6 maneras de utilizar la Biblia en tu clase de educación en la fe
“Toda escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, para rebatir, para corregir, para guiar en el bien. La Escritura hace perfecto al hombre de Dios, preparándolo para toda obra buena”
2 Timoteo 3, 16-17.
Maestr@, en esta ocasión pretendemos compartir contigo algunas ideas y recomendaciones que te ayuden a utilizar la Biblia con propiedad, para lograr los mejores resultados en tus clases de educación la fe.
Lo primero, tres ideas previas que te ayudarán a estar preparado(a): el lugar donde vas a dar la clase y usar la Biblia, las personas que van a participar contigo y tu labor educativa.
- En relación con el lugar, el salón de clase. Dispón en él un sitio que pueda considerarse importante para colocar la Biblia que llevarás a todas las clases de formación en la fe. De ahí se tomará y ahí se regresará. Esto es para demostrar que es un libro muy especial.
- En relación con tus alumnos, procura e insiste en que todos tengan su propia Biblia y la traigan siempre a clase; enséñales que el protagonista de la Biblia es el Padre, su inspirador el Espíritu Santo y el centro de toda la Escritura es Cristo, y a través de ella Dios se comunica gratuitamente con los seres humanos en la historia, les da su palabra de amor y quiere entablar con ellos un diálogo de amistad y compromiso. Por ello, la Biblia no es simplemente un libro de texto como otros; es un libro tan especial que, al abrirlo, contiene consejos e inspiración de una persona que está dispuesta a encontrarse con nosotros y a salvarnos a todos.
- En relación contigo mismo, amigo formador: sólo te recuerdo lo que dice el Concilio Vaticano II: “Todos…los dedicados por oficio al ministerio de la Palabra, han de leer y estudiar asiduamente la Escritura para no volverse predicadores vacíos de la Palabra que no escuchan por dentro” -San Agustín- (Dei verbum, n. 25). La cita es clara y oportuna ¿verdad?
Ahora sí, te compartimos las seis recomendaciones que te ayudarán a utilizar adecuadamente la Biblia en tu clase de formación en la fe:
- No utilices una cita bíblica sin más. Contextualízala en el libro al que pertenece, habla un poco de ese libro y, de ser posible ubícalo en el tiempo y en el espacio. La idea es dotar de vida a dicha cita bíblica. Lo ideal es que la cita bíblica tenga en sí un sentido completo que permita hacer un cierto relato sobre ella.
- Procura un contexto adecuado en tu salón de clase. Un ambiente de serenidad y atención que permita conectar a tus alumnos en una determinada “longitud de onda” para escuchar al Dios que nos habla. Que se pongan en la actitud humilde del Profeta “Habla Señor que tu siervo escucha” (1 Samuel 3, 9).
- Cuida la lectura del párrafo elegido. Tanto la lectura individual como grupal, preferentemente, debe ser en voz alta, pausada, clara y con sentido. Enséñales a tus catequizandos que siempre que leen para sí o para la comunidad, le están prestando su voz a Dios para que Él se dirija al grupo.
- Cuestiona y confronta el párrafo leído. Lleva al ejemplo de tu vida y la de tus alumnos el significado de lo leído. “Sólo en la confrontación con la realidad de cada día, se descubren las potencialidades, las riquezas escondidas de la Palabra de Dios…y se abre de modo nuevo también el sentido de la palabra que nos ha sido dada” (Benedicto XVI, en la comida con los Padres sinodales, 25-10-2008). Pregúntense: ¿Qué les dice de su vida? ¿Qué y por qué les ha impactado la Palabra de Dios? Dialoguen todos sobre ello.
- Busca que la Palabra dialogada tenga un impacto. Procura tocar la mente, el corazón, los sentidos y la vida de tus alumnos y alumnas; ayudando a que juntos encuentren, en el diálogo con la Palabra, una idea, una imagen y un sentimiento que quieran guardar y meditar en su corazón.
- Finalmente, exhorta y motiva. De esa idea, imagen y sentimiento; incita a que los educandos asuman un compromiso a cumplir en su día a día. “Por favor, dejen que Cristo y su Palabra entren en su vida, dejen entrar la semilla de la Palabra de Dios, dejen que germine, dejen que crezca, dejen que dé fruto en ustedes y, por ustedes, en los demás” (Papa Francisco en Cracovia 2016). Saber, sentir y hacer.
Lamentablemente, en la actualidad, los tiempos dedicados a la formación en la fe son muy reducidos, pero también debemos estar convencidos de que si algo es importante en esta clase es la Palabra de Dios. Es más, si puedes, acompaña algunas de estas sugerencias con una especie de ritual, por ejemplo: al iniciar la lectura, toca la frente de todos con la Biblia y repite esta oración: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”. Haz lo mismo al final, orando: “Gracias, Señor, por tu palabra que hemos escuchado y compartido”.
En fin, lo importante es que logres, por tu forma activa y atractiva de usar la Biblia en tú clase, tus alumnos esperen con gusto a que llegue ese momento de lectura, reflexión y compromiso, porque lo consideren necesario para sus vidas.
Si quieres comentar algo al respecto, esperamos tu comunicación que, de antemano, agradecemos.