Los 4 consejos del papa Francisco para vivir esta Navidad
La Navidad es la fiesta del amor de Dios por nosotros: el amor divino que inspira, dirige y corrige el cambio, y vence el miedo humano de dejar lo seguro para relanzarnos en el misterio.
Papa Francisco
Muchas veces, debido a nuestro trabajo u otras preocupaciones, dejamos de lado la preparación de las celebraciones y tradiciones. Los actuales cambios en las dinámicas sociales también son un factor de desconcierto para aquellos que buscan una forma distinta de vivir las festividades de fin de año y no saben cómo.
Por esa razón, en Dabar nos hemos dado a la tarea de buscar lo que el papa Francisco ha dicho sobre este tiempo tan importante para la Iglesia y para nosotros. De este modo, sea cual sea la forma de celebrar las navidades, no perdamos el sentido más profundo de esta época.
Hemos encontrado cuatro recomendaciones del Santo Padre que nos parecen muy propias para vivir esta Navidad sin dejar de lado el sentido original de esta fiesta.
1ª Recomendación: ponernos espiritualmente en camino
Este tiempo de Navidad es una excelente oportunidad para ponernos en camino, salir de nosotros mismos, porque Dios viene a nuestro encuentro, nos visita. No nos da las cosas del ambiente consumista; nos ofrece algo más valioso, algo suyo, algo propio: Su Hijo amado.
El hermoso signo del pesebre, tan estimado por el pueblo cristiano, causa siempre asombro y admiración. La representación del acontecimiento del nacimiento de Jesús equivale a anunciar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con sencillez y alegría. El belén, en efecto, es como un Evangelio vivo, que surge de las páginas de la Sagrada Escritura. La contemplación de la escena de la Navidad nos invita a ponernos espiritualmente en camino, atraídos por la humildad de Aquel que se ha hecho hombre para encontrar a cada hombre. Y descubrimos que él nos ama hasta el punto de unirse a nosotros, para que también nosotros podamos unirnos a él (Carta del papa Francisco sobre el significado y el valor de Belén).
2ª Recomendación: Contemplemos el Misterio
El Papa ha explicado que en Navidad, Dios desconcertó al mundo: no dio a los padres de Jesús las comodidades que pudieran querer. Es más, la familia se vio obligada a huir a Egipto. Por eso Francisco invita a contemplar en silencio la primera Navidad.
«Deseo celebrar la memoria del Niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno» (S. Francisco de Asís).
“Navidad es preferir la voz silenciosa de Dios al alboroto del consumismo. Esta es la invitación para la Navidad. Tómate un poco de tiempo, ponte ante el pesebre y quédate en silencio”.
3ª Recomendación: dejarnos sorprender
Contemplar la primera Navidad ayuda a descubrir cosas como la capacidad de María y José para aceptar los continuos cambios de planes que Dios les puso en el camino. Recomienda el Papa imitar esa actitud de María y José.
¿Por qué el belén suscita tanto asombro y nos conmueve? En primer lugar, porque manifiesta la ternura de Dios. Él, el Creador del universo, se abaja a nuestra pequeñez. El don de la vida, siempre misterioso para nosotros, nos cautiva aún más viendo que Aquel que nació de María es la fuente y protección de cada vida. En Jesús, el Padre nos ha dado un hermano que viene a buscarnos cuando estamos desorientados y perdemos el rumbo; un amigo fiel que siempre está cerca de nosotros; nos ha dado a su Hijo que nos perdona y nos levanta del pecado.
“Cada uno de nosotros tiene escondida en el corazón la capacidad de sorprenderse. Dejémonos sorprender por Jesús en esta Navidad”.
4ª Recomendación: aguardemos la esperanza
La llegada de Dios al mundo, que se celebra el día de Navidad, llena de fuerza la vida de los hombres. El Papa ha explicado que es una ayuda a seguir caminando a pesar de las dificultades.
El modo de actuar de Dios casi aturde, porque parece imposible que él renuncie a su gloria para hacerse hombre como nosotros. Qué sorpresa ver a Dios que asume nuestros propios comportamientos: duerme, toma la leche de su madre, llora y juega como todos los niños. Como siempre, Dios desconcierta, es impredecible, continuamente va más allá de nuestros esquemas. Así, pues, el pesebre, mientras nos muestra a Dios tal y como ha venido al mundo, nos invita a pensar en nuestra vida injertada en la de Dios; nos invita a ser discípulos suyos si queremos alcanzar el sentido último de la vida.
La esperanza está siempre en camino y nos hace caminar. Y aquí nos podemos preguntar cada uno de nosotros. ¿Yo camino en la esperanza o mi vida interior está parada, cerrada? ¿Mi corazón es un cajón cerrado o un cajón abierto a la esperanza que nos hace caminar no solos, sino con Jesús? Es una buena pregunta para hacerse.
Ponernos en camino, contemplar en silencio la primera Navidad, dejarse sorprender por ella con su riqueza simbólica y vivir con esperanza, son claves que pueden servir para vivir con alegría y fe este tiempo, a pesar de las dificultades.
Que esta Navidad sea para todos una oportunidad de redescubrir a la familia como cuna de vida y de fe; un lugar de amor que acoge, de diálogo, de perdón, de solidaridad fraterna y de alegría compartida, fuente de paz para toda la humanidad.