Ser, saber y saber hacer. Las cualidades indispensables de todo catequista que desea superarse


“Cualquier actividad pastoral que no cuente con personas formadas y preparadas pone en peligro su calidad”.

(DGC; Núm. 108)

 

Cuando hablamos de cómo ser un buen o mejor catequista no sólo hay que pensar en apoyos para las clases o herramientas de formación porque eso es algo muy sencillo de subsanar. Lo más importante es tener la voluntad y el deseo de lograrlo o buscar y utilizar los medios que nos transformen en ese promotor de fe que tanto deseamos o necesita nuestra comunidad. En Dabar, vemos estas cualidades desde tres ejes fundamentales, a los que llamamos “No negociables” porque siempre deben estar presentes, no puede faltar alguno y tampoco pueden ser objeto de intercambio.

 

Para hablar un poco de ello, te contamos una historia real que ejemplifica bien estas actitudes imprescindibles y complementarias entre sí.

“Don Neto” es dueño de un taller mecánico, con fama en varias colonias por su buen servicio. Él tiene cuatro hijos que, de alguna manera, le ayudan en el taller. Ernesto  los describe, a cada uno, de manera diferente en relación con el oficio:

  • Ricardo, mi hijo mayor, no llegará a ser un buen mecánico, no le gusta el oficio y se avergüenza de éste. Ha aprendido algunas cosas porque lo obligo a venir, sé que tarde o temprano se irá a buscar otro oficio.
  • Fernando es un buen chico, le gusta el oficio pero no pone interés en aprenderlo bien; sólo sabe lo que la práctica le ha enseñado. Es acomedido para ayudarme pero no quiere hacerse responsable. Quizá será un buen ayudante pero no un buen mecánico.
  • Luis es un hombre práctico. Aprende rápido de reparaciones y el uso de las herramientas pero viene a trabajar sólo porque necesita dinero. Él es casado y tienen un bebé y se ha resignado a ser un buen empleado pero no un buen mecánico porque eso implica estudiar más.
  • Por otra parte está Miguel, el menor de mis hijos. Desde pequeño quería ser mecánico como yo y desde niño cuando lo empecé a traer al taller se sentía orgulloso de que lo dejara ayudarme. Ahora tiene tantas ganas de aprender que ya está estudiando mecánica automotriz. Es admirable su dedicación, su capacidad de diagnóstico y su habilidad con las herramientas. Creo que él se está formando como un buen mecánico, porque le gusta ser, busca saber y está aprendiendo a hacerlo bien. Para mí estas son las tres cosas que forman a un buen mecánico, sin esas tres juntas, no hay buen mecánico.

Cuando hablamos de un buen catequista, se requiere lo mismo que en el taller de Don Neto:

 

  1. El querer SER catequista que se forma tanto en su dimensión humana como en su dimensión cristiana y que, orgullosamente, se esfuerza para alcanzar la madurez como persona, como creyente y como apóstol.
  2. El querer SABER todo lo que es necesario para poder cumplir con su tarea de catequista que se esfuerza por conocer bien a Jesús y su mensaje y también por conocer bien a los destinatarios que lo reciben y el contexto social en el que viven. Así lo exige la formación del catequista.
  3. El querer SABER HACER bien el acto de comunicación que implica la catequesis y esforzarse por saber utilizar las herramientas que pueden hacer su comunicación más comprensible, más dinámica, más atractiva y más eficiente. (DGC, Núm. 238)

Estas tres cualidades son indispensables para la conformación de un catequista, no puede faltar ninguno ni tampoco ser intercambiado o sustituido ninguno de ellos. ¡No son negociables!

En Dabar, el Sistema de Formación de Catequistas, así como los Sistemas de Educación en la Fe que desarrollamos tienen como eje el desarrollo y de estas 3 cualidades y en ellas se sustenta nuestra labor catequética. Si quieres saber más al respecto puedes buscar nuestros sistemas en www.dabar.com.mx o espera nuestro siguiente artículo…

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