Planea los recursos para lograr los aprendizajes deseados sobre Dios con los niños de preescolar


 

La didáctica es la parte de la pedagogía que nos permite llevar de la mano a nuestros alumnos para lograr los aprendizajes esperados. Incluye los contenidos, las actividades, los recursos y los tiempos que nos permiten llegar a la meta deseada. Es decir, nos ayuda a prever todo para el encuentro con los alumnos en el salón de clases.

En las clases de educación en la fe con pequeñitos de 3 a 5 años, puedes establecer diferentes métodos didácticos, pero tienes que considerar varias cosas.

Sabemos que a esta edad se están afirmando en lo esencial del desarrollo físico y emocional. Están en una edad “tierna y receptiva” para conocer las cosas. Tienen gran permeabilidad al medio que los rodea, y con tu ayuda pueden captar la presencia de Dios.

El centro de interés recae en dos realidades. Por un lado, las personas que los rodean, especialmente las de su familia. En este sentido, las experiencias de afecto, seguridad, bondad, ternura y alegría serán para ellos su primera experiencia de Dios. Por otro lado, están los descubrimientos que el niño o la niña realiza en la escuela, con sus amigos y en el medio que lo rodea. Ambas experiencias permitirán el descubrimiento y la adhesión gradual a Dios.

Los recursos didácticos que no puedes perder de vista

Los juegos, pues prefieren el dinamismo, la creatividad, trabajar con todos los sentidos (las manos, los ojos, los pies, el gusto, el olfato).

Los cantos, pero con gestos, dramatizándolos, pues el movimiento es algo propio de esta edad.

Utilizando dibujos, ya que es una edad de mucha creatividad y les gusta plasmar sus ideas, sus sentimientos.

Procura que tu discurso esté plagado de narraciones, comparaciones, experiencias surgidas de la vida.

Durante la clase

En promedio, una clase dura 50 minutos. Además, a esta edad, los pequeñines se distraen muy fácilmente si algo no les gusta. Para ello necesitas planear muy bien las didácticas a emplear en cada momento de la sesión:

  1. Partimos de la experiencia o de la vida

Al iniciar la clase, puedes invitarlos a acercarse a Dios por medio de un canto o una oración. Pidámosle a Dios que venga, que nos alumbre con su luz, que nos dé energía para hacer bien nuestra tarea. Por ejemplo:

Papá Dios, ven con nosotros. Ayúdanos con tu luz, con tu alegría, con tu fuerza.

Enseguida, cuéntales una historia que les sea familiar y hazles preguntas. A esta edad, todo lo relacionan con lo que han vivido. Permíteles que expresen lo que sienten, lo que piensan o lo que han escuchado sobre el tema.

  1. Iluminamos nuestra vida con el mensaje de Jesús

Como aún no saben leer, nárrales un pasaje del Evangelio relacionado con el tema. Ponle emoción. Cambia los tonos de voz. Si te es posible, lleva algunos títeres o láminas para apelar al sentido de la vista y el tacto. Verás que estarán bien atentos.

Después puedes mostrarles una imagen o pídeles que lo coloreen o completen. Hay ocasiones, en que esa narración la podemos representar o dramatizar. Hagámoslo. A ellos les encantan este tipo de actividades.

Pídeles que platiquen la enseñanza que les deja esta historia. Invítalos a que cambien el final o que incluyan otro detalle. Si tienen un libro de trabajo, ahora es el momento de plasmar su aprendizaje.

Verás que tiempo es lo que te va a faltar.

  1. Nos comprometemos con la vida

Por último, pero no menos importante, para cerrar el tema puedes pedirles que expresen lo que aprendieron. También es un momento para agradecerle a Dios por lo aprendido con una oración o un pequeño canto.

Este momento sirve también para comprometerlos a que platiquen en casa con mamá y papá lo que descubrieron en la clase. Es una edad en la que se acuerdan de todo. La maestra hizo esto… Dijo tal cosa… Mi amigo nos comentó…

Sin duda, la didáctica es una herramienta muy valiosa, ya que nos muestra el mapa de nuestro encuentro. Hay que planear bien cada contenido, cada recurso, y distribuir nuestros tiempos. Así lograremos la atención de los pequeñitos, y seguro que habrá una nutrida participación. Y hasta nosotros gozaremos de nuestra reunión.

Esperamos que estas breves anotaciones sirvan para seguir haciendo lo que el sembrador: seguir poniendo la semilla de la fe con la esperanza que este año lloverá bien y habrá abundantes frutos.