LA CADENA DE RESPONSABILIDADES DE LA CATEQUESIS

 

Si faltase alguna de estas formas (eslabones) de presencia, la catequesis perdería parte de su riqueza y significación

Directorio para la catequesis (n. 111)

 

Amigas y amigos catequistas, en este artículo queremos abordar un tema que, a decir del Directorio para la Catequesis, que es de mucha importancia: ¿Quiénes son los responsables de la catequesis en la Iglesia?

Una realidad para mejorar

En diversas situaciones pastorales de nuestra Iglesia, podemos decir que la teoría es muy clara y hermosa, pero la realidad de su práctica deja mucho que desear. La catequesis no es la excepción. El Directorio para la catequesis, en su Capítulo III establece que “toda la comunidad cristiana es responsable del ministerio de la catequesis”. Y dentro de esa comunidad, enumera al obispo diocesano como primer catequista y como principal responsable de la catequesis de su diócesis; a los sacerdotes (presbíteros) como colaboradores del obispo y, en especial, el párroco como primer catequista de la comunidad parroquial; a otros ministros ordenados, como los diáconos, como llamados a prestar atención a la catequesis; a las personas consagradas (religiosos y religiosas), como figuras testimoniales y destacadas de la animación catequística; a los laicos en general, que por su bautismo, y por vivir en el mundo, pueden y deberían aportar mucho a la catequesis. En particular enumera, dentro del laicado, a los padres de familia, a los padrinos y madrinas, a los abuelos y… ¡claro!, también a “las y los laicos catequistas”.

Esta es la teoría; en la práctica, en muchas comunidades, el obispo está muy ocupado y lejos de los escenarios reales de la catequesis; sus colaboradores, los ministros ordenados (presbíteros y diáconos) están muy ocupados en sus “propios” ministerios y más preocupados de ocupar “sus” espacios que de colaborar en procesos pastorales; las personas consagradas, muchas veces contagiadas por el clericalismo, se preocupan más por servirse de las y los laicos y, en todo caso sustituirlos, que de hacer equipo con ellos y aportar su carisma propio; los padres de familia, los padrinos y madrinas y los abuelos, por los escenarios familiares de hoy, no tienen idea de su responsabilidad y nadie se ha preocupado de formarlos y concientizarlos. Finalmente están las y los laicos catequistas (más “las” que “los”) que son muy frecuentemente personas de buena voluntad de la parroquia y los que dan la cara a los catequizandos, a los padres de familia, al párroco mismo, y hacen hasta donde pueden, sin el apoyo de los que debieran formarlos, animarlos, acompañarlos y agradecerles. Por eso creemos necesario reflexionar un poco en la responsabilidad de cada uno de los eslabones de la cadena, para que ubiquemos nuestra propia identidad de catequistas parroquiales y sepamos lo que nos corresponde hacer y lo que podemos hacer para la catequesis parroquial sea rica y significativa.

? La cadena de responsabilidad catequística

Algo de lo anteriormente expuesto y lo que enseguida se comenta acerca de los eslabones, está basado en el capítulo 5 y 6 del Documento de Aparecida, en el ya citado capítulo III del Directorio para la catequesis y en una carta del papa Francisco al cardenal Marc Quelllet, sobre el clericalismo en América Latina, del 19 de marzo de 2016.

  1. El obispo diocesano. Es el primer predicador del Evangelio, con su palabra y el testimonio de su vida” y, por tanto, es el primer catequista y el “principal responsable de la catequesis de su diócesis”. Y, como tal, es responsable de cuidar, asegurar, proyectar, suscitar y sostener, velar y revisar que “la pasión por la catequesis” se concrete de forma sana, estructurada y que responda a las situaciones y necesidades concretas del pueblo de Dios. Estas responsabilidades requieren una cercanía tal, que “el obispo huela a pueblo y el pueblo huela a pastor”.
  2. Los presbíteros (y muy especialmente el párroco). Son colaboradores directos del obispo y como tales deben asistirlo en las tareas que le corresponden respecto a la catequesis parroquial que son:
    1. Dedicarse de manera competente y generosa a la catequesis de su parroquia.
    2. Cuidar el vínculo real entre la catequesis, la liturgia y la caridad.
    3. Integrar la catequesis en el proyecto pastoral comunitario (cuya existencia se supone).
    4. Despertar, formar y sostener en la comunidad el sentido de responsabilidad sobre la catequesis.
    5. Procurar y promover el mutuo acercamiento a la vida pastoral de la diócesis y viceversa.
    6. Como catequistas de catequistas, el párroco y sus presbíteros (si los tiene), deben cuidar con especial interés y dedicación el discernimiento de vocaciones específicas a “ser catequista” y su respectiva formación.
  3. Los diáconos, ministros extraordinarios de la comunión y religiosas y religiosos. Como ministros ordenados o como consagrados, deben apoyar y nunca desplazar el ministerio de las y los laicos catequistas, aportando con generosidad fraternal sus respectivos carismas de palabra, eucaristía, salud, radicalismo evangélico, en función de apoyar una catequesis más rica y vivencial.
  4. Los padres de familia. Como responsables primarios de la educación humana y cristiana de sus hijos; los padrinos, como apoyo del compromiso educativo de los papás, y los abuelos como transmisores de la tradición religiosa en las familias. Todos ellos deberían y podrían ser los sembradores de las primeras imágenes y experiencias vivas de Dios y de la religión en los pequeñitos, desde su nacimiento hasta la edad de la catequesis parroquial. Ojalá pronto sean incluidos en la formación pastoral de sus comunidades para llevar a cabo su valiosa misión.
  5. La parroquia, como comunidad cristiana. Es el lugar privilegiado de la formación cristiana de todos los laicos bautizados que la integran y, por ello, origen, lugar y meta de la catequesis. La comunidad es quien acoge a aquellos que desean experimentar y conocer al Señor, y buscar en él una vida nueva, y apoya a las y los que quieren acompañarlos en su búsqueda. La comunidad parroquial es el vientre en el que nace y crece la fe y del que nace y crece la vocación del catequista. Si los obispos y los presbíteros despertaran, formaran y sostuvieran esta conciencia en las comunidades cristianas parroquiales, la actividad pastoral correría como sobre rieles. Todos los laicos bautizados de la parroquia tienen la responsabilidad comunitaria de acoger, apoyar y acompañar la catequesis parroquial en todo lo que implica.
  6. Finalmente, las y los laicos catequistas de la parroquia. En la mayoría de las comunidades cristianas parroquiales, son personas (más mujeres que hombres) de buena voluntad que, invitados o comprometidos por el párroco (o algún otro presbítero), asumen el servicio de la catequesis en su comunidad y, movidos “por la gracia con la que el Espíritu Santo unge al pueblo fiel de Dios”, se esfuerzan en las tareas que les competen: “iniciar en la fe, impulsar y acompañar su crecimiento, y, junto con el ministerio litúrgico, engendrar a los hijos de Dios dentro de la Iglesia”.

Afortunadamente, el Espíritu Santo actúa en la unión del catequista con Jesucristo y haciendo que los esfuerzos humanos sean efectivos en la actividad de la catequesis, a pesar de que, en muchísimos casos los debidos y necesarios eslabones de la cadena de presencias no se perciben ni se sienten. Por lo que el laico catequista no desarrolla las competencias necesarias para ser en plenitud testigo de la fe y custodio de la memoria de Dios; maestro y mistagogo; acompañante y educador como se espera que sea. Quizá por esta, entre otras razones, el papa Francisco, decidió recientemente instituir el “ministerio del catequista” y lo instituyó a nivel diocesano, no parroquial. ¿Un esfuerzo por restablecer y garantizar la cadena de responsabilidades en la catequesis?

? Como reforzar la cadena de responsabilidades

Puntualmente, las y los catequistas pueden ayudar a que esta teoría se convierta en una realidad. Lo inmediato es reconocer esta cadena de responsabilidades, tanto en lo compartido aquí, como en los documentos que se utilizaron. También, es necesario interesarse en los eslabones que tenemos más cerca: párroco, y, quizá, presbíteros, ministros y consagrados. Demos el primer paso hacia ellos para provocar el acercamiento de ellos a nosotros.

No está por demás en atreverse a invitar al señor obispo a que en su próxima visita pastoral a nuestra parroquia, (si no puede antes), se entere de cómo está la catequesis en nuestra comunidad, dialogando con los agentes, los catequistas y los catequizandos, y cuáles son nuestras necesidades de cercanía diocesana.

Estamos seguros de que lo compartido y sugerido nos ayudará a ir asumiendo y construyendo el “protagonismo laico” que nos corresponde en nuestra Iglesia y comunidad parroquial.