¿Cuál es el propósito de la educación religiosa
en niños de primaria?


La educación en la fe lleva a los niños y niñas a ver, tocar, oír y comprender más allá de lo material conoce las 5 reflexiones para educar los sentidos de los alumnos de primaria hacia la trascendencia.

Amigos y amigas educadores de la fe en primaria, aunque está implicado en nuestra labor educativa, con frecuencia dejamos de enseñar conscientemente, y muchas veces olvidamos cómo educar a niños y niñas en lo trascendente.
En la realidad actual, en este mundo posmoderno en el que vivimos, con su nihilismo, su cinismo, su relativismo y su materialismo social y cultural, se está relegando, cada vez más, la dimensión trascendental del ser humano. Por el contrario, se fomenta la inercia natural a lo que se puede tocar con la mano y a lo que se puede adquirir como posesión propia. Los dispositivos digitales, mal entendidos y peor utilizados, promueven también la sensibilización hacia todo lo material como límite de la experiencia humana. Lo trascendental brilla por su escasa búsqueda.
De aquí la urgencia de educar en la fe, desde la niñez. El sentido de trascendencia, que es necesario para ser plenamente humanos, se convierte en un objetivo primordial de la labor educativa; transmitirlo específicamente y desarrollarlo como una competencia importante del desarrollo de nuestros niños y niñas de primaria.
Para dar seguimiento al objetivo planteado, desde Dabar proponemos y reflexionemos en 5 puntos que pueden ayudar al desarrollar la inteligencia espiritual de los pequeños, en cada encuentro educativo con los alumnos de primaria:

1. ¿Qué significa educar para la trascendencia a niños y niñas de primaria? Expresa estar comprometidos con una educación que eleve a los pequeños y pequeñas desde su realidad material (lo que se puede medir y pesar) hasta una existencia trascendente (más allá de lo material), haciéndolos conscientes de que lo segundo es tan real como lo primero.
2. Lo anterior implica despertar en ellos la inteligencia espiritual que los haga capaces, con su lenguaje y a su propio entender, de hacer las preguntas trascendentales que sugiere el Vaticano II, como: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido y el fin de nuestra vida? ¿Cuál es, finalmente, aquel último misterio que envuelve nuestra existencia, del cual procedemos y hacia el cual nos dirigimos? Y, de esta manera, fomentar y conducir el diálogo y la discusión entre ellos para intentar responderlas a nivel de su comprensión infantil.
3. También implica provocar al diálogo sobre si se puede medir con una regla el amor o si se puede pesar la felicidad o si se puede sacar una fotografía de la alegría en el corazón. Conducir a las y los alumnos a una conclusión dialogada sobre lo que no se puedan medir o pesar no lo hace menos real, como las emociones humanas. Que aprendan que, no solo lo que podemos percibir físicamente es real, que hay otra realidad, tan verdadera y real como la perceptible físicamente.
4. Dado que los pequeños y pequeñas de entre 6 y 12 años son muy sensoriales, es prudente enseñarles a descubrir cómo el frío o el calor, que perciben con su cuerpo, los lleva a una emoción que no se ve: les gusta o les disgusta. También, cómo al recibir una caricia o un regaño de sus padres reprimenda les genera una reacción emocional real, aunque no se vea; así irán aprendiendo a distinguir lo visible de lo invisible, lo material de lo espiritual.
5. El que los niños y niñas de primaria sean muy sensoriales, no quiere decir que no puedan razonar. De hecho, son personas muy razonables. Dependerá de la suavidad de nuestros modales y el aire tranquilo que logremos mantener, el que podamos razonar con ellos, sin largos discursos, acerca de que existen realidades que no podemos ver, tocar, oler, degustar y oír; pero que son tan reales o más que las que sí podemos percibir con los sentidos. A ellas y ellos les gusta ser tratados como personas razonables y entienden y razonan más de lo que nos imaginamos.

En resumen, estamos hablando de que se puede desarrollar en los niños y niñas de primaria una competencia trascendente básica, que implica saber, identificar y desarrollar experiencias de asombro, misterio y pregunta. Y también ser capaces de explorar preguntas sobre el significado y sentido de las cosas, y de la vida. Todo esto adaptado a su condición de edad y desarrollo de su comprensión y emocionalidad.
Como educadores en la fe podemos actuar en dos vías. Tomar en cuenta y aplicar en los encuentros con nuestros educandos los cinco puntos compartidos, y estimular en ellos el descubrimiento de quién es la realidad más trascendente de todas las realidades.

Para seguir enriqueciendo estas reflexiones, esperamos que nos compartan las experiencias que vayan teniendo al realizar lo sugerido.

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