Con 9 respuestas, Leonardo Boff nos explica el gran daño que le estamos haciendo a la Madre Tierra y nos anima a tomar conciencia para no acabar con lo más preciado que tiene la humanidad.


 

Hoy en día el hombre afronta muchos problemas, algunos coyunturales y otros estructurales, que obligan a pensar y tomar decisiones radicales. Pero sin duda, uno de los problemas más graves es el cambio climático, que se traduce en sucesos extremos: mucho frío por una parte y sequías prolongadas por la otra. Estos cambios indican un hecho irreversible: la Tierra ha cambiado, y vivimos ya el calentamiento global, fruto, en gran medida, de siglos de violenta intervención humana en la naturaleza que ha producido gases de efecto invernadero, los cuales están elevando la temperatura del planeta a grados peligrosos.

 

Es por esto que nos atrevemos a invitarte a hacer una reflexión, de la mano del pensador Leonardo Boff, sobre este tema porque creemos que podemos estar frente a una situación irreversible que nos puede llevar a perder lo más sagrado que tenemos como humanidad, nuestro planeta. A través de 9 preguntas conocemos la postura que tiene Boff, en su maravilloso libro “Proteger la Tierra, cuidar la vida. Cómo evitar el fin del mundo”, y la invitación que nos hace a pensar sobre lo que hace la especie humana para degradar a la Madre Tierra.

  1. ¿Qué opina Leonardo Boff sobre la situación actual en la que se encuentra la Madre Tierra?

LB: “El mundo no puede seguir como está, de lo contrario, tendremos que enfrentarnos a lo imponderable. Vivimos tiempos urgentes. Las urgencias nos hacen pensar y los peligros nos obligan a crear arcas de Noé que puedan salvarnos a todos. ofrecemos nuestra humilde contribución a todos los que, inconformes con la situación actual de la Tierra, siguen creyendo que es posible construir un mundo del bien vivir, en el que coexistamos en armonía con todos los seres y con las energías de la naturaleza y, sobre todo, en colaboración con todos los seres humanos, en un ambiente de profundo respeto a la Madre Tierra”.

  1. ¿En dónde cree que está nuestro error?

LB: “Hoy sentimos la urgencia de establecer una paz perenne con la Tierra. Sin embargo, hace siglos que estamos en guerra con ella. En los últimos tiempos, la guerra se ha vuelto total, pues con las nuevas tecnologías la estamos atacando por todos los frentes, en el aire, en el suelo, en el mar, en el interior de la materia y en el corazón de la vida. Si reconocemos, como todos los pueblos originarios y muchos científicos modernos, que la Madre Tierra es generosa, creadora de toda vida, entonces debemos profesarle el mismo respeto y la misma veneración que a nuestras madres. En gran medida, la crisis ecológica mundial deriva de la sistemática falta de respeto a la naturaleza y la Tierra”.

  1. ¿Qué considera necesario para rescatar el corazón de la Tierra?

LB: “El gran reto de la actualidad es dar un papel central a lo que es más primigenio en nosotros: el afecto y la sensibilidad. En una palabra, es necesario rescatar el corazón. Aquí está nuestro centro, nuestra capacidad de sentir a profundidad, la sede de los afectos y el nicho de los valores. Al darle un papel central no desplazamos a la razón, sino que la incorporamos como algo imprescindible para diferenciar y dar prioridad a los afectos, sin sustituirlos. Todas las ideas llegan impregnadas de sentimiento. Solo son eficaces las ideas cuyas raíces se hunden en la sangre del corazón”.

  1. ¿Cómo podemos aplicar la resiliencia en esta situación?

LB: “La resiliencia tiene dos componentes; el primero, es la resistencia a las adversidades, la capacidad de mantenerse entero cuando se está siendo sometido a grandes exigencias y presiones; y el segundo, la capacidad de seguir adelante, aprender de las derrotas y reconstruirse creativamente al convertir los aspectos negativos en nuevas oportunidades y en ventajas. Es importante fomentar el optimismo, pues la vida ha pasado por incontables devastaciones y siempre ha sido resiliente y ha crecido en biodiversidad”.

  1. ¿Cuál es la felicidad posible en esta vida?

LB: “La felicidad es uno de los bienes que el ser humano más anhela. Pero no puede comprarse, pese a ello, se ha construido a su alrededor toda una industria que conocemos bajo el nombre de autoayuda. Para decirlo sin rodeos, no se puede ir directamente a la felicidad. Quien lo hace, casi siempre es infeliz. La felicidad resulta de algo anterior: de la esencia del ser humano y de un sentido de la justa medida en todo. La felicidad depende de una actitud creativa: ni muy pesimista ni muy optimista, en especial cuando nos enfrentamos a límites insoslayables, como las frustraciones y la muerte”.

  1. ¿Qué opina sobre el vivir mejor o bien vivir?

LB: “Vivir mejor supone una ética del progreso ilimitado y nos incita a competir con los demás para crear más y más condiciones materiales para vivir mejor. Mientras, que para algunos puedan vivir mejor, millones y millones tienen y tuvieron que vivir mal. Por el contrario, el bien vivir tiene como objetivo una ética de la suficiencia para toda la comunidad y no sólo para el individuo. El bien vivir supone una visión holística e integradora del ser humano inserto en la gran comunidad terrenal que no sólo lo incluye a él, sino también al aire, el agua, los suelos, las montañas, los árboles y los animales; es buscar un camino de equilibrio y estar en profunda comunión con la Tierra, con las energías del universo y con Dios”.

  1. ¿Cómo podemos evitar la pérdida de nuestra Madre Tierra?

LB: “Se trata de una crisis civilizadora y del modelo de relación que se establece con el conjunto de los ecosistemas que forman el planeta Tierra, una relación de conquista y dominio. Ya no hay tiempo para encubrimientos y verdades a medias o para negar lo que está a la vista de todos. El hecho es que la humanidad no puede seguir como está. de hacerlo, irá directamente a un colapso colectivo de la especie. Es tiempo de balance ante la catástrofe previsible. Ya se habla de una cuenta regresiva”.

  1. ¿Dios llora al saber que estamos acabando con su creación?

LB: “Nunca estamos solos en nuestro sufrimiento. Dios sufre junto con nosotros. Sobre ese trasfondo de compasión debe entenderse la resurrección de Cristo. Si la resurrección no fuera la resurrección del Crucificado y, por lo tanto, del que se identificó con todos los crucificados de la historia, sería un mito, además de una exaltación vitalista de la vida, y no una respuesta al drama del sufrimiento. Pero el sufrimiento, cuando se comparte, se vuelve soportable. La resurrección muestra el sentido último de la solidaridad con los crucificados: la transfiguración del nuevo dolor en vida nueva, signo que vaticina el buen fin de la historia, la humanidad y el universo”.

  1. Para finalizar, ¿Con qué reflexión nos tenemos que quedar para hacer frente al deterioro que le estamos causando a nuestro planeta?

LB: “Los tiempos de abundancia y comodidad han quedado atrás. Lo que está ocurriendo no es una simple crisis, sino algo irreversible. La Tierra ha cambiado a tal punto que ya no hay marcha atrás. Tenemos que cambiar junto con ella. Ha llegado un tiempo en el que debemos estar conscientes de que todas las cosas son finitas, incluso aquellas que nos parecían más perenes: la vitalidad de la Tierra, el equilibrio de la biosfera y la especie humana. Todas estas realidades están experimentando un proceso de caos. Hasta ahora hemos vivido bajo la era del puño cerrado para dominar, subyugar y destruir. Ahora comienza la era de la mano tendida y abierta para enlazarse con otras manos y construir, con colaboración y solidaridad, el buen vivir comunitario y el bien común de la Tierra y de la Humanidad”.

 

REFLEXIÓN: Es importante entender que el problema no es la Tierra, es nuestra relación agresiva y no cooperativa con sus ritmos y dinámicas. La Tierra encontrará un nuevo equilibrio, probablemente reduciendo la biosfera, eliminando algunos seres vivos que la habitan, incluso a los seres humanos. ¡Hagamos conciencia! y no participemos en el aniquilamiento a nuestra Madre Tierra porque esa sería la mayor pérdida que podemos sufrir.

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