Aprendamos a cuidar la salud mental de los niños en este encierro por el Covid19


 

Los estudiantes de la mayor parte del mundo vuelven a clases, pero más de la mitad de ellos, como es el caso de nuestro país, el inicio lo harán por televisión, de forma virtual y desde el encierro de sus casas.

El impacto emocional está presente y eso nos obliga en la educación a reformular nuestras maneras de abordar los aprendizajes, aunque ahora debamos hacerlo a distancia.

No solo debemos cuidarnos del covid 19, también de uno mismo y de la salud mental de los niños

Como hemos visto, la gran mayoría de niños y niñas ya tuvieron una primera experiencia con clases en línea en el encierro por causa del Covid19. Pero ahora, que retoman sus estudios, traen experiencias de mayor encierro, estrés, angustia y algunos con pérdidas.

El coronavirus no es lo único que debemos combatir y curar, también debemos prestar atención a las nuevas patologías mencionadas arriba que se han ido acentuando en esta etapa de la vida de los niños y niñas. Por esta razón, en el regreso a clases se debe tomar en cuenta, antes que otra cosa, su salud mental.

Recuerdo que de niño, cuando asistía a la escuela, los profesores nos preguntaban: ¿Durmieron bien? Todos respondían: Síiiiiii. ¿Se bañaron?: Algunos contestaban: Síiiii  ¿Desayunaron? Pocos respondían: Síii. ¿Alguien viene enfermo o le duele la panza? poquitos, con cara de compungidos, decían que sí. Esta era una forma de hacer un diagnóstico. Con esto, el profesor tomaba las medidas para decirnos algo y luego tratarlo con los papás.

Ahora las circunstancias son diferentes y ciertamente más preocupantes. Hay niños que aparte del encierro y el estrés, tal vez han perdido un ser querido. Muchos otros están angustiados porque carecen del acompañamiento o de los medios electrónicos y digitales para “asistir a la escuela”. Todos estos cambios han afectado a todos, pero particularmente a los niños y niñas.

La Unicef, la OMS y la SEP, en sus páginas oficiales, han dado algunos consejos para que los padres de familia acompañen a sus hijos, y otro tanto lo hagan los profesores.

  • Iniciar desde casa. Habla con tus hijos y escúchalos

Ya que los niños generalmente copian las emociones que observan en los adultos, lo primero que hay que cuidar es que los adultos, papás o familiares, “controlen bien sus propias emociones y mantengan la calma”.

Los papás deben saber escuchar a sus hijos. Que se den un tiempo para escuchar sus preocupaciones con amabilidad, con respeto. Que los tranquilicen y les brinden seguridad y confianza.

Reúnete con ellos y haz un espacio aunque solo sea de cinco minutos solo para hablar de cómo se sienten. No emitas juicios ni hagas discursos, solo escucha lo que sienten. Les puedes ayudar, repitiendo el sentimiento que ellos te han compartido. El hecho de que te compartan un sentimiento es un camino de confianza y un acto liberador.

  • El arte profesional y humanista de los educadores

Por su parte, los educadores, aunque estén en forma virtual y tengan sus propias preocupaciones, por su experiencia y profesionalismo pueden ayudar mucho en estos momentos de vulnerabilidad. Incluso, ya que estarán interactuando en forma virtual, si llega a pasar algo raro –como ya se ha dado el caso-, lo pueden reportar a la persona o autoridad apropiada.

Antes de iniciar una clase, dedica un par de minutos para hablar con tus estudiantes. Deja que hablen de sus sentimientos, de sus estados de ánimo, de lo que les preocupa; lo que los hace sentirse en paz, tristes o contentos. Anímalos a que expresen en dos o tres palabras sus sentimientos.

Pregúntales qué piensan. Deja que expresen con dos o tres frases lo que hay en su corazón y en su mente, que compartan sus ideas. El impacto emocional también modifica sus formas de pensar, crea nuevos conceptos o razonamientos, y muchas veces distorsiona la realidad, genera indiferencia, fuga y hasta un mal concepto de sí mismos. Y a pesar de que la comunicación sea a distancia, no obstante, somos personas sociales, conectadas con el mundo, con la vida, con el acontecer de esta historia, y por eso la invitación también es lograr la armonía.

Pregunta por lo que pueden hacer. En este momento, en que los estudiantes no pueden estar físicamente con sus amigos, sin embargo, es bueno mover la voluntad de hacer algo por los demás. Pregunta y deja que con una palabra o un valor expresen lo que pueden hacer.

 

Finalmente, te propongo que de vez en cuando hagas un ejercicio de tres a cinco minutos de relajación o algún ejercicio de estiramiento. El hecho de que compartan juntos, les ayudará a descargar sus tensiones, a fortalecerse y a avanzar con más ánimo, más energía y mejor concentración. No olvidemos que “la educación es un acto de amor”.

El tiempo de crisis debe pasar. Varias vacunas casi listas se asoman en el camino. Esperamos que las mentes brillantes, que un día fueron estudiantes, pronto las terminen y corran a nuestros pueblos para que todos tengamos la valentía de volver a estar juntos.

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