Las características de niños y niñas que debemos aprovechar para enseñarles de Dios


¿La edad de niños y niñas de 4 a 6 años, es algo que dificulte al extremo su formación en la fe?

Se dice que muchos educadores, dentro de los cuales seguramente no están ustedes, piensan que la formación en la fe, en estas edades, no es nada fácil. Hablar de Dios con niños y niñas preguntones, difíciles de mantener callados y quietos, plantea ya ciertas inquietudes. Pero formarlos en algo que no se puede ver ni percibir por los sentidos, son palabras mayores.

En Dabar pensamos que esas características de las niñas y niños, que son naturales a su edad (recuerda que seguramente así éramos ustedes y nosotros), no deben considerarse como dificultades sino como oportunidades. Un buen sistema de formación en la fe de preescolares, y unas y unos buenos maestros serán suficientes para abordar esas dificultades como una oportunidad para fortalecer la educación integral de esa pequeñas personitas.

 

”En medio de la dificultad reside la oportunidad” (Albert Einstein).

Fijémonos en 7 cualidades de los niños de 4 a 6 años que son excelentes oportunidades para nuestra labor como educadores en la fe:

  1. Son preguntones, parlanchines, gesticuladores y difíciles de callar, porque se les ensanchó su mundo del hogar a la escuela y tienen ganas de saber, de cuestionar todo, de hablar y de hacerse sentir. Por lo mismo, tienen derecho a ser escuchados; démosle a cada uno la oportunidad de contarnos a todos sus sentires, sus vivencias, sus descubrimientos, tanto de la escuela como de sus hogares. Con nuestra sincera atención y disponibilidad, invitemos a que todos escuchen a todos. Y después, preguntémosles nosotros a ellos ¿Cómo se sienten al comunicarnos cosas de sus vidas y al escuchar a los demás?, enseguida, busquemos una oportunidad de reflexión: “Hay alguien a quien le encanta también escucharlos y que se comuniquen con Él, Dios nuestro Padre”.
  2. Aquí un paréntesis para comentar acerca de dos situaciones que, si los escuchamos con atención, quizá hayamos descubierto: algunos de nuestros educandos pequeños pueden traer de su cultura familiar algunas ideas, no precisamente negativas, pero sí distorsionadas o imprecisas de lo religioso. Estemos atentos para, con tiento, respeto y cuidado, corregir, reorientar e iluminar. Algunos otros traen cargando situaciones extremas de separaciones, de familias disfuncionales, de violencia intrafamiliar y aun quizá de abusos sexuales. Son pequeños que necesitan la oportunidad de ser acompañados por nosotros, por el grupo, y por la comunidad educativa, para concientizar y digerir esos problemas. Necesitan que los ayudemos a sacar fuerzas de su debilidad. Y es la oportunidad de darles un testimonio vital y creíble, de que, en esas circunstancias límite, es cuando Dios está más cerca de nosotros.
  3. Son acelerados, siempre están en movimiento, es muy difícil mantenerlos quietos por mucho tiempo. Son así porque están en la edad de los despertares, de los descubrimientos y de los cambios; no quieren detenerse porque sienten que el tiempo se les va, dejándolos atrás, y eso no les gusta. Necesitan moverse hacia adelante. Así son naturalmente. Es la oportunidad para que fomentemos y promovamos el diálogo y las actividades de expresión, de contacto, de relación dinámica y, si es posible, de actuación. Los deportes infantiles de contacto son un recurso apropiado. No olvidemos que necesitan brincar, saltar, gesticular, gritar, etc. Enseñarles que la fe no es estática, sino dinámica y que nos proyecta hacia el futuro y exige que siempre actuemos.
  4. Se estimulan primordialmente por los sentidos; necesitan ver, tocar, oler, oír y degustar todo; dudan de lo que no pueden percibir por sus sentidos. Así son naturalmente. Es la oportunidad de demostrarles, con ejemplos a su alcance, que la no percepción sensorial no significa la no existencia de lo que no es perceptible. Por ejemplo, preguntarles si han visto alguna vez una idea o un pensamiento. Todos tenemos ideas y pensamientos y son reales, aunque no los podamos percibir. Es también el momento de irlos preparando a la experiencia real de ver, tocar, y degustar a Jesús, el Hijo de Dios, en su primera comunión, en la Eucaristía.
  5. Son maravillosamente dispersos y difíciles de concentrarse por mucho tiempo, porque son naturalmente capaces de reaccionar a diversos y múltiples estímulos a la vez y de imaginar múltiples cosas al mismo tiempo. Esta característica natural interpela nuestras competencias educativas para ser capaces de captar fuerte y emocionalmente su atención. También para utilizar nuestro ingenio en canalizar esas características en asuntos creativos y de iniciativa personal y de grupo. Mantener siempre ocupados su mente, su imaginación y sus manos.
  6. – Son capaces de sacar conclusiones de todo lo que ven, de todo lo que oyen, de todo lo que experimentan y de todo lo que viven en su hogar y en la escuela, con una lógica sencilla pero certera. Es oportuno fomentar esa lógica preguntando con frecuencia las conclusiones que sacan de lo que se enseña, se dialoga y se hace en clase. Y también cuidar nuestra autenticidad, veracidad y congruencia, porque su lógica espera que nosotros vivamos lo que enseñamos.
  7. Finalmente, dos sugerencias: primera, no etiquetar a los niños y niñas por sus características de edad como problemas y como obstáculos, sino siempre como personas a quienes tenemos el privilegio de servir. Segunda, utilicen como recurso importante el juego adecuado a esas edades, porque utiliza, estimula, satisface y da salida a todas las características comentadas y, además, los hace interrelacionarse e interactuar a un mismo nivel.

Entonces, que estas dificultades que no nos desalienten en nuestra labor. Pensemos que tenemos excelentes oportunidades para iniciar la formación en la fe y conocimiento de Dios de estos pequeños cristianos.

Aprovechar en clase con los pequeños educandos las siete oportunidades que comentamos. Informarnos y formarnos para acompañar adecuadamente a todos los pequeños y pequeñas que nos correspondan, y disponernos con amor, compasión y acción cristiana, a hacerlo sobre todo con los que descubrimos más necesitados de acompañamiento.

Si, al aprovechar lo que compartimos, descubres algunas otras experiencias que enriquezcan, te agradecemos las compartas con nosotros.

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