¡S.O.S., me tocó un salón lleno de pequeños y pequeñas!
La catequesis de los pequeños está necesariamente ligada a su situación y condición de vida (…), comprendidas y tratadas ambas según sus rasgos peculiares”
(Cf. DGC, núm. 178)
Esperamos que ya hayas leído nuestro post sobre las preguntas difíciles que pueden hacerte los niños en la clase de religión, y si no velo AQUÍ. Pero la verdad es que también hay otras dificultades que puedes enfrentar en el salón de clase y sobre eso queremos reflexionar en esta ocasión. Si tú has tenido ya experiencias de compartir tu fe con pequeños y pequeñas, seguramente recorrerás a gusto con nosotros este tema.
Generalmente, por dificultad se entiende: algo que genera resistencia o contradicción que impide u obstaculiza algún asunto. Y cuando nos paramos frente a un salón de clases llenos de niñas y niños, la pregunta es: ¿La edad de los pequeños y pequeñas es algo que impida su formación en la fe?
Veamos los principales rasgos, acciones y reacciones conductuales de los pequeños que pudieran considerarse como “dificultades comunes”:
- Déficit de atención centrípeta: Los pequeños de preescolar no son naturalmente muy afectos a centrar su atención en algo o alguien que no sepa como despertar su interés. El desafío: hacer interesante y atractivo el viaje de lo visible a lo invisible, de lo tangible a lo intangible. Utiliza el juego porque es la forma en que vas a captar la atención y despertar la imaginación de las y los pequeños.
- Cinestesia: Es la necesidad de moverse. Los pequeñines tienen esa perpetua incapacidad de mantenerse quietos por mucho tiempo, a no ser que esa necesidad sea aprovechada para mantener al grupo en un constante aprendizaje de contacto, de expresión y de relación. El desafío: promover el diálogo, la expresión, el contacto y la relación dinámica, sin que se pierda el aprendizaje y evitando el alboroto.
- Hipersensorialidad: Es el impulso infantil a querer sentirlo todo, verlo, oírlo, olerlo, tocarlo y degustarlo porque sólo parece que solo pueden percibir por sus sentidos. El reto: ayudarles a comprender que también lo que no se puede percibir por los sentidos existe, pero también pueden oír a Dios tocarlo, degustarlo y hasta verlo y olerlo.
- Multipolaridad: Con esto no queremos decir que los pequeños y pequeñas de 4 a 6 años de edad son “bipolares”. Maravillosamente son multipolares, es decir, son capaces de reaccionar en múltiples sentidos a la vez. Esto produce una cierta dispersión imaginativa y de comprensión. El reto: cómo aprovechar, didácticamente esta situación, para que puedan desarrollar sus capacidades imaginativas, creativas y emprendedoras para relacionarlas y que les permitan desarrollarse mejor.
- Hipercomunicatividad: Los chicos y chicas de estas edades son hiperpreguntones, hiperparlanchines, hipercuenteros, hipergesticuladores y súper difíciles de mantener callados. El gran reto: lograr que toda esa comunicatividad la utilicen en expresar sus pensamientos, sus sentimientos, sus experiencias y sus “críticas”; y también, como enseñarles a que toda esa comunicatividad la enfoquen, individual y comunitariamente, a papá Dios y su hijo Jesús. Y como enseñarles también el “valor comunicacional del silencio”.
- La lógica aplastante: Es impresionante la sencillez lógica con la que los preescolares sacan conclusiones asertivas de todo lo que ven, de todo lo que oyen, de todo lo que experimentan y de todo lo que viven; tanto de su entorno familiar como escolar. El gran reto: fomentar esa lógica, logrando, al mismo tiempo, que por nuestra autenticidad, veracidad y congruencia, esa lógica no nos “aplaste” a los adultos.
- Los arraigados antecedentes familiares: Los pequeños y pequeñas que llegan a preescolar, vienen cargados de las experiencias existenciales vividas en su entorno familiar de los primeros años. Estas prácticas no son necesariamente negativas, pero por su naturaleza presentan imprecisiones o distorsiones, sobre todo en lo que se refiere a la fe. Quizá tengan una imagen estereotipada de Dios y de Jesús, o conozcan un estilo rezandero más que de oración, o una visión festiva de lo religioso más que de una mezcla de valores y antivalores, etc. Todo un reto: cómo corregir, enderezar, iluminar y/o encauzar estas realidades de la mente y el corazón de los pequeños, pero sin desenraizarlas de sus corazones y el núcleo sagrado de la familia.
- Experiencias situacionales extremas: Aunque no son acontecimientos habituales, estas experiencias ciertamente son reales y, en nuestra sociedad, están siendo cada vez más recurrentes. La separación temporal o definitiva de los padres, las familias mono parentales, la violencia intrafamiliar, los abusos sexuales, el abandono, las familias hiperdisfuncionales, entre otras, son experiencias que, de una manera o de otra derrumban el mundo de los pequeños y pequeñas. El reto desafiante: cómo acompañar a esos pequeños en el proceso de entendimiento, comprensión y aceptación consciente; cómo hacerlos sentir acompañados por nosotros y por el grupo; cómo canalizar esas emociones límite a que sean fuente de energía, fortaleza y resiliencia en su maduración; cómo transmitirles la convicción cristiana de que en esas situaciones existenciales es cuando Dios está más cerca de quien sufre.
Tomando en cuenta todo lo anterior, se percibe más claro que esas características del ser y hacer de los pequeños y pequeñas de preescolar no deben verse como obstáculos a enfrentar en la actividad educativa, sino más bien como oportunidades que un buen sistema educativo de formación en la fe, sabrá aprovechar para iniciar a esos pequeños en el conocimiento, el trato y la experiencia de Dios.
También te invitamos a reflexionar sobre una norma ineludible: “nunca consideres a los niños y niñas como problema o dificultad en sí”. Son personas en desarrollo y crecimiento acelerado a quienes tienes la oportunidad y el privilegio de acompañar.