Las 7 recomendaciones para conformar un grupo de liturgia


“Un equipo activo de animación litúrgica puede llegar a ser, como la levadura en la masa, un auténtico fermento, y actuar como un motor de la participación de la comunidad en las celebraciones”

Ione Buyst, El equipo de liturgia, p. 63

 

En cualquier comunidad católica es urgente conformar un adecuado equipo de animación litúrgica, pero, a la vez, requiere paciencia. Porque este grupo de personas no sólo se sienta en las primeras filas de la iglesia para cantar durante la eucaristía.

 

La liturgia es dinamismo

Las labores que desempeñan las personas que animan la liturgia implican mucho dinamismo. Esto quiere decir que las celebraciones frías, pasivas y de autoconsumo, que prevalecen en muchas de nuestras comunidades cristianas, no tienen nada que ver con la auténtica liturgia católica. Y ello quiere decir, también, que a nuestras comunidades les urge una animación litúrgica dinámica, creativa e imaginativa que despierte a todos. Por eso es importante plantearnos cómo echar a caminar un equipo de liturgia que esté preparado para esto.

Como dice el dicho, a caminar se aprende caminando, a nadar se aprende tirándose al agua. Así también es importante que, si queremos tener pronto un equipo dinámico, pongamos en acción a cada uno de los integrantes lo más pronto posible.

 

 

Las recomendaciones para el equipo de liturgia

Sin demora, es indispensable que, junto con el párroco de tu Iglesia y los miembros interesados en formar el grupo de animación litúrgica, se dispongan a conformar el equipo que va a guiar y alentar a las demás personas de la comunidad. Además hay que pensar en un programa de formación para estas personas y si no lo tienen muy claro, aquí les dejamos 7 orientaciones esenciales que deben de tomar en cuenta para instituir la formación del equipo de animación litúrgica:

  1. El recurso más importante e inmediato es la reunión del equipo de liturgia. En ella se prepara y se diseña, se distribuyen las funciones y, en su momento, se evalúa el desempeño, tanto personal como de equipo, en una celebración determinada. Para que la reunión de un equipo, aunque solo sea de dos o tres personas, active eficazmente a todos y cada uno de sus integrantes, se requieren cinco cosas:
  2. Complementariedad: Cada integrante se responsabiliza de una sola función, que todos conocen, y en la que todos apoyan para que la haga bien y se logre el objetivo de animación.
  3. Coordinación: Los integrantes actúan coordinados entre sí y guiados por su coordinador, persiguiendo un mismo resultado: la animación.
  4. Comunicación: Implica una comunicación abierta y clara entre todos, acerca de todos los asuntos, para lograr la ayuda y la cooperación de y entre todos los integrantes.
  5. Confianza: Todos confían en el bien hacer de sus compañeros, al grado de estar dispuestos a anteponer el éxito del conjunto a sus propios intereses y lucimiento.
  6. Compromiso: Cada uno y todos los integrantes se comprometen libremente a poner lo mejor de sí mismos y todo su empeño en el servicio de animación de la asamblea.

 

Un equipo así puede encomendar a sus integrantes el desempeño de una función litúrgica, prácticamente desde la primera o segunda reunión, porque cada uno sabe que cuenta con el apoyo de los demás y que todos le dan seguridad para hacerlo bien desde el principio. Hay otros recursos que son parte de la reunión de equipo y que también ayudan a activar a sus integrantes, como los siguientes:

  1. Tener claro el objetivo del equipo: la animación de las celebraciones litúrgicas de nuestras comunidades cristianas. Tener clara la meta común y asumirla conscientemente, da sentido a las reuniones, al equipo, y guía a los integrantes en el desempeño de sus acciones y tareas.
  2. Lograr la identificación de todos y cada uno con cada proyecto de animación: La identificación de cada integrante y de todos con cada animación es un proceso que se inicia desde el primer momento y nunca termina. El secreto del éxito en la identificación consiste en lograr que todos y cada uno de los integrantes se sientan orgullosos de pertenecer al equipo y de coparticipar en la animación de la asamblea litúrgica.
  3. Constituir un equipo unido con características de comunidad cristiana: Una comunidad fraterna que se reúne con frecuencia para alimentarse mutuamente en la caridad; una comunidad que se nutre con la Palabra de Dios y la Eucaristía; una comunidad que ora para hacer bien las cosas; una comunidad que está consciente que para que el culto, la oración y la formación sean auténticas y completas, deben incluir la atención y la solidaridad con los hermanos, sobre todo con los más necesitados.
  4. Un equipo ideal de animación litúrgica tiene múltiples funciones: Hay autores que plantean hasta 10 o 12 funciones distintas de un equipo de animación litúrgica. Sin embargo, recomendamos empezar poco a poco, paso a paso. Empezar con funciones de recepción y de lectura, preparándolas bien, y después ir consiguiendo, junto con los que ya estén, más integrantes hasta que con tiempo y paciencia logremos el equipo ideal. Evidentemente, esto debe requerir tiempo largo.
  5. Nunca olvidar que el Señor y dador de vida en la Iglesia es el Espíritu Santo: En todo y para todo esto, encomendemos a él nuestro esfuerzo. Él nos iluminará y guiará nuestra creatividad e imaginación. Él descenderá sobre la comunidad y, con su fuego, impulsará a la asamblea a responder a nuestra animación con su participación consciente, activa y comprometida.
  6. Recomendación final: ¡Empezar a trabajar ya! Esto es tan necesario como las reuniones semanales o quincenales del equipo. Es imprescindible crear y sostener un clima de trabajo desde el principio, en el que estén presentes la ayuda, la cooperación y el respeto mutuos, de tal modo que cada integrante sienta que construye, en forma positiva y activa, la participación consciente de la asamblea en las celebraciones.

 

La liturgia es la oración de la Iglesia

Todas estas recomendaciones están inspiradas en el principio de la oración y la formación en la acción. Recordemos que la liturgia es, entre otras muchas cosas, la oración de la Iglesia, y que por su propia naturaleza tiene un carácter formativo, didáctico y pastoral. Por tanto, sin olvidar que la formación litúrgica debe ser continua y permanente, lancémonos al agua desde ya, sumergidos en la Santísima Trinidad, con la esperanza cierta de que iremos aprendiendo, y que por el bien de la comunidad Dios ayudará a que todo salga bien desde el principio.

Toma muy en cuenta estas siete recomendaciones para la formación primaria de nuestro primer equipo, aunque sea muy pequeño. Nuestro equipo tiene que encontrar su sentido y espíritu de servicio, y en la acción irá aprendiendo y experimentando el valor de dicho servicio litúrgico comunitario.

Con nuestro actuar, insistamos a las cabezas de nuestras comunidades cristianas para que adviertan “qué bueno es el Señor”, y se decidan a tomar seriamente “cartas en el asunto” de la vida litúrgica de sus comunidades.

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