¿Una sola persona podrá promover a toda una comunidad?


“Para promover la participación activa se fomentarán las aclamaciones del pueblo, las respuestas, la salmodia, las antífonas, los cantos, y también las acciones o gestos y posturas corporales. Guárdese, además, a su debido tiempo, el silencio sagrado”

Constitución sobre la Sagrada Liturgia, n. 30.

 

Las celebraciones litúrgicas juegan un papel indispensable en nuestra vida cristiana y eso nos exige también hacer una reflexión sobre el nivel de preparación e interiorización que tenemos sobre estas festividades, cómo las llevamos a cabo y el porqué de su existencia. Del mismo modo, tenemos que buscar que el equipo de liturgia de nuestra comunidad cristiana esté lo suficientemente capacitado para poder proyectar el sentido de la liturgia de forma correcta a los demás miembros de nuestra Iglesia.

 

Necesitamos un equipo de liturgia

No nos sorprende que en México y en Latinoamérica es todavía palpable que tanto en el clero como en los laicos encargados que le ayudan, hace falta, no solo conciencia y formación litúrgica, sino también convencimiento y dedicación para integrar, formar y acompañar un equipo que dé vida y anime las celebraciones. Por ello consideramos indispensable dedicar varias reflexiones al tema del equipo. Aquí y ahora empezaremos con algunas ideas acerca de la necesidad y la integración del equipo de liturgia en nuestras comunidades.

 

 

Los 5 consejos

En Dabar, pensamos que hay 5 razones básicas por las cuales cualquier comunidad cristiana necesita de un equipo de liturgia y dan certeza para empezar a integrarlo:

  1. ¿Es necesario un equipo de liturgia? Sí por las siguientes razones:
  2. La Constitución Sacrosantum Concilium nos dice que en las celebraciones, tanto los ministros como los simples fieles, deben desarrollar “todo y solo” lo que les corresponde. Quiere decir que hay varias funciones, que nadie debe hacer todo, y que por tanto se necesitan varias personas (Cf. n. 28-29).
  3. El número 30 del mismo documento, que citamos al principio de este artículo, enlista tantas acciones litúrgicas necesarias para promover la participación activa de la asamblea, que, aunque no mencione la palabra equipo, prácticamente lo está suponiendo y exigiendo.
  4. El Concilio Vaticano II, en la Constitución citada, insistió en que el objetivo de la reforma litúrgica es promover una liturgia viva y participativa, y que para lograrlo es necesario estimular “la participación plena, activa y fructuosa” de la asamblea y de cada una de las personas que la integran. Pues bien, la historia postconciliar nos dice que eso no se ha podido lograr más que en aquellas comunidades que han logrado constituir y sostener un buen equipo de liturgia. El que cada comunidad cristiana tenga su equipo de liturgia es una exigencia de la renovación conciliar. (Para este primer punto, Cf. Ione Buyst, El equipo de liturgia, p 13)
  5. ¿Cómo se puede empezar a integrar el equipo de liturgia? Hay que elegir a las personas que lo integrarán. Puede haber varios caminos, pero todos deben partir de un punto primario:
  6. El punto de partida consiste en algo que se dice rápido, pero que no es fácil y muchas veces se lleva su tiempo lograrlo: concientizar y convencer a la cabeza de nuestra comunidad (director o párroco) de la importancia, necesidad y aun conveniencia de tener un equipo de liturgia formado y acompañado, que dé vida a las celebraciones comunitarias.
  7. Una vez obtenida la anuencia por convicción, plantear y definir, juntamente con la cabeza, uno o varios de los posibles caminos para convocar personas seleccionables. Dichos caminos podrían ser uno o varios de los siguientes:
    1. Organizar un pequeño curso o una “semana de la liturgia” mediante un anuncio y una invitación abierta. De la observación de los que asistan, se pueden elegir algunas personas, no muchas, para empezar.
    2. Poner a disposición de la comunidad una serie de encuentros, breves y periódicos, en los que se generen algunas experiencias de vida cristiana y se impartan algunos conocimientos de liturgia, en un estilo motivador, que entusiasme a algunos que después quieran comprometerse. Con esos pocos, pero entusiastas voluntarios, se puede empezar para formarlos poco a poco en la acción.
    3. Observando a las personas que asisten a las celebraciones, ir escogiendo a algunas que se vean más interesadas y encomendarles, por una vez, alguna responsabilidad litúrgica (la acogida, por ejemplo). Según se perciba su disposición e interés real en varias encomiendas que se les hagan, pueden ser elegidas para el equipo.
    4. Usando medios de comunicación: carteles, posters, mantas y si se tiene experiencia, redes sociales, plantear creativamente la invitación a formar parte del equipo de liturgia de la comunidad, explicando la forma, los tiempos y el tipo de servicios que se necesitan.

 

Solo resta recomendar que se procure seleccionar, varones y mujeres, jóvenes y adultos, para integrar el equipo.

  1. Las tareas de los miembros. Es muy recomendable que antes de convocar y elegir, se tengan muy claras las diversas funciones con las que se quiere empezar y el perfil más conveniente de personas para desempeñarlas.
  2. Creyentes activos. Es también necesario tener muy claro que el equipo de liturgia debe ser constituido por un grupo de personas creyentes que se conjuntan, poniendo en juego todas sus competencias humanas y cristianas al servicio de su comunidad, para que esta goce de su derecho a tener una liturgia viva, participativa y comunitaria por el bien de todos. Esta es la meta que, con la ayuda de Dios, el tiempo, la paciencia y la constancia podemos lograr en nuestras comunidades.
  3. Nuestro faro. El que inspira, ilumina y guía es el Espíritu Santo. Nosotros, como sus herramientas, debemos dejarnos llevar siempre por sus impulsos y nunca olvidar que, unidos en el Espíritu, el fruto de nuestro esfuerzo por integrar el equipo de liturgia de nuestras comunidades, depende también del testimonio creíble de vida litúrgica que el celebrante y nosotros demos.

 

Nuestra responsabilidad en la liturgia

Como individuos de nuestra Iglesia, nos toca mantener la iniciativa de concientizar y convencer de la importancia, necesidad y conveniencia de tener un equipo de liturgia bien preparado, que dé vida a las celebraciones comunitarias. También, podemos buscar a otros agentes pastorales de la comunidad para comentar los consejos o recomendaciones planteadas, tratando de hacerles ver que quizá lo ideal sería que para empezar se integrara un pequeño equipo con agentes de las diversas pastorales de la comunidad.

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