  fragancia de la presencia cercana de Jesús y su mirada personal”. Se necesita amor, paciencia y disponibilidad de larga espera.
  • El cuarto “cómo” queremos integrarlo entresacando de la lista de características del acompañante expresadas por los mismos jóvenes y reportadas por el papa Francisco en Christus Vivit. Las principales cualidades del acompañante incluyen:
    • Que sea un auténtico cristiano, comprometido con la Iglesia y con el mundo. Que comprenda sin Juzgar. Que reconozca sus límites y que conozca la alegría y el sufrimiento que  todo camino de crecimiento humano y espiritual conlleva. Que reconozca su propia humanidad: que es un ser humano que comete errores y se reconoce pecador perdonado. Que sepa y acepte que su papel principal es simplemente plantar la semilla sin querer ver inmediatamente los frutos del trabajo que son del Espíritu Santo. Que sepa beneficiarse de una buena formación permanente para poder ayudar. Cada característica está implicando un “cómo”. (Cf. Christus vivit, 246)
  • Un quinto y último “como” es el acompañar  a nuestros adolescentes en el mundo digital: no les hagamos sentir que consideramos ese mundo como una amenaza, en realidad le abren a ellos y a nosotros grandes oportunidades de información, lúdicas y de relación. No tener miedo, ser conscientes y estar siempre atentos y no dejarlos solos. Abrir espacios de comunicación con ellos y estar dispuestos a hablar, comentar, comprender y aprender. No hacer nada respecto a sus redes sociales si no lo hemos discutido y acordado con ellos/as. El signo de que estamos haciendo lo correcto será cuando ellos mismos vengan a nosotros a comentarnos y hasta consultarnos lo que quieren subir y hacer en sus redes. Si queremos que ellos entiendan  que hay un modo correcto y provechoso de utilizar esos  dispositivos, pensemos qué mensaje les estamos transmitiendo con el modo como nosotros usamos “los nuestros”. Les compartimos una página donde pueden encontrar mucha información al respecto: cristinafortuny.com

 

Estamos conscientes de que hay todavía mucho más que decirles del tema¸ pero estamos también seguros de que les hemos compartido mucho de lo más importante para acompañar a las y los adolescentes en su proceso a ser mejores personas y poder encontrarse con Jesús.