Las 7 reflexiones para apoyar la formación humana de los niños y niñas de preescolar
En nuestra labor de formar a los cristianos más pequeños para el mundo, tenemos que entender nuestra presente realidad.
La irrupción pandémica del COVID-19 ha dejado al descubierto el hecho de que, a pesar de que hoy estamos hiperconectados, estamos a la vez tan fragmentados por el egoísmo y la pérdida de la dimensión comunitaria y social de la humanidad, que somos incapaces de resolver juntos los problemas que nos afectan a todos (Cfr. Fratelli Tutti, n.7).
Nuestros preescolares, niñas y niños de 4, 5, y 6 años de edad, están en la etapa de reafirmación esencial de su desarrollo físico, emocional y espiritual. Es una edad hermosa para despertar a la dimensión humana y a la dimensión trascendental de la vida. En esta etapa, en la que los niños y niñas son más susceptibles e impresionables, es en la que se puede y se debe poner los fundamentos educativos, sobre los cuales se construirá su edificio intelectual, emotivo, afectivo y social. Por eso, en Dabar, consideramos que es la edad oportuna para iniciar con ellos un itinerario educativo hacia la vida y la humanidad.
Nadie es tan pequeño que no pueda aprender (proverbio indú).
Con esta intención, quisiéramos compartirte algunas reflexiones que te pueden ayudar a desarrollar dicha educación en tus alumnos y alumnas de preescolar.
- Lo primero que debes hacer es escuchar con atención e interés cómo viven sus experiencias, sus inquietudes, las tradiciones y costumbres familiares y cómo experimentan sus relaciones con sus padres y demás personas de su entorno. Si sabemos estimular sus ganas de hablar y contar, esto nos revelará lo que piensan y sienten, cómo perciben la vida, cómo están conectados vital y emocionalmente con ellos y su familia.
- Después, descubrir en lo contado que los niños y niñas, poco a poco, van teniendo consciencia de lo que son. Que son capaces, por el contraste con los mayores de su familia, de percibirse como seres en desarrollo, porque además les cuentan cómo eran de bebés. Que van descubriendo que su vida no es algo estático, sino variable, en movimiento y en relación con sus cercanos.
- Lo que sigue es ayudarlos a explorar un poco más a fondo en sus vidas, para que se percaten de que no se hicieron a sí mismos, que su vida la recibieron de mamá y papá. Que su vida está en desarrollo porque no está completa. Que, si han crecido de “chiquitos” a niños y niñas grandes es por los cuidados y ayudas de las personas que los rodean y por los doctores que los asistieron cuando estuvieron enfermos. Que, a su manera, empiecen a entender que aunque nacemos humanos, no somos tales, sino cuando los demás “nos contagian de su humanidad”.
- Lo siguiente es llevarlos a que exploren y experimenten la necesidad de aceptar personas ajenas a su entorno familiar. Podemos así llevarlos a ensanchar su mundo más allá de su entorno familiar, por la interrelación con sus compañeritos y compañeritas. Según los expertos, el mejor y más importante recurso didáctico para esto es el Juego por el valor que tiene para desarrollar la mente, el corazón, la imaginación, la interrelación y el carácter: se trata de juegos educativos que van desde el hacer individualmente lo mismo, recortar, pegar, colorear; hasta juegos competitivos, por equipos, que ejercitan y desarrollan el físico, la mente, la imaginación, la interrelación, la socialización y el respeto de reglas.
- Tomando como base el experimento práctico del juego, nuestros educandos, podrán aprender y reflexionar que no son islas; que todo lo recibimos de otros. Que necesitamos de los demás para poder seguir viviendo y desarrollándonos. Que aprendan a ser no solo con los otros, sino también para los otros. Esto despertará su capacidad de comprender, de amar y de aceptar que la realización de sí mismos está ligada a la realización de y con los demás. Muchos pedagogos afirman que uno de los primeros objetivos de la educación es hacer conscientes a los educandos de la realidad de sus semejantes.
- Hoy todos estamos de acuerdo en que la verdadera educación no solo consiste en que los alumnos aprendan a pensar, sino que también aprendan a pensar sobre lo que piensan, es decir, a reflexionar (aprender a aprender), y que esta capacidad reflexiva exige que seamos conscientes de que pertenecemos y participamos de una comunidad de criaturas pensantes a la que significativamente llamamos humanidad. Es lo que nos distingue de las demás especies, esa capacidad de reflexionar y de participar en la mente de los otros (Cfr. Fernando Savater, El valor de educar, p.37-38).
- Quizá nos parezca extraño suponer que podemos razonar estas cosas con los pequeños y pequeñas, sin embargo, debemos pensar que es la mejor manera de comportarnos con ellos y ellas. Porque les gusta ser tratados como seres razonables, no como pequeños que no entienden las cosas. Y porque entienden más de lo que nos imaginamos, siempre y cuando lo hagamos a su nivel y respetando su temperamento y tomando en cuenta sus gustos. Lo único que hace falta para que ellos comprendan y razonen, es elegir los argumentos apropiados a su edad y a su inteligencia, exponérselos claramente y con pocas palabras. No largos discursos ni principios elevados. Atrevámonos a razonar con nuestras pequeñas y pequeños educandos y nos sorprenderemos de su capacidad (Cfr. John Locke, Algunos pensamientos sobre educación, sec. VIII).
Por todo lo anterior, como educadores en la fe nos corresponden 2 tareas básicas para apoyar la formación humana de los niños y niñas de preescolar.
Lo primero es poner en práctica los siete puntos anteriores, compartirlos y asimilarlos como una especie de método para educar para la vida y la humanidad a preescolares. Además, tenemos que atrevernos a seguir la recomendación del razonar con nuestros preescolares, no solo para estos temas de enseñanza, sino para todo lo que pretendemos sembrar educativamente en ellos.
Maestras y maestros de educación en la fe, si al seguir esas recomendaciones surgen experiencias nuevas, les agradeceremos nos las compartan.
3 Comentarios. Dejar nuevo
Gracias, es excelente el material
Gracias a ti, Guadalupe.
Gracias muy buen material