Qué hacer y qué no hacer para abordar temas difíciles con los pequeñines


No todo es miel sobre hojuelas cuando se trata de la educación de los niños. A pesar de que hay muchos recursos para llamar la atención de nuestros alumnos más pequeños y que tengan una experiencia agradable para conocer el mensaje de Jesucristo y el mundo de Dios, hay situaciones que pueden complicar la labor de todo educador. Por eso queremos hacerte unas cuantas recomendaciones al momento de tratar en clase algunos temas complicados con los pequeños de entre 4 y 6 años.

No existen recetas para todos los casos ni mucho menos respuestas estereotipadas. Cada niño vive de manera única e insospechada cada acontecimiento importante de su vida, y en cada caso la respuesta a sus interrogantes debe ser diferente, única y totalmente personalizada. Muchos de estos temas no tienen, ni siquiera en nosotros mismos, una respuesta lógica definitiva. Por eso queremos esbozar algunas orientaciones generales que puedan mostrarnos pistas de cómo actuar en tales casos.

 

  1. ¿Cómo hablar de la muerte a los niños?

Lamentablemente, muchos niños han vivido la muerte de seres queridos; por falta de personas capaces de ayudarlos, esos fallecimientos, muchas veces, se han transformado en experiencias traumáticas, causadas por distorsiones en su comprensión de los hechos y por la sensación de absoluta soledad frente a su dolor. Podemos ayudar a aliviar el trauma si los acompañamos adecuadamente en su pérdida.

A continuación, te exponemos algunas de las preguntas más frecuentes que realizan los niños frente al tema de la muerte y las mejores posibles respuestas, recuerda que son solo una orientación, a modo de ejemplo, para que tengas una idea de hacia dónde debe orientarse la reflexión. También te mostraremos las frases menos acertadas para esta situación. Recuerda que los niños no son tontos, esconderles la verdad los hace más vulnerables.

Los padres muchas veces creen que los niños no son capaces de hablar de la muerte, y por ello evitan esta conversación; como resultado, los niños se sienten aislados en el momento que mayor apoyo requieren.

Hay que procurar que nuestro lenguaje coincida con la realidad del infante y no utilizar giros o expresiones equívocas, no ajustadas a la verdad. En casos en que uno no encuentre las palabras que decir, es mejor permanecer en silencio y con actitud contenedora, que utilizar oraciones inapropiadas o sin sentido.

 

  1. ¿Cómo hablar del Diablo y el Infierno con los niños?

Este es un tema difícil para grandes y pequeños. Del Diablo hay que decir que es la fuerza que se cruza en nuestro camino, el adversario. Pero no como un ser contrario a Dios, pues no son iguales ni perfecto ni tan poderoso como él. Es la escalofriante maldad que vemos realizarse en la humanidad y que frecuentemente sobrepasa tanto la maldad del individuo que nos obliga a preguntarnos: ¿Qué poder se desencadena aquí? ¿es un poder meramente humano?

Si los niños preguntan, solamente hay que responder que el mal existe, pero no debemos preocuparles porque Dios es todo poderoso y siempre vence al mal. Procuremos siempre reforzar la idea de que el infierno es para los que no quieren ser amigos de Jesús. Y todos nosotros queremos ser amigos de él, por lo tanto, no debemos preocuparnos.

 

  1. ¿Cómo hablar de los Reyes Magos con los niños?

Los Reyes Magos simbolizaban las tres razas del mundo: la blanca, la negra y la asiática. En la Biblia se habla de tres, por los tres regalos ofrecidos al niño Jesús.

El nacimiento de Jesús es un hecho real y verdadero. Hay tanta felicidad en el periodo navideño porque nació el que vino a salvarnos y es la fuente de la alegría y la celebración. Prestemos más atención a todos los signos y gestos que nos refieren a Jesús: el armado del pesebre con los niños, la preparación espiritual, la oración durante el Adviento, la oración en familia en la Nochebuena, la visita a los pesebres en los templos, asistir a un pesebre viviente, etc.

  1. ¿Cómo hablar de la separación o el divorcio de los padres?

La separación de los padres constituye uno de los hechos que más dolor y preocupación genera en los niños. El divorcio es una de las crisis más serias y complejas para la salud de una familia y uno de los conflictos emocionales más críticos que puede vivir una niña o un niño.

Se ha sostenido la creencia dañina de que a los niños hay que mantenerlos ajenos a los problemas del mundo adulto. Algunos llegan a afirmar con ingenuidad que los niños “no se dan cuenta de las situaciones que están viviendo a su alrededor”. Esto puede provocar daños irreparables en la salud mental y emocional de los niños.

Como educador, te sugerimos involucrar a los padres en estos cuestionamientos y orientarlos con las siguientes recomendaciones:

El divorcio o la separación es siempre un trauma para los hijos (y para los padres, también); es una realidad inevitable. Sin embargo, las consecuencias de este trauma pueden mitigarse si ambos cónyuges, de modo consienten y responsable, saben sobreponerse con generosidad a sus agravios y esforzarse por acordar todas aquellas medidas que contribuyan a hacer la situación menos tensa y cruel para los hijos.

 

¡Mucho ojo en cómo tratas estos temas con los niños! Si quieres conocer algunos otros temas difíciles para acompañar a tus hijos en la fe, mantente atento a nuestro blog y acércate a Dabar porque tenemos varios libros que pueden ayudarte en tu labor de educador.

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