En la mañana del lunes de la octava de Pascua, aconteció también la pascua del papa Francisco, el primer papa latinoamericano y quien trajo al corazón del catolicismo, al comienzo del tercer milenio, la voz de los pobres y marginados.

Su estilo sencillo y profundo —evangélico— marcó sin duda los corazones de millones dentro y fuera de la Iglesia, incluso aquellos corazones de piedra que se resistieron hasta el final al llamado de una Iglesia en salida hacia las periferias existenciales de la humanidad y la Madre Tierra. Un papa bueno y justo, como aquel que a mediados del siglo pasado impulsó la renovación y puesta al día (aggiornamento) de la Iglesia católica, tarea que Francisco reactivó y profundizó no solo en la acción pastoral, sino en las estructuras mismas de la Iglesia. Heredero de la Iglesia de liberación, no dudó en llevar este auténtico estilo evangélico a los confines de la Iglesia y de la sociedad.

Nos quedan los ecos de su legado: sus palabras proféticas, su ejemplo de solidaridad junto a las y los descartados del mundo, su esperanza en una Iglesia sinodal en la que hombres y mujeres, jerarquía y laicado, caminen juntas y juntos en la fe y el compromiso por la justicia en el mundo actual.


Desde Ediciones Dabar, honramos su vida y renovamos nuestro compromiso firme de hacernos eco de su mensaje.